La asociación de cultivos como estrategia en el control de plagas y enfermedades
1Aguirre-Flores, Alejandro
[1] Universidad Central del Ecuador, Facultad de Ciencias Agrícolas, Carrera de Agronomía. Ciudadela Universitaria, Quito, Pichincha, Ecuador. 170521 (C. P. 170521).
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La asociación de cultivos es la siembra de dos o más especies vegetales de forma próxima entre sí, de modo que, una o ambas pueden obtener beneficios durante su desarrollo. En la agricultura ecológica, la asociación entre cultivos se presenta como una práctica milenaria, garante de la protección contra los daños producidos por plagas y enfermedades. Los sistemas de monocultivo tienden a incrementar plagas específicas en función de la alteración que se ha producido en el agroecosistema, su control se ha basado en los principios de la revolución verde. El control químico ha sido la estrategia más usada para combatir enfermedades y plagas, esta práctica es costosa y ha repercutido en la contaminación del suelo y los recursos hídricos. La agricultura ecológica ha demostrado que la asociación entre especies proporciona un control de plagas de forma natural, generando una menor dependencia a los insumos externos al sistema. Por lo tanto, la práctica de asociación de cultivos se constituye en una técnica sostenible, ecológica, económica y viable que contribuye al manejo integral de plagas en la gestión de los cultivos.
Los monocultivos son sistemas de producción a gran escala en donde se prioriza la obtención de una sola especie, si bien esta práctica es eficiente y rentable desde una visión mercantil, desde el punto de vista ecológico es potencialmente desastrosa. La agricultura extensiva, especialmente los monocultivos, tienden a incrementar plagas específicas en función de la alteración que se haya generado sobre el agroecosistema, su control se ha basado en los principios y tecnologías de la Revolución Verde. Un claro ejemplo de este fenómeno es la producción intensiva de “biocombustibles”, en los Estados Unidos, la producción de biodiesel se triplicó de 25 millones de galones en 2004 a 75 millones de galones en 2005, sin embargo, Estados Unidos es incapaz de producir localmente suficiente biomasa de biocombustibles para satisfacer su demanda, en respuesta, las áreas de cultivo extensivo de caña de azúcar para producción de bioinsumos han ido en aumento en el hemisferio sur, grandes plantaciones de caña, palma aceitera y soya reemplazan los bosques, prados y cosechas de alimentos en Brasil, Argentina, Colombia, Ecuador y Paraguay (Altieri, 2009), las tecnologías que facilitan este cambio hacia estos monocultivos a gran escala son la mecanización, la mejora de variedades de cultivos a través de la ingeniería genética, y la aplicación de cantidades masivas de fertilizantes y herbicidas químicos. Truitt (2019) menciona que en los cultivos de soya de Brasil la enfermedad del moho asiático se ha vuelto cada vez más persistente a los tratamientos químicos, en consecuencia, los agricultores aplican en repetidas ocasiones agentes de control en el transcurso de su desarrollo fenológico, disminuyendo la salud del suelo, el agua subterránea y la biodiversidad. Lo propio sucede con E.E.U.U. y América latina que reportan resistencia de las arvenses al glifosato dentro de este mismo cultivo, haciendo que los productores usen insumos mucho más fuertes y destructivos de la biodiversidad local. Los sistemas extensivos de producción de alimentos y otras materias primas, en definitiva, son causantes de la reducción de la diversidad de plantas y otros seres vivos en un área agrícola, esta reducción en sí misma, es un factor atrayente de un mayor numero de insectos plaga por la facilidad de proliferar en un “desierto verde”.
