Sobre algunas tesis filosófico-políticas del Sr. Dussel.

Ing. Justo Castillo Freire MSc. Ecuatoriano, nacido el 25 de diciembre de 1957; actualmente radicado en Quito. Ingeniero, especializado en Desarrollo Rural, Máster en Planificación del Desarrollo Socio-económico y Magíster en Docencia Universitaria e Investigación Educativa (coautor de dos tesis de posgrado). Profesor universitario en las cátedras de Filosofía, Economía Política, Política Económica, Teoría Política,…

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Ing. Justo Castillo Freire MSc.

Ecuatoriano, nacido el 25 de diciembre de 1957; actualmente radicado en Quito. Ingeniero, especializado en Desarrollo Rural, Máster en Planificación del Desarrollo Socio-económico y Magíster en Docencia Universitaria e Investigación Educativa (coautor de dos tesis de posgrado). Profesor universitario en las cátedras de Filosofía, Economía Política, Política Económica, Teoría Política, Poder y Liderazgo, Sociología, Administración, Gerencia Social, Planificación del Desarrollo, Diseño de Proyectos de Inversión Financiera y Social. Su principal obra: «La Nueva Concepción de la Historia» (2019). De adscripción política Marxista-Leninista estalinista; hasta hace tres décadas (1990), militante político activo.

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Quito, 7 de julio del 2016

Como marxista-leninista, frente al ataque a la doctrina y a la práctica (y sobre todo a su legado: la Revolución de Octubre y la aplicación transformativa del período 1917-1956), es obligación salir por los fueros de su defensa. Por tanto, quién crea hallarse ubicado en esa posición, no debe pasar por alto el mensaje inscripto en las presentes líneas.

En las mismas, se problematizan varias objeciones hechas públicas por el Sr. Enrique Dussel, sobre el marxismo-leninisno; en particular, respecto de su actitud infidente y reaccionaria, cuando declara proponerse intencional y deliberadamente demeritar la propuesta teórica de uno de los principales exponentes -y “camarada”- de dicha corriente: el Sr. Louis Althusser.

Dussel se ensaña gratuira y virulentamente contra Altusser (se diría: con toda la tradición marxistaleninista, que el llama “marxismo oriental”). ¿Por qué? Porque Altusser no piensa el marximo como lo hace Dussel. El Sr. Dussel, de modo irresponsable, “lanza el agua sucia de la bañera con el niño dentro”: no ve el lado bueno en el pensamiento althussriano.

Las refutaciones aquí expuestas, no responden al uso del arsenal categorial marxista-leninista, en cuanto tal; son producto, más bien, de mirar la “doctrina-Dussel”, con nociones de cosecha personal. De modo que, si se recurierra a la formación ideológico-teórica Leninista, no queda duda, que los cuestionamientos que proceden del trabajo intelectual de la persona citada, quedarían contestados de modo completo y conveniente.

La revisión de varios documentos de autoría del Sr. Dussel y la audición de alocuciones suyas yacientes en la web, traen a colación la sentencia atinente a que, para quién se declara pretender cambiar el mundo, pertinentemente debe tener presente la máxima: “Sólo la revolución es cambio”, el resto es simple parafernalia; mientras que, respecto de la denodada y larga trayectoria discursiva del Sr. Dussel, cabe esta sentencia: “Tanto nadar, para venir a morir en la orilla”.

CUESTIONAMIENTO A DUSSEL.

En la historia la población ha puesto su percepción sobre los comportamientos humanos reiterativos (los que constituyen la base formadora de patrones y que tornan predecible una actuación), según la modalidad expositiva de refrán. Uno de ellos es: “Del árbol caído, todos hacen leña”. Esta forma de apreciar ese tipo de hechos, en la dimensión esencial capta la realización de su ley. Puesta la “narrativa” en el plano de los procesos histórico-sociales, la misma entrevé la conducta del capital (de los sujetos tras de él), de sectores socialdemócratas y de los de la izquierda, frente a sucesos como los de 1917-1953, 1956-1989 (primera [enfrentamiento entre socialismo y capitalismo] y segunda [pugna por el dominio del mundo entre capitalismo clásico e imperialismo social soviético] guerras frías, respectivamente) y 1993, que acaecieron en la ex URSS y su Campo. En dichos ambientes, el denominador común de aquella “derivación” en torno de la experiencia, no es otro, que el solaz.

