La materia orgánica y su papel en el mantenimiento de la salud de los suelos
Aguirre Alejandro1, Loya Denisse1, Gordón Lucely1, Logacho Darwin1, Llerena Evelyn1, Chávez Catherine1, Leonela Arcos1 & Pineida John1
[1] Universidad Central del Ecuador, Facultad de Ciencias Agrícolas, Agronomía. Quito – Ecuador
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La intensificación agrícola registrada en la mayoría de países latinoamericanos, podría considerarse positivo en términos de incremento y record de los rendimientos agrícolas intensivos (Casas, 2006), sin embargo, hay que cuestionarse y reflexionar acerca de la planificación a futuro de los recursos asociados a los agroecosistemas, en medida de que se compromete tanto la estructura y funcionalidad de estos ecosistemas relacionados con el impacto antropogénico que reciben como efecto de la agricultura, en este contexto, uno de los recursos cruciales para la sostenibilidad de la producción de alimentos es el recurso suelo.
Bautista Cruz et al. (2004) afirman que a pesar de la importancia que el suelo, este recurso no ha recibido de la sociedad la atención que merece, en efecto, su degradación es una seria amenaza para el futuro de la sociedad, para evitarlo es necesario contar con una sólida concepción de la calidad del recurso suelo y sus respectivos indicadores.
La calidad y salud de los suelos son conceptos homólogos, sin embargo, Romig et al. (1995) describen a la salud de los suelos como el estado de sus propiedades dinámicas como contenido de la materia orgánica, diversidad de organismos en un determinado periodo de tiempo, mientras que la calidad se relaciona intrínsecamente con la utilidad que los suelos reciben para un propósito específico en una escala amplia de tiempo (Doran y Parkin, 1994).
Por ello es fundamental determinar el rol de la materia orgánica (MO) en la salud integral de los suelos, dentro del marco de los principios que lo rigen, para este fin es necesario describir las relaciones que este componente tiene con las poblaciones de microorganismos presentes en el suelo. Fuhrer (2020), categoriza en cinco principios la salud del suelo, el presente ensayo vincula el rol de la MO en cada uno de ellos, a fin de responder los cuestionamientos anteriores.
La cobertura del suelo (Principio1)
La cobertura del suelo se caracteriza por ser un manto de MO de residuos vegetales y animales, Sanchéz et al. (2010); Muñoz et al. (2013) mencionan que la cobertura influencia en las propiedades:
Físicas: regula la temperatura, incrementa la densidad aparente, aumenta la retención de agua y humedad, mejora la estructura del suelo, ablanda las capas compactadas, disminuye la lixiviación provocada por agentes de erosión.
Químicas:, aumenta la capacidad de intercambio iónico e incrementa los micro/macronutrientes del suelo disponibles para las plantas, generando movilización y reciclaje de nutrientes.
Biológicas: promueve el desarrollo y actividad de microorganismos, alimenta el proceso de respiración microbiana, ayuda al crecimiento radicular, se usa para controlar malezas y plagas, lo cual reduce el uso de pesticidas, herbicidas y fertilizantes químicos que perjudican la microfauna.
Sin embargo, el exceso en la cobertura del suelo perjudica el desarrollo de los cultivos, disminuyendo la velocidad de infiltración del agua, aumenta la actividad de agentes patógenos, atrae fauna peligrosa, acidifica el suelo y en exceso puede afectar la estructura del suelo (Tapia et al., 2002).
La minimización de la alteracion del suelo (Principio 2)
Un suelo está alterado cuando sus características originales han sido modificadas de manera negativa, sea por acción biológica como el pastoreo excesivo que limita la capacidad de las plantas para captar CO2 y luz solar; la alteración química que se da con el uso de fertilizantes y pesticidas que alteran las funciones de la red alimentaria del suelo y alteración física como el tipo de labranza (factores antropogénicos).
La labranza intensiva, provoca erosión de los suelos, formando costras, limitando la emergencia de la planta y el agotamiento de la MO del suelo, por lo que se recomienda la labranza cero o mínima y la incorporación de MO siendo este último de vital importancia para mejorar la salud de los suelos (Valverde et al., 2002).
La diversidad del suelo (Principio 3)
La sostenibilidad del agroecosistema depende de las sinergias entre modelos concretos de recursos referentes a la agricultura tradicional como ecológica, la diversidad de plantas, macro/microfauna y microbiológica en el suelo sustentadas por la MO en todas sus formas (Labrador, 2008).
Murray et al. (2014) recomienda la agroecología, dado que el suelo no es alterado por completo, existiendo mayor contenido de MO a comparación de un manejo convencional. Los organismos del suelo aportan una serie de servicios fundamentales para la sostenibilidad de todos los ecosistemas, son el principal agente del ciclo de nutrientes, regulan la dinámica de la MO del suelo, la retención del carbono y la emisión de gases de efectos invernadero.
La presencia continua de plantas vivas y sus raíces (Principio 4)
Se puede distinguir los suelos naturales de los suelos alterados por la actividad humana, estos últimos presentan remociones y adiciones intermitentes, según el cultivo y el grado de mecanización empleado. La explotación del suelo por cultivo monocultivo ocasiona una progresiva pérdida de MO, esa disminución es más evidente en los primeros años del cultivo (Toro, 2015).
