El presente artículo pretende rendir homenaje a uno de los más brillantes médicos ecuatorianos; el Dr. Plutarco Naranjo (†), quien en 1978 publica en Quito un sencillo pero muy importante artículo denominado: «Precursores de la Medicina Latinoamericana» y con el afán de impedir se pierda en la historia su trabajo, quiero compartir con ustedes mis distinguidos lectores, una breve reseña sobre seis personajes de medicina Latinoamericana que con su trabajo dejaron en claro que el Sur posee a sus propios Hipócrates y Galenos que dieron lustre a la medicina con sus investigaciones, descubrimientos o incluso desde la misma docencia centrando todos sus esfuerzos por el bienestar de los demás. Por otro lado considero que es la oportunidad perfecta de rendir un homenaje a los distintos seguidores de este blog quienes contribuyen día a día con sus visitas, la difusión de contenido académico y que mejor que contribuyendo con pequeñas reseñas bibliográficas de un conjunto a personajes como Carlos Finlay (CUBA), Hipólito Unanue (PERÚ), José M. Vargas (VENEZUELA), José C. Mutis (ESPAÑA-COLOMBIA), Eugenio Espejo (ECUADOR) y Pedro Leiva (ECUADOR) representantes de las ciencias médicas de nuestra América Latina; en esta primera entrega les hablaré de Pedro Leiva personaje ecuatoriano que en tiempos de la conquista y colonia contribuyó enormemente a la salud.
PEDRO LEIVA (1602?-1660?)
«Los malacatos son relativamente altos y delgados. Cara alargada y facciones afiladas. Hasta hace poco tiempo no acostumbraban a cortarse el pelo sino que lo dejaban largo y suelto, repartido a los dos lados de la cabeza.» La Efigie, es obra del pintor Bolívar Mena Franco.
La recopilación histórica coloca a Pedro Leiva como un importante médico cacique
quien posiblemente pertenecería a principios del siglo XVII a la tribu de los Malacatos, ubicada en la provincia de Loja cerca de la ciudad capital, al sur de la región interandina de la República del Ecuador. Los registros históricos no identifican su nombre nativo ni el de sus padres así lo manifiesta Pérez Pimentel. R. (1994).
Pues bien, según la investigación realizada por el Dr. Plutarco Naranjo (†) en 1978, a la que este artículo hace referencia. Se afirma que ensayó con éxito el tratamiento de las fiebres tercianas es decir, pudo combatir con eficacia la malaria. Esa enfermedad era común en la época y es transmitida por picaduras de insectos, particularmente mosquitos anofeles , quienes portan el parásito denominado esporozoito, éstos parásitos viajan a través del torrente sanguíneo hasta el hígado, donde maduran y producen otra forma de parásitos, llamada merozoitos. Los parásitos ingresan en el torrente sanguíneo e infectan a los glóbulos rojos.
Logró controlar esta enfermedad suministrando a sus pacientes en estado de paludismo maceraciones en chicha (bebida tradicional indígena) de la corteza vegetal «cara chucchu» que quería decir en su dialecto «corteza de los fríos» esta provenía del árbol que los nativos habían denominado como «yura chucchu» que significa » árbol para los fríos»; posteriormente en las mismas comunidades asentadas sobre dichos territorios a esa especie vegetal se le conoce actualmente como «cascarilla» o de forma generalizada se le conoce como «árbol de quina» (Cinchona succirubra y otras especies del género Gentianales y familia de las Rubiaceaes).
Ricardo Palma en su tradición «Los polvos de la Condesa» (1930) menciona lo siguiente: «Un indio de Loja llamado Pedro Leiva, bebió para calmar los ardores de la sed del agua de un remanso, en cuyas orillas crecían unos árboles de quina. Salvado así, hizo la experiencia de dar a beber a otros enfermos del mismo mal, cántaros de agua en los que depositó cortezas de cascarilla». Pérez Pimentel. R. (1994).
Pimentel menciona también que hacia principios del siglo XVII la orden religiosa católica Jesuita, empieza a introducirse en territorio lojano, mismos que fundan la población de San Francisco de Borja en 1619. El registro histórico jesuita menciona a Leiva como partícipe de la curación del sacerdote jesuita Juan López en 1631. Este hecho es de vital importancia dado que el cacique es bautizado con un nombre cristiano de Pedro Leiva, nombre con el cual será conocido por siempre el herbolario de Malacatos perdiéndose en el tiempo su nombre nativo.
Este hecho trascendió fronteras y dogmas sobre el paludismo puesto que el entonces Corregidor de Loja Juan López de Cañizares al enfermar primero intenta salvarse mediante la aplicaciond e protocolos tradicionales de la medicina europea que consistia en repetidas sangrías, purgamientos y sinapismos y al estar al borde de la muerte escucha sobre la curación que esperimento el sacerdote Jesuita quién llevaba curiosamente su mismo nombre y opta por seguir el tratamiento descrito por Leiva quien viaja desde su comunidad hasta la Ciudad de Loja donde da de beber al Corregidor su macerado lo que definitivamente salva a Juan López de Cañizares.
