Continuando con la recopilación histórica realizada por el Dr. Plutarco Naranjo (✞), es el turno para un ilustre personaje representante de la hermana República de Colombia, el español José Celestino Mutis y Bosio, un importante médico que entregó su tiempo y pasión científica al entonces Reino de la Nueva Granada, y cuyo esfuerzo trascendió a lo que hoy constituye la República de Colombia, si dudarlo su trabajo llena de orgullo al país cafetero; adicionalmente quisiera compartir con ustedes el documental que detalla su obra en concreto, espero que lo disfruten tanto como yo.
José Celestino Mutis y Bosio
(1732-1808)
José Celestino Mutis y Bosio nace en Cádiz – España de una noble familia, su vida y obra, que hasta cierto punto puede considerarse «ad honorem», hoy en día se entiende como uno de los mayores aportes realizados al ámbito de la ciencia generada desde aquí, desde Latinoamérica, entregada al mundo entero, sea por su contexto histórico, el valor científico que posee o simplemente la enorme valía artística que se plasma en cada una de las láminas que componen la totalidad de su obra.
Precisamente por ello y con justo homenaje, el escritor y científico colombiano, Luis López de Mesa, quien fuera Ministro de Relaciones Exteriores de Colombia del entonces presidente Eduardo Santos; se refiere a Mutis en muchas de sus obras como «Maestro protomédico y protomártir por la libertad americana» (1944).
Médico, botánico, físico, catedrático, matemático y sacerdote eran parte de lo que constituía formación científica y teológica de Mutis; desde jóven se reveló como un hombre de inteligencia y con amplias capacidades muy por fuera de lo común todo ello emparejado con una severidad de carácter inigualable que encajaba perfectamente con su disciplina y amplio sentido de realizar sus actividades con profunda excelencia. Sus estudios superiores los realizó en las Universidades de Cádiz y Madrid, siendo esta última en donde terminara su doctorado en 1754.
En muy poco tiempo logró hacerse de un importante prestigio y notoriedad en el aspecto profesional como médico a tal punto que fue solicitado para formar parte de la Real Comitiva que acompañaría al nuevo Virrey, don Pedro Messía de la Cerda, hasta Santa Fe de Bogotá.
Finalmente Mutis llega hasta Nueva Granada en 1760, en calidad de médico del Virrey Carlos III, sin imaginar que esa tierra que lo acogiera entonces se convertiría en el foco central de todos sus sueños y a la que dedicaría el resto de su prolífica vida.
Como era común en la entonces Colonial de Bogotá, había mucho por hacerse, para convertirla en un verdadero tesoro de la corona Española, Mutis lo sabía y empezó a ejecutar las nuevas orientaciones de la medicina y se dedicó en concreto a renovar la enseñanza de la ciencia de Esculapio. Sus primeros esfuerzos se centraron en crear y organizar la cátedra de medicina en el entonces célebre Colegio de Nuestra Señora del Rosario, cuna de los primeros médicos colombianos, sin embargo y ante la necesidad extrema de docentes, Mutis quien era todo un académico, sustentó también las cátedras de matemáticas física y astronomía.
Sin embargo, las cuatro paredes que rodean un aula de clases no era el destino que depararía la suerte de Mutis, ya que desde su llegada no pudo dejar de notar la abundancia de la flora del Reino de la Nueva Granada y es en esas selvas y páramos rodeados de exuberante vegetación que construyó su sueño, las plantas notoriamente eran su tentación y soñó con poder describir en detalle todas las especies que comprendían el reino de la Nueva Granada con el fín de poder difundir sus usos como aporte para la corona.