El uso de los plaguicidas es múltiple y variado. La agricultura es la actividad que más emplea este tipo de compuestos, consumiendo hasta el 85 % de la producción mundial, con el fin de mantener un control sobre las plagas que afectan los cultivos. El control de plagas y enfermedades mediante el uso de insumos químicamente sintetizados es una practica ampliamente aplicada en los sistemas de producción de alimentos, esta práctica es costosa y ha repercutido en la contaminación del suelo y el agua. En México, un estudio realizado en Sinaloa determinó que esta localidad el uso de plaguicidas químicos sustenta la actividad agrícola, misma que ha generado problemas de contaminación en el suelo, agua, biota y sedimentos, esto a través de las descargas de estas sustancias tóxicas a los sistemas lagunares, vía drenes, riego y lluvia, por lo que esta situación constituye un factor de riesgo de contaminación para los ecosistemas terrestres y marinos. Por el alto volumen de aplicación de plaguicidas en el área agrícola (2 464 000 ton.) la toxicidad de los compuestos y su persistencia, es necesario apegarse a una reglamentación para la aplicación de los productos e ingredientes activos; de manera paralela, es conveniente fomentar y llevar a la práctica esquemas de agricultura orgánica y el uso de biofertilizantes para la nutrición de las plantas y bioinsecticidas para el control de plagas y enfermedades (García-Gutiérrez & Rodríguez-Meza, 2012). La contaminación ambiental por plaguicidas está dada fundamentalmente por aplicaciones directas en los cultivos agrícolas, lavado inadecuado de tanques o contenedores, filtraciones en los depósitos de almacenamiento y residuos descargados y dispuestos en el suelo, derrames accidentales, el uso inadecuado de los mismos por parte de la población, que frecuentemente son empleados para contener agua y alimentos en los hogares ante el desconocimiento de los efectos adversos que provocan en la salud (del Puerto et al., 2014). Devine et al. (2008) mencionan que el impacto ecológico de los sistemas agrícolas de alto rendimiento es intenso, los insecticidas contribuyen a ese daño mediante su toxicidad directa en las especies que no son el objetivo y al eliminar a los organismos que sirven de alimento a otros mayores en la cadena alimenticia. En conclusión, las tecnologías basadas en la Revolución Verde, tales como el uso de plaguicidas de síntesis química han repercutido en daños ambientales, son un riesgo para la salud humana y son causantes de la perdida de la biodiversidad.
El manejo de plagas y enfermedades, generalmente, se sustenta en aplicaciones de agroquímicos, tanto por productores como por técnicos, esto repercute en costos elevados de producción, dependencia a los insumos externos al sistema y degradación de los recursos naturales. La agricultura ecológica ha demostrado que la asociación entre especies proporciona un control de plagas de forma natural, generando una menor dependencia a los insumos externos al sistema. Estos efectos plantean la necesidad retomar prácticas agrícolas basadas en los principios ecológicos, una de estas prácticas es la asociación de cultivos, esta promueve mayor diversidad biológica, mejora el uso de los recursos, disminuye las pérdidas y proporciona protección contra plagas y enfermedades (Cabrera, 2010; Escandón, 2012). Por ejemplo, en México, la asociación de cultivos con cempoal Xóchitl o “flor de muerto” (Tagetes erecta L.), ha permitido el control de nemátodos en condiciones de campo e invernadero, esto se debe a la presencia y secreción de compuestos tiofenos de los tejidos de T. erecta (Gómez-Rodríguez & Zavaleta-Mejía, 2001). Una de las asociaciones más conocidas es la interacción entre cereales y leguminosas, históricamente, el maíz, asociado con cultivos como el frijol, haba, cucurbitáceas, árboles forestales, árboles frutales, plantas alimenticias y medicinales nativas, forma lo que, en conjunto, se denomina “milpa”, que en lengua náhuatl significa “campo recién limpiado”, este sistema de producción agroforestal permite la diversificación de los cultivos, reduciendo de esta manera la vulnerabilidad ante pérdidas ocasionadas por plagas y enfermedades así como de efectos climáticos adversos (FAO, 2007; Vásquez González et al., 2018), confirmando lo expresado por Torres – Calderón et al. (2018) quienes afirman que la asociación de cultivos tiene influencia sobre la población de insectos plaga, debido a que algunas plantas liberan olores que desagradan a los insectos, a la vez son repelentes y pueden ayudar a controlar las plagas sin necesidad de usar productos químicos, además impiden la proliferación de arvenses dado que con una mayor utilización de la superficie se evita el crecimiento de las mismas. En definitiva, los cultivos en asociación garantizan un control sostenible y efectivo contra las plagas y enfermedades, mediante la aplicación se sistemas agroforestales y policultivos en un modelo producción agroecológica.