Unos (el frente intelectual burgués global), han tergiversado el carácter de los acontecimientos y han reaccionado de manera ideológicamente compulsiva y artera, a efecto de desprestigiar al socialismo; en suma, lo han hecho de ese modo, con el objeto de poner un nuevo velo sobre el rostro de la población (uso de la ideología en su acepción: falsa conciencia): que ésta palpe al capitalismo en cuanto orden bueno, mientras que su tacto también le diga, que el sistema alternativo, es negativo (There is not alternative). Socialdemócratas y socialistas por su parte han elegido similar forma de proceder (han unilateralizado y absolutizado su percepción particular), de acuerdo al criterio de que el proceso de Europa del Este fue un hecho no debido, connotado también como fallido; sentencia realizada con la intención de guardar distancias, deslindar responsabilidades con el “fracaso”, para verse exentos de contaminación con él, a efecto de poder reivindicar y mantener viva su utopía “socialista”.

Las lumbreras del pensamiento marxista y sus colaterales a escala mundial: principalmente los economistas de izquierda, que por fuerza (por Lenin) deben ser políticos, han producido ideas al respecto, y han sido voceros de esa tendencia. Uno de ellos, además: filósofo, pero que no ha recibido el favor mediático que merece, sobre todo en dominios geográficos de Occidente, es el Sr. Enrique Dussel; quién, con “argumentos” (y las comillas en este caso simplemente aluden al tipo específico de visión, pues, no se tiene la intención de poner en duda la valía perceptual inherente), versación y avezación, intensamente se ha referido en forma peyorativa sobre el marxismo-leninismo y sus ejecutorias (cree que el marxismo-leninismo está superado, muerto [“sueños de perro”; se adelanta el “criterio de verdad”, de que el marxismo-leninismo desaparecerá {se superará}, no porque lo sentencien el Sr. Dussel y diletantes, sino cuando ya no le quede papel histórico por cumplir {el mismo, dicho sea de paso, ha sido: poner una nueva evidencia, de que el capitalismo no es eterno, que tiene su sucedáneo; insertar una nueva contradicción, que obligó al capitalismo a acelerar el desarrollo de las fuerzas productivas; contribuir a la concreción de este desarrollo, con el avance propio de sus fuerzas productivas; sopesar las relaciones geopolíticas en el mundo; cerrar la posibilidad de que Rusia sea colonizada por Occidente; e, impedir que Marx se convirtiera en “perro muerto”}]).

Al Sr. Dussel hay que notificarle de entrada, que una posición sobre el marxismo reza que a esta formación ideológico-teórica no se puede aplicar la política cognitiva de “ruptura de paradigmas” o la de “romper esquemas”; tiene pertinencia, más bien, el trabajo teórico en la “continuidad de su objeto”, o sea, al marxismo (y al marxismo-leninismo) no se le compone o actualiza subjetivamente: se lo desarrolla (dixit Agustín Cueva Dávila). No obstante, tal capacidad de agudeza y sapiencia (la del Sr. Dussel), enfilada como crítica al “imaginario” europeo viene bien, pues, la recusación al eurocentrismo per se, reduce las ínfulas sectarias, chovinistas, racistas, inmaduras, de dicho sector.

Por ejemplo, el Sr. Dussel dice: el primer principio (de la economía), es la afirmación de la vida (postulado: la vida perpetua –sic). La pregunta surge inmediatamente: “afirmación de la vida”, ¿para qué? La respuesta se convierte en el verdadero primer principio: para que el ser humano se halle vivo y pueda cumplir su tarea, o sea, para que se produzca la idea (mientras que en la naturaleza los animales tienen la función de mantener vigente la vida mediante la participación en la formación de ciclos de equilibrio, el ser humano viene puesto para aprovechar el ecosistema, para cumplir una nueva y única misión: plantear el concepto [el ecocidio, en este caso, queda sin piso]). En realidad, el ser humano forma parte de la naturaleza y –para usar la terminología dusseliana- es exterior a ella; el resto de seres se hallan subsumidos en los ciclos naturales, el ser humano renuncia a esa “alienación”, se exterioriza para crear un nuevo elemento que no está en la materia: su representación; y, al subjetivisar la objetualidad, la persona se totaliza, subsume a su exterioridad, la realidad.