Conforme fue desarrollando la observación y colecta de las especies, no tardó en entrar en correspondencia con el renombrado Botánico sueco Carlos Linneo, mismo que quedó maravillado con su trabajo, dado que Mutis no hablaba sueco, ni Linneo español, la correspondencia se realizó en Latín, entorno a ellos se recreó una atmósfera de admiración mutua que cruzó el océano Atlántico; Mutis entre la inmensa variedad de plantas que descubrió quedó muy sorprendido por una en especial y no pudo resistirse en enviar una representación pictográfica a Linneo con el afán de poder clasificarla y nombrarla, esa especie representa toda la obra de Mutis, Linneo por su parte y al tratarse de una especie tan extraña aún para él, dado a que se asemejaba a un verdadero rompecabezas biológico, ya que por un lado presentaba hojas compuestas y por otro compartía rasgos que ponían en tela de duda la familia a la que se le clasificaría, finalmente Linneo rinde homenaje a Mutis bautizándola como Mutisia clematis L. f. representada por Salvador Rizo a continuación:
Tiempo, fue un factor que siempre le faltó a José Celestino Mutis para realizar sus trabajos e investigaciones; en mi corta experiencia con botánicos en el Ecuador me atrevo a decir que el tiempo definitivamente es un factor que a todo botánico apasionado le hace falta; sin embargo entorno a Mutis el aspecto social y cortesano siempre fue algo que le repugnó a tal punto que jamás abandonó los hábitos sino más bien encontró una interesante armonía entre la medicina, la meditación y la botánica.
Ya entrado el año 1783, el Virrey Carlos III, cumple el anhelo de Mutis, nombrandolo mediante Cédula Real como Director de la Real Expedición Botánica al Nuevo Reino de Granada, a su cargo estaba el detallar pictográficamente las especies vegetales. Sin escatimar tiempo, esfuerzo, sacrificio; sin extenuación alguna producto de las largas jornadas que él y su equipo de colaboradores realizaban para la colecta de las especies, impertérrito ante el hambre, sed o el sol abrasador del trópico, Mutis trabajó de forma incansable innovando constantemente sus técnicas y las de sus pintores, basándose en técnicas y publicaciones europeas. Dado que Mutis era muy precavido ordenó realizar suficientes copias en tinta china con tal de no permitirse la pérdida de ningún espécimen; el campamento se centró en Santa Fe de Bogotá. La expedición recorrió casi todo el territorio de la Nueva Granada.
En el territorio explorado, realizó investigaciones mineralógicas encontrando minas de oro y plata además colectó miles de plantas (aproximadamente 20.000 especies) mismas que se distribuyen en al menos 50 géneros; así como unas 7000 muestras zoológicas. Por la magnitud de su trabajo el Virrey Carlos III ordenó fiscalizar la obra nombrando como veedor al pintor Francisco Martínez del virreinato de Nueva España, quien conocía las técnicas que requerían las pinturas de Mutis; al examinarlas, quedó asombrado y dió lustre a su trabajo elogiándolo a él y a sus pintores ante el virrey, de esta manera se garantizó apoyo total por parte de la corona ya que el mismo, superaba de por sí el valor científico e incluso artístico por la perfección con la que se estaban realizando las representaciones, afirmando que dicho trabajo sería de mucha ayuda al mundo de la ciencia.
El taller-campamento de Mutis no tardó en convertirse en toda una escuela de grandes referentes de la pintura, por ella desfilaron grandes personalidades que enaltecieron su trabajo, por ejemplo Alexander Von Humboldt, al enterarse de la expedición decide hacer una parada en Santa Fe de Bogotá con el afán de observar de cerca el trabajo que se estaba realizando donde calificó a Mutis como «el mejor ilustrador botánico del mundo». La expedición comprendía varias disciplinas, Mutis tenia principal interés por describir diversos usos medicinales de las diferentes especies que colectaba, las que tenían una especial relevancia incluso trasladó y replantó en un Jardín que construyó en el recinto; a la expedición se unió el joven Francisco José de Caldas, científico, botánico y especialmente astrónomo al sentir gran admiración por el trabajo de Mutis decide contribuir desde la parte geográfica, se le nombra responsable de extender la expedición hasta los límites con el Reino de Quito, en Ibarra se reúne con Alexander Von Humboldt y descubren que compartían en común ciertos métodos de medida para montes, montañas y cerros, su técnica barométrica era muy precisa y a la vez era compartida por Humboldt, gracias a ello adicionalmente Caldas aportó con su hipótesis de que las especies vegetales y su crecimiento depende directamente de la altitud en la que se encuentran, lo que fue de importante ayuda en el trabajo de Mutis.