Posteriormente el sacerdote Jesuita Juan López, viaja hasta la hermana República del Perú, específicamente a Lima con el conocimiento adquirido de Pedro Leiva. Es entonces donde quizás la fórmula de Leiva debe ponerse a prueba. Luis Jerónimo Fernández de Cabrera Bobadilla Cerda y Mendoza; ni más ni menos que el Virrey de Perú, VI Conde de Chinchón; cae terriblemente enfermo de paludismo, su esposa Francisca Henríques de Cabrera pone en manos la salud del Virrey al médico Juan de la Vega quien consulta a todo herbolario del sector posibles tratamientos para salvar al Virrey sin obtener ningún resultado satisfactorio. Ya casi en el desahucio logran dar con el Padre López en el colegio jesuita de San Pablo el sugiere el tratamiento de Leiva y es así como se devuelve a la vida al Virrey. Y es desde entonces que los bosques de quina de la provincia de Loja comenzaron a ser explotados con la finalidad de extraer sus cortezas.
En Europa y el cercano Oriente mientras tanto, el problema de la malaria ya era conocida varios siglos antes. Y se sabe que su expansión en América se debió básicamente al periodo de conquista e invasión europea a América. Un dato curioso es que no se ha encontrado vestigios de dicha corteza en ningún cuerpo o tumba ancestral que demuestre su uso fuera de la tribu de Malacatos, por lo que se puede casi asegurar que sólo dicha tribu conocía su importante uso a pesar que esta especie crece en casi toda zona subtropical de América.
El descubrimiento por tanto frenó un conjunto de muertes dado su efectividad frente a la enfermedad que tenía diezmada la población española que iniciaba su proceso de colonización. Con esta importante connotación Pedro Leiva pasa a convertirse en uno de los más grandes benefactores de la humanidad, que a criterio del Dr. Plutarco Naranjo (†) quizás ni el descubrimiento de la penicilina ha salvado de la muerte a tantos millones de pacientes como la quina y la quinina.
Años más tarde y según diversos archivos históricos, sesudos autores tales como el agustino Fray Antonio de la Calancha y el Dr. Pedro Barba; este último, médicos de la cámara del Rey Felipe IV comenzaron a dar testimonio escrito sobre las importantes propiedades curativas de la quina. Adicionalmente se conoce que años antes el Rey Felipe II encarga a su médico el Dr. Francisco de Hernández, viniese al nuevo mundo a constatar este como muchos otros descubrimientos con respecto a las nuevas especies vegetales descubiertas, dándose a la tarea de recopilar por primera vez todo el folklore médico de las comunidades aborígenes del nuevo continente terminando por elaborar no uno sino varios volúmenes con la descripción de no menos de setecientas plantas de México únicamente, quedando entre abierta la posibilidad de muchas más especies distribuidas a lo largo de Sur América.
Por fin y muchos años más tarde y ya con una América que terminaba sus periodos
coloniales, y se fraguaron los primeros hechos independentistas, es más, cuando ya Repúblicas como el Ecuador habían nacido; el parisino Charles Louis Alphonse Laveran (1845-1922) hace un importante descubrimiento para la medicina en general y un paso enorme en torno a la microbiología, entre los años 1878-1883 mientras permanecía como médico militar en Bône (Argelia) en medio de una situación insostenible por las muertes de militares afectados por la malaria decide estudiar la sangre de los afectados, determinando pequeños corpúsculos negros, tras investigar el origen de este pigmento descubre el agente causal de la enfermedad siendo un hematozoario a quien nombró como Haemamoeba laverani. observándolo por primera vez un 26 de octubre de 1880. El Plasmodium malariae, productor del paludismo fue combatido con la quina y su respectivo alcaloide la quinina siendo este el primer medicamento específico y originando también la medicina terapéutica etiológica.
El nombre de Pedro Leiva quedó perdido en pocos y polvorientos documentos que poco o casi nada mencionan su labor, cosa que no es nada rara, así como no es nada extraño que personajes como el sacerdote Juan López que se atribuyan el descubrimiento de la especie; por esta razón la importancia de rescatar del olvido a este importante personaje, que puede ser considerado como un primer precursor de la medicina latinoamericana. Historias como la de Leiva deben existir en toda nuestra América a la espera de ser salvadas de la ingrata y frágil memoria de los pueblos.
BIBLIOGRAFÍA
- Naranjo Plutarco. (1978) Precursores de la Medicina Latinoamericana. Academia de Medicina del Ecuador. Editorial Universitaria. Quito-Ecuador.
- Pérez P. Rodolfo. (1994) Diccionario Bibliográfico del Ecuador. Tomo VI. pp 186-187. Imprenta de la Universidad de Guayaquil. Guayaquil-Ecuador.
Visitas: 0
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.