Alejandro Alfredo Aguirre Flores
Universidad Central del Ecuador, Facultad de Ciencias Agrícolas, Agronomía.
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El “mercado” puede describirse como un punto de contacto entre los demandantes y los oferentes, no sólo representa un nicho físico en el cual se hace comercio, como por ejemplo el enorme aparataje económico de Wall Street, donde se compran o venden acciones y bonos, o de manera más simple como el mercado de los productos agrícolas, donde se relacionan idealmente mayoristas y minoristas, en todos los casos, esta relación compradores y vendedores a la larga determina el “valor de las cosas” y el poder del capital (Krause, 2004). En este sentido, las agroindustrias y la agricultura de monocultivo intensivo se han convertido en quienes dominan buena parte de la producción de alimentos en el mundo y en efecto su mercado, en esta dinámica, el profesional agrónomo desempeña un papel fundamental en los procesos de producción convencional y también en el nuevo cambio de paradigma en los sistemas de producción agroecológicos, en tal virtud, cabe cuestionarse el alcance que tenemos quienes nos vinculamos al sector agropecuario desde la ciencia y la producción en el desarrollo, degradación o preservación medioambiental y social.
Para responder estas cuestiones, hay que mirar de forma crítica la realidad, las industrias alimenticias intensivas han monopolizado de a poco los mercados y en su proceso han intervenido en las políticas internas de las naciones, un ejemplo de esto es lo suscitado por la “United Fruit Company”, empresa bananera que definió los escenarios políticos de América Central y el Caribe en mediados del siglo XIX, en sus inicios fue fundada por Minor C. Keith, quien demostraría que quien controlara toda la cadena logística de un producto agrícola, desde el transporte, marketing, comercialización, mercados, trabajadores y demás, lograría sin dudas posicionarse como un emporio económico con el poder suficiente de controlar el sensible tejido social y político de las naciones en desarrollo, así tras su muerte, Damoisel (2018) afirma que su imperio llegó a la asombrosa cifra de un millón de hectáreas de producción con no menos de cien mil empleados, muy mal pagados, cual si se tratase de un feudo “modernista”, realidad para nada alejada de nuestros tiempos, un ejemplo de esta “esclavitud moderna” la tenemos en Ecuador, de la mano de la compañía japonesa FURUKAWA S.A., misma que en 2019 fue clausurada por presentar condiciones infrahumanas con sus trabajadores en la producción de fibras de abacá (El Mercurio et al., 2019), este es uno de los cientos de ejemplos en los que una empresa manipula y restringe los derechos de los trabajadores. Esta práctica monopolizadora y esclavizante proviene de las industrias extranjeras que, con prácticas desleales como la depreciación, aplastan a los pequeños productores; sobre los emporios “yanquis” Galeano (2000) mencionaba: “Aquí los países (Latinoamérica) se convierten, con plena impunidad, en pseudónimos de las empresas extranjeras que los dominan”.
Frente a esta realidad, el profesional agrícola tiene en sus manos una importante responsabilidad de hacia dónde encaminar sus políticas, decisiones y actuaciones en el método con el que se consiguen los alimentos, se requiere profundizar en debate entre todos los actores de la agricultura, la necesidad de potenciar la agricultura familiar y reorientar el desarrollo rural. El compromiso, es el redefinir la transferencia de las ganancias agrícolas que en la actualidad se dirigen al capital industrial, responsable de la destrucción de la biodiversidad y una baja resiliencia frente al cambio climático. El profesional agrónomo hoy debe decidir entre la agricultura convencional o la agroecología fortalecida con la ciencia moderna, una nueva agricultura enfocada en la precisión de sus procesos y total apego al respeto de los elementos que conforman los agroecosistemas de la mano de las instituciones de investigación, educación superior y gubernamentales, cuyas políticas se traduzcan en la práctica como una oportunidad hacia la sustentabilidad de los mecanismos de producción. Rizo-Mustelier et al. (2017) lo dicen claramente: la producción agropecuaria contribuye a la consecución de objetivos de desarrollo sociales, ambientales y económicos a través de la evaluación objetiva y constante de sus métodos.
Referencias (Crop Science)
Damoisel, M. 2018. Sobre las bananas y las repúblicas. Sobre las bananas y las repúblicas – YouTube | Latinoamerica Libre. https://www.youtube.com/watch?v=0R8AVcB6Aic (accessed 12 December 2020).
Galeano, E. 2000. La Venas Abiertas de América Latina (Tercer Mundo Editores, editor). 8va Edición. Tercer Mundo S.A., Santafé de Bogotá, Colombia.
Krause, M. 2004. Economía para emprendedores | Nociones al servicio de la empresa (Grupo Editorial Santillana, editor). 1ra Edición. Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, S.A., Quito, Ecuador.
El Mercurio, EcuadorInmediato, and Ministerio de Trabajo del Ecuador. 2019. Disponen clausura de empresa Furukawa por constatar “condiciones de trabajo infrahumanas” | Diario El Mercurio. El Mercurio | Actualidad. https://ww2.elmercurio.com.ec/2019/02/19/disponen-clausura-de-empresa-furukawa-por-constatar-condiciones-de-trabajo-infrahumanas/ (accessed 12 December 2020).
Rizo-Mustelier, C., M.; Vuelta-Lorenzo, D. Rafael, ; Lorenzo-García, A.M. Agricultura, et al. 2017. Agriculture, sustainable development, environment, knowing farmer and university. Ciencia en su PC 2: 106–120. http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=181351615008 (accessed 12 December 2020).
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