La importancia del artículo científico para la constitución del investigador 👨🔬
Alejandro Aguirre
Universidad Central del Ecuador
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La ciencia es generadora de conocimiento y aunque existen muchas otras fuentes para adquirirlo, ninguna se perfila bajo el precepto de generar información de forma objetiva y precisa; esta se ha definido como una virtud humana, probablemente la más importante con la que el ser humano ha logrado vencer la barrera individual de la muerte y trascender en la prevalencia de la especie, transmitiendo el conocimiento de generación en generación. En la actualidad el “ser” científico implica vivir en una realidad gobernada por las TIC´s, la idea consiste en que todo científico proporciona los resultados de sus investigaciones en forma de un artículo científico a lo que se le ha denominado “cultura del artículo científico”, misma que ha delineado un camino por cual irremediablemente el científico debe atravesar para poder considerarse investigador como tal, a este respecto hay que cuestionarse la siguiente pregunta: ¿Es inherente de la actividad científica acreditar el conocimiento a través de artículos científicos para ser considerado como investigador?.
Para responder esta pregunta imaginemos un mundo sin ciencia, éste sería un completo caos regido por la heterogeneidad del pensamiento con un sin número de dogmas y paradigmas seguramente asociados a la religión y el misticismo, esto provocaría una mega diversidad de formas de concebir la realidad, el tiempo y el espacio. Afortunadamente, la ciencia ha permitido, a través del método científico, tener un relativo orden, homogeneidad, coherencia y consistencia en la forma en que la sociedad percibe la realidad y los distintos fenómenos que ocurren en ella, así el conocimiento se ha convertido en un “bien público” que necesariamente debe ser divulgado en un instrumento de comunicación científica denominado “artículo científico”.
El conocimiento científico, entendido como un bien público, es un concepto al que se le atribuye una naturaleza física sobre la forma en que se distribuye, divulga, intercambia o se emplea. La categoría de “bien” puede ser asociada a la de “cosa”, objeto que puede ser hurtado, mal interpretado, plagiado y reproducido de forma ilegal; lo que ha ocasionado que este concepto sea debatido incluso en las ciencias económicas dándole un valor. Ante lo expuesto, el conocimiento científico no puede dejarse a disposición de la sociedad sin antes atravesar un proceso riguroso de revisión en donde toda hipótesis debe ser cuestionada, probada, debatida y reproducida, a fin de garantizar una verdadera valía científica.
Un investigador ejerce la actividad científica, sus resultados deben ser publicados de forma imparcial para ser evaluados y de esta manera contribuyan en la construcción colectiva del conocimiento. Los artículos científicos estimulan la autocrítica y por lo tanto mejoran los productos entregables de una investigación así como la calidad de la información que proporcionan, generan tecnologías, fomentan la educación continua, facilitan la comunicación de los productos y resultados de las investigaciones, la revisión, retroalimentación y contrastación de pares vence las fronteras y da a conocer al autor en la comunidad científica, aportándole de esta manera criterio propio y autoestima, en definitiva, forjan una real carrera académica que aporta a sus referencias profesionales y oportunidades, de esta manera se constituye la noble labor del “ser” científico catapultándolo hacia la internacionalización y lo más importante, dándole credibilidad.
A lo antes mencionado, un artículo científico garantiza su contenido mediante el arbitraje entre pares, proporciona mayor versatilidad en el estilo con respecto a un libro y finalmente aprovecha el conocimiento producido por otros investigadores; así se genera una amplia cadena de valor que fomenta la investigación constante en todas las ciencias. Un investigador que no publica sus resultados no puede llamarse investigador, puesto que imposibilita el progreso del conocimiento científico, contribuye con la privatización, tergiversación y piratería, restringe el desarrollo social y se priva a sí mismo de la credibilidad, renunciando a sus derechos y cayendo en la pseudociencia. Es así, que un investigador tras publicar sus resultados se convierte en un miembro positivo en la construcción de la memoria colectiva de la ciencia, se vuelve un demócrata de la información, aporta a la globalización del saber en lo que hoy se denomina la “sociedad del conocimiento”, constituyéndose así en un real investigador.
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