La asociación y rotación de cultivos es una estrategia integral en el control de plagas y enfermedades en los sistemas productivos agropecuarios, el manejo agroecológico de plagas propicia las condiciones para que los elementos bióticos y abióticos del agroecosistema tomen un rol en la generación de un equilibrio sostenible en la producción de alimentos e insumos, estas practicas suman alternativas para disminuir el uso de agroquímicos y en consecuencia permiten reducir los efectos nocivos generados sobre el suelo, el agua y los recursos bióticos. Si bien es cierto, la agricultura convencional de alta extensión ha contribuido con sus prácticas fundamentadas en las tecnologías de la Revolución Verde a la generación de resistencia de los agentes patógenos y plagas a diversos productos de control químicamente sintetizados, la agroecología desde sus diversos enfoques permite subsanar estos efectos mediante la aplicación de prácticas alternativas como el policultivo. La literatura demuestra los daños ambientales ocasionados por el uso indiscriminado de agroquímicos, pero además, también demuestra la eficacia de la asociación de cultivos como alternativa en el manejo integrado de plagas y enfermedades. Es fundamental, para la masificación de métodos agroecológicos de producción y control de plagas y enfermedades la integración interdisciplinaria e interinstitucional de cada nación la toma de decisiones que garanticen la seguridad alimentaria y el derecho de obtener alimentos libres de remanentes químicos de naturaleza tóxica, así como la conservación de los recursos naturales en la producción de materias primas, especialmente alimentos. Los diversos autores analizados en este ensayo plantean la necesidad de diversificar los estudios en torno a las medidas de biocontrol de plagas y enfermedades en donde la academia toma un rol fundamental en el desarrollo de tecnologías sostenibles en la producción agraria del mundo. Alimentarse es un acto político que requiere conciencia y conocimiento de lo que los seres humanos en torno a la conservación de nuestros limitados recursos naturales.
Referencias
Altieri, M. A. (2009). Los impactos ecológicos de los sistemas de producción de biocombustibles a base de monocultivos a gran escala en América. Agroecología, 4, 59–67.
Cabrera, E. (2010). Las asociaciones maíz-leguminosas: su efecto en la conservación de la fertilidad de los suelos. Agronomía Mesoamericana, 8(1), 65–73.
del Puerto, A., Suárez, S., & Palacio, D. (2014). Efectos de los plaguicidas sobre el ambiente y la salud Effects of pesticides on health and the environment. Revista Cubana de Higiene y Epidemiología, 52(3), 372–387. http://scielo.sld.cu
Devine, G. J., Eza, D., Ogusuku, E., & Furlong, M. J. (2008). Uso de insecticidas: Contexto y consecuencias ecológicas. Rev Peru Med Exp Salud Publica, 25(1), 74–100. http://www.scielo.org.pe/pdf/rins/v25n1/a11v25n1.pdf
Escandón, N. (2012). Rotación y asociación de cultivos en la provincia del Azuay para el rescate de la Soberanía Alimentaria. https://dspace.ucuenca.edu.ec/bitstream/123456789/3077/1/mag135.pdf
FAO. (2007). Guía Metodológica. La milpa del siglo XXI. (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, Ed.; 1ra Edición, Vol. 1). Magna Terra. http://www.fao.org.gt
García-Gutiérrez, C., & Rodríguez-Meza, G. (2012). Problemática y riesgo ambiental por el uso de plaguicidas en Sinaloa PROBLEMÁTICA Y RIESGO AMBIENTAL POR EL USO DE PLAGUICIDAS EN SINALOA. Ra Ximhai, 8(3b), 1–10. https://www.redalyc.org/pdf/461/46125177005.pdf
Gómez-Rodríguez, O., & Zavaleta-Mejía, E. (2001). La Asociación de Cultivos una Estrategia más para el Manejo de Enfermedades, en Particular con Tagetes spp. Revista Mexicana de Fitopatología, 19(1), 94–99.
Torres – Calderón, S., Huaraca – Fernández, J., Pezos, D. L., & Crisóstomo – Calderón, R. (2018). Asociación de cultivos , maíz y leguminosas para la conservación de la fertilidad del suelo. Ciencia, Tecnología y Desarrollo, 4(1), 15–22. https://doi.org/https://doi.org/10.17162/rictd.v4i1.1068
Truitt, G. (2019, February 28). Monocultivos: la amenaza de los “desiertos verdes” de hoy para la producción alimentaria de mañana. The Nature Conservancy | Perspectivas. https://www.nature.org/es-us/que-hacemos/nuestra-vision/perspectivas/monocultivos-amenaza-desiertos-verdes-produccion-alimentaria/
Vásquez González, A., Chávez Mejía, C., Herrera Tapia, F., & Carreño Meléndez, F. (2018). Milpa y seguridad alimentaria: El caso de San Pedro El Alto, México. Revista de Ciencias Sociales (Ve), 26(2).
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