 Entre eruditos se ha escuchado decir, que debe estar la totalidad de un proceso acabado en la mente, para que se pueda poner la “abstracción inicial”, el principio del discurso (K. Kosik). Este comienzo no es la vida: la corporalidad viviente, la vida inmediata, el trabajo vivo o la pobreza, sino el neocórtex (la “última instancia es la vida”, dice el Sr. Dussel; no obstante, esta “última instancia” es la misión a cumplir por el ser humano, que, si no lo hace, todo lo demás queda como formas fofas); en verdad, todo empieza con el último eslabón evolutivo de la naturaleza: en cierto individuo, la información genética, inhibida en las células germinativas (o células madre) en la totalidad de seres, se pronuncia con la producción de ciertas células nerviosas, del sistema nervioso central (diríase: el sistema cortical), cuya cualidad es poder asociar los hechos, pensar, para generar la conciencia, y en el maremágnum de hechos este ser se refiere y se desprende de ellos.   

Al respecto, Marx parece que no dice, de modo directo, que la razón de ser del ser humano sea dotar de conciencia a la materia (en atención a lo que habría que preguntarle al propio Sr. Dussel, quién dice haber leído –traducido y comentado- los últimos escritos inéditos -manuscritos- de Marx en original alemán, si el Marx “viejo” hace una aseveración expresa en esa dirección), pues, en el documento, que suele citar la persona que escribe: Los grundrisse, Marx afirma, que una vez fuera del trabajo, el ser humano se dedica a aprovechar de la proveeduría de la mecánica (de las operaciones de automatización, de la robótica, de la inteligencia artificial), y a conocer y a dominar a la naturaleza (por tanto, la dignidad humana radica por entero en la praxis, en el arribo a la meta, en el cumplimiento de la misión: la producción del saber total).

Se tiene la impresión, que sólo Kant (teleología), Marx (con el paso del trabajo al autómata, el ser humano se dedica a conocer y a dominar a la naturaleza [máquina autónoma: trabajo pasado, muerto, que “trabaja” {entre comillas, por cuanto el autómata realiza una tarea que desconoce que está encaminada a un fin}]) y el Sr. Dr. Alfredo Castillo B. (el ser humano incorpora en su gran Universo espiritual, a la naturaleza entera), formulan ese tipo de prognosis. Dicho sea de paso; ser humano, definición: unidad mínima de inteligencia; poderoso dispositivo orgánico (neocórtex) hecho para pensar; su exclusiva función –por tanto- es producir el concepto; si en medio de ese trayecto (o como parte acicateante de ese recorrido) se enferma, si es agredido por la naturaleza, si guerrea, explota o hace la revolución, ese es otro cuento (son contratiempos, tretas de la naturaleza, de la historia, puestos en el camino prometeico de la Especie, que deben ser superados de cualquier modo por ésta, y que cuando lo logra, el resultado es una posición de mayor cognición respecto del mundo [el ser humano, si bien es el más inerme cuando nace, viene dotado del órgano más poderoso del Universo todo: el cerebro {el neocórtex, la inteligencia}, órgano: creador de otros órganos, de aquellos que se distribuyen de modo unilateral en el resto de animales {las alas, las agallas, el radar, la velocidad del guepardo, etc.} e incluso al propio cerebro en la inteligencia artificial]).

En el discurso de Marx la “visión de futuro” filosófico-científica es perfecta; en exposición diacrónica, el orden total de la vida humana: el pasado (Las formen), el presente (El capital) y el futuro (Los grundrisse); en su disposición: la formación de la comunidad humana sin clases, “equivalencial”, como ahora se está dando en llamar a esa “etapa común” del género por parte del sector del que el Sr. Dussel es cabeza, las subsecuentes clasistas precapitalistas: la esclavitud y las formas servil/señoriales, luego la burguesa y finalmente las postclasistas: el socialismo y el comunismo (etapa superior de aquella ésta y estructura humana completa); época última ésta, en la que se superan los conflictos ligados a la sobrevivencia, en que impera la racionalidad, florece y reboza el saber (afirmación del objetivo de la vida: producir el alter ego material, esto es, la dimensión simbólica). Por tanto, la pregunta clave, una vez alcanzado el status de equivalencialidad dusseliana es: ¿a qué se dedica el ser humano luego? (Los todos muy bien organizados no progresan: abejas, hormigas, termitas). Es la inquisición apropiada.