Por ejemplo, cuando se cultiva ininterrumpidamente maíz, puede causar una pérdida de MO edáfica, por lo cual es recomendable adoptar una rotación de cosecha. A medida que se va intercalando otros cereales y leguminosas con dicho cultivo, la disminución de MO se hace menos evidente llegando a mantener el nivel orgánico original. Esta misma rotación es útil cuando se pretende recuperar el contenido orgánico inicial de suelos muy esquilmados por el continuo cultivo de cereales (Gallardo et al., 1982).
Los cultivos de cobertura pueden completar el período de inactividad y proporcionar el exudado de raíces vivas. Los sistemas radiculares exudan una variedad de compuestos orgánicos enriqueciendo la rizósfera, especialmente de compuestos carbonados, por tanto, esta zona, está influenciada por la actividad microbiana que metaboliza este C (Toro, 2015).
Integración de los animales a los sistemas productivos (Principio 5)
Los residuos orgánicos de naturaleza animal cumplen un papel fundamental en el sistema de producción debido a que estos permiten devolver al suelo nutrientes que no fueron utilizados, se puede mencionar el caso del estiércol que es considerado la materia fertilizante más importante, ya que tanto los excrementos como la orina, que es conocida como purín, aportan nutrientes al suelo, como N, Ca, Mg, P, etc., estos materiales se mezclan comúnmente con otros como el aserrín para mejorar los rendimientos (Navarro y Navarro, 2014).
Otro ejemplo claro de esta relación es el humus de lombriz, resultante de la transformación de la MO, ingeridos por las lombrices que se transforman al pasar por el intestino, donde se mezclan con elementos minerales, microorganismos y fermentos que dan lugar a importantes cambios en la MO haciéndola estable y persistente a la lixiviación. Este es un buen sistema de producción de MO aprovechable para las plantas. De esta manera se protege al suelo de la erosión mejorando sus características físico-químicas y biológicas aumentando también la disponibilidad de nutrientes.
En definitiva resulta imposible imposible no destacar la importancia que tiene la MO en la salud integral de los suelos, es parte de los procesos de ciclaje de nutrientes e integra los residuos animales a estos procesos, mejora la asimilación de nutrientes sintéticos y minimiza su impacto negativo, proporciona energía a los microorganismos que sostienen el equilibrio en la rizósfera a través de la respiración microbiana, establecen procesos de simbiosis importantes para la producción sostenible de cultivos agroecológicos, mejoran la estructura del suelo en términos de cobertura y porosidad, diversifica la micro/macrofauna asociada al agroecosistema así como la diversidad genética entre las especies vegetales que se asocian a su implementación.
Referencias (Crop Science)
Bautista Cruz, A., J. Etchevers Barra, R.F. del Castillo, y C. Gutiérrez. 2004. La calidad del suelo y sus indicadores. Ecosistemas 13(2): 90–97. http://www.revistaecosistemas.net/articulo.asp?Id=149.
Casas, R. 2006. Oportunidad de preservar la calidad y salud de los suelos. Rev. Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria 60: 36–61. http://sedici.unlp.edu.ar/bitstream/handle/10915/29127/Documento_completo.pdf?sequence=1&isAllowed=y (accessed 22 February 2021).
Doran, J.W., y B.T. Parkin. 1994. Defining Soil Quality for a Sustainable Environment. Wisconsin, USA.
Fuhrer, J. 2020. Soil Health: Principle 1 of 5– Soil Armor | NRCS North Dakota. Natural Resources Conservation Service North Dakota | United States Department of Agriculture (USDA). https://www.nrcs.usda.gov/wps/portal/nrcs/detail/nd/soils/health/?cid=nrcseprd1300631 (accessed 22 February 2021).
Gallardo, J.F., M. González Hernández, y C. Pérez García. 1982. La materia orgánica del suelo. Su importancia en suelos naturales y cultivados. Salamanca, España.
Labrador, J. 2008. Manejo del suelo en los sistemas agrícolas de producción ecológica. España.
Muñoz, D., M. Ferreira, I. Escalante, y J. López. 2013. Relación entre la cobertura del terreno y la degradación física y biológica de un suelo aluvial en una región demiárida. Tierra Latinoamericana 31(3): 201–210.
Murray, R., M. Orozco, A. Hernández, C. Lemus, y O. Nájera. 2014. El sistema agroforestal modifica el contenido de materia orgánica y las propiedades físicas del suelo. Avances en investigación agropecuaria 18(1): 23–31.
Navarro, G., y S. Navarro. 2014. Fertilizantes Química y Acción. 2nd ed. Mundiprensa, Murcia.
Romig, D.E., M.J. Garlynd, R.F. Harris, y K. McSweeney. 1995. How farmers assess soil health and quality. Soil Water Conservation Journal 50: 229–236.
Sanchéz, C., Z. Menezes, E. Eiji, y N. Sakimao. 2010. Efecto de la cobertura en las propiedades del suelo y la producción del fríjol arrigado. Actualidad & Divulgación Científica 13(2): 41–50.
Tapia, V., L. Tiscareño, R. Salinas, V. Velázquez, P. Vega, et al. 2002. Respuesta de la cobertura residual del suelo a la erosión hídrica y la sostenibilidad del suelo, en laderas agrícolas. Tierra Latinoamericana 20(4): 449–457.
Toro, C.G. 2015. Guía educativa sobre la salud del suelo. Puerto Rico.
Valverde, F., M. Ramos, y R. Parra. 2002. Evaluación de sistemas de labranza de conservación del suelo y fertilización con fósforo en maíz, al tercer año de estudio. VII Congreso Ecuatoriano de la Ciencia del suelo. SECSUELO, Quito, Ecuador
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