La expedición duró 30 años y el gran pecado de Mutis fue no publicar su obra, quizá porque esperaba publicarla en su totalidad, aunque de por sí ya era monumental y tomaría muchísimo tiempo, y es precisamente el tanto tiempo de espera lo que generó ciertas inquinas con la Corte Española por lo que tuvo que publicar una muy pequeña parte de su obra. Entre tales publicaciones se destacan: «El garcano de la quina» (1793), donde describe los usos del árbol de quina, especie descubierta en Ecuador con la finalidad de curar la malaria (Para mayor información sobre este descubrimiento: Precursores de la Medicina Latinoamericana (PARTE I: Pedro Leiva)), y «Memorias sobre las palmas del Nuevo Reino de Granada» donde hace especial énfasis sobre los diversos usos de aceites esenciales provenientes de palmas así como usos alimenticios, sin embargo la vida no le alcanzó para ver su obra.
Entre los descubrimientos más importantes fueron encontrar especies de quina en el territorio ya descrito, descubrió el denominado té de Bogotá, describió propiedades diversas del bejuco, procesos de aclimatación para cultivar canela, anís y nuez moscada.
Entre sus colegas y colaboradores estuvo el presbítero Juan Eloy Valenzuela cuya función era ayudar en la colecta y transportación de los especímenes así como informar sobre el consumo del material en calidad de administrativo fue nombrado como subdirector de la expedición; en calidad de oficial de pluma el dibujante Pedro Antonio García y Salvador Rizo, Francisco Javier Matiz figuró como dibujante a lápiz, con el tiempo ganó gran habilidad y se convirtió en pintor; Sinforoso Mutis Consuegra, sobrino de José C. Mutis, quien tiempo después le sucedieran en su obra también colaboró en el aspecto botánico; Francisco Antonio Zea, quien no tenía nada que ver con la botánica por ser periodista, se encargó de la crónica y documentación escrita de la expedición junto a Jorge Manuel Restrepo; Jorge Tadeo Lozano importante naturalista hizo parte en especies de animales y finalmente, el antes mencionado Francisco José de Caldas quien anhelaba sucederle tras su muerte sin embargo se dedicó exclusivamente a aspectos geográficos y astronómicos.
Con el tiempo el campamento dejó de ser solo un lugar con fines biológicos, ya que al tener en sus instalaciones, mismas que tiempo después pasaron a bautizarse como la Fundación del Observatorio Astronómico de Santa Fe de Bogotá, en la que diversos proyectos científicos se crearon, como la Sociedad de Científicos Amigos, a la que pertenecieron los personajes que antes se detalló, allí se empezaron a debatir diversas ideas de la coyuntura política de la Colonia y los distintos acontecimientos que se venían dando en España, haciendo que el observatorio se vuelva una verdadera cuna de próceres para lo que el 20 de julio de 1810 se plantearía como un primer intento de independencia total de España, que no terminó nada bien, puesto que entre 1815-1816, tras diversas guerras civiles se diera la reconquista terminando por fusilar a Caldas y Lozano en el patíbulo.
Por orden de Pablo Morillo y Morillo las más de 6000 láminas terminadas de Mutis más otras 1000 sin terminar que pretendían realizar «La Flora de Bogotá» fueron empaquetadas y enviadas al Real Jardín Botánico de Madrid donde han permanecido hasta la actualidad, por más de un siglo permaneció inerte hasta que gracias al botánico Santiago Díaz Piedrahita (✞), y gracias a un pacto de cooperación entre el gobierno de la República de Colombia y España es que se logró la publicación de 33 volúmenes del trabajo de Mutis con un aproximado de 60-80 láminas por volumen, lo que constituye una de las más grandes y monumentales publicaciones científicas que posee el país cafetalero. Por esta razón Mutis se constituye como un importante personaje colombiano que logró instaurar los inicios de la medicina en Colombia gracias a todos los discípulos que vieron en su sombra paternal la inspiración para tan noble profesión así como botánicos y científicos. Pero también gracias a él crecieron los patriotas y próceres de la independencia, en especial de la manos de Caldas, cuyas últimas palabras antes de su ejecución servirán para terminar este artículo, esperando que sirva para rescatar la memoria de nuestra patria grande, quien dijo:
«España no necesita sabios» Francisco José de Caldas.
BIBLIOGRAFÍA
- Naranjo Plutarco. (1978) Precursores de la Medicina Latinoamericana. Academia de Medicina del Ecuador. Editorial Universitaria. Quito-Ecuador.
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