Sobre el “postulado” (develar todas las leyes de estructuración, funcionamiento y cambio del Universo), el Sr. Dussel, en sus alocuciones deja entrever (como lo hacen Hegel, San Agustín [La Biblia: la mitología cristiana en general], Godel, Lanz, Báez,…]), que también para él, el “absoluto” no está al alcance de la mano de la mente, que es imposible. Pero el cerebro humano –ya se ha dicho- es un órgano productor de órganos; por tanto, que rebasará los límites cognitivos naturales; se formará en cuanto tamaño del Universo (interfaz cerebros humanos, luego en conexión orgánica con un centro de inteligencia artificial). Al subsumirse el trabajo en el capital, aparentemente el trabajo se ha cosificado: “ha perdido su dignidad”; en verdad, la persona-trabajador cosificada es el medio (junto con el capitalista, en cuanto dualidad contradictoria o totalidad, que reifica material y subjetivamente) en la realización de la necesidad histórica: el progreso; progreso, que no es un “mito” moderno; es la elevación de la humanidad in abstracto, en último término: de formación de la conciencia (de cumplimiento del objetivo superior y único de todo lo dado).

El “mito”, por más que el Sr. Dussel quiera acomodarlo, es una forma primaria, anterior de representación de la realidad. La “modernidad”, por apremios del capital, es la necesidad y realidad del “paso del mito al logos” (de la doxa a la episteme [debe entenderse esta aseveración en el sentido en que ya no habrá la necesidad de la mediación del mito para acceder subjetivamente a la contextura de la realidad, o sea, de sus traductores, como el propio Sr. Dussel, el Sr. Benjamín o el Sr.  Hinkelammert, etc.]). En la época de la formación humana capitalista (también y sobre todo en el socialismo –Cuba) se reduce cada vez más la forma mítica de inteligir la existencia (cuando se dice que en la modernidad se pasa del mito al logos, de ninguna manera se contradice la idea de que el mito  sea “un relato racional en base a símbolos”; simplemente se asume, que la interpretación de los hechos no necesita más de figuración mitológica, que la misma no requiere de envoltura simbólica).

El “progreso” no es un mito, como ecologistas, humanistas y hedonistas insidiosamente lo ponen; es, más bien, una noción, que levanta el modo de ser de los hechos reales, la cual es una determinación nodal en el esquema conceptual de toda persona seria, que se contrapone a la percepción hedonista, fijista, estancada de concebir la realidad, la que se reduce al movimiento vital de los animales, el cual es cíclico repetitivo; el ser humano muestra su poder al conducir el saber objetivo positivista hacia la producción de procedimientos e instrumentos para horadar mucho más sobre un entorno críptico para el cerebro.

Quién escribe, cuando joven experimentó rechazo natural hacia la guapería europea y gringa (colonialidad, capitalismo, modernidad, progreso); de modo agresivo blasfemaba contra ese grupo poblacional; hizo caso omiso el aporte que esos subconjuntos humanos han dado al progreso humano. Mas hoy (gracias precisamente a las despotricaciones enfiladas por el Sr. Dussel ha dicho segmento humano [en cierta ocasión se leyó en algún lugar: “Gracias cristianos por hacer de mí un buen ateo”]) se ha morigerado ese “estado de la mente”, pues, no se puede actuar de manera absurda: “votar el agua sucia de la bañera, con el niño dentro”. Quizá el relato ideológico (mito) prospectivo, en el que se apliquen los razonamientos del Sr. Hinkelammert, según la perspectiva del Sr. Dussel, es en el “mito del Angel caído”: Luzbel se vuelve Lucifer (se cree que ni el Sr. Dussel como tampoco el Sr. Hinkelammert adviertan el hecho); esto es: el ser humano ignorante total en las cavernas, luego creador del conocimiento total, es el verdadero Diablo. Quienes se plantean la felicidad hedonista como el horizonte humano, necesitan de la idea fuerza de la “Etica de la liberación”; mientras que quién plantea con Marx, que el ser humano debe “conocer y dominar a la naturaleza” como objetivo y meta, asumen, con el movimiento real del mundo, el camino occidental y su superación.

Esta meta es de carácter prospectivo y especulativo, de interpretación del mito. Hegel: la historia es la realización del espíritu absoluto. En la lógica-histórica, la Religión (cristiana, hindú) viene a ser el “disfraz metafísico del auto movimiento” de la humanidad (K. Marx dixit). En algo si acertó el pensamiento religioso cristiano mitológico bíblico: en la postulación de la idea del paraíso y de dioses en él. El paraíso terrenal o el Cielo, son la naturaleza (tercera, “valor” de usufructo) creada específicamente por el ser humano en su práctica social del trabajo (en el escenario de la “lucha de clases”), sobre la basa de la naturaleza natural (primera naturaleza, valor de uso), montado en el plano medial de la segunda naturaleza (capitalismo, valor de cambio); en términos marxistaleninistas, es el comunismo.

El Sr. E. Dussel, estudioso de los asuntos religiosos, se detiene a reflexionar sobre los mitos: “son explicaciones racionales en base a símbolos”, dice, con lo cual implica a doxa con episteme; y, pone como ejemplo a varios mitos: el adámico, relato de la “falta moral siempre” (la liberación); el prometeico (la opresión): el destino (Prometeo fue castigado por siempre); el del Paraíso: respetar la restricción legal, porque si no llegarán a ser dioses; el abránico: el perdón, etc. El citado Sr., en cambio, no alude al mito bíblico: el ser humano se crea a sí mismo como “Dios” a través del viacrucis histórico, produce también el paraíso terrenal: el comunismo, como lo ponen Hegel y sobre todo Marx. Luego, si no se tiene una humanidad totalmente desplegada en otro lugar del Universo, que ponga el camino de su propio porvenir a la terrestre (a nosotros, a la nuestra), sea por proyección de la tendencia histórica del desarrollo de las fuerzas productivas, que ubica al género en el comunismo o en atención a lo que pensaron los escritores de la Biblia (cumplir la ley divina para ir al Cielo, que en este caso es desarrollar las condiciones materiales de vida, para avanzar al comunismo), se tiene la referencia del camino que debe seguir el Género. 

“La justificación del acto humano es el consenso, no la ley”, en otro momento el referido señor afirma. Pero, “… en democracia no todas las decisiones se pueden tomar por consenso, apelándose a las mayorías, pues, existen derechos que son intrínsecos, necesarios; por ejemplo: si se somete a consulta la pregunta sobre la paz en Colombia, si el pueblo, inducido por la mediática de los poderes exógeno y endógeno, se pronuncia en contra del acuerdo de paz entre los personajes tras del Estado colombiano y las FARC-EPL, habría que recurrir a otro mecanismo para conseguirlo”. En subconjuntos humanos de formación intelectual  estratificada, posicionados ideológicamente en el frente adverso a sus intereses (efecto de la asimetría material y la alienación), la “cumbre estratégica” es la que domina; y, en el caso de la política de la “línea de masas”, el proceso de gestión se torna empírico.

El pensamiento del Sr. Dussel tiene la pretensión de pasar a cumplir una nueva “función de faro”, para los años que vienen y para el grupo de países que han sido colonizados y que deben liberarse para dejar atrás la situación de tales, sobre todo de América Latina; dicha injerencia subjetiva, el Sr. Dussel pretende realizarla merced a denuestos sobre el marxismo-leninismo y con la perurgencia a los jóvenes (especialmente a los jóvenes, puesto que dice que no están contaminados con el marxismo-leninismo, con el althusserianismo), de que se adscriban sólo a sus tesis (abriga la esperanza que su discurso sea persuasivo per se; no obstante, de esta nueva aporía también se ocupa la realidad: el ser humano no es libre respecto de sus condiciones y de la historia: ellas “decidirán” cual nacionalidad se enseñoree).

Años dedicado sólo a la docencia ha vuelto empíricamente eficaz el desempeño difusor de su pensamiento. El “manejo de situaciones” (en el aula, en las disertaciones, en las entrevistas, en los debates y conversatorios) es audaz y exitoso, sobre todo en el proceso de enseñanza con personal dicente joven. Aunque el Sr. parece que nunca cruzó evento formal alguno de formación pedagógica, su vida académica le ha sido redituable. Digresiones, anecdotarios, bromas alternadas con el relato de episodios históricos, críticas a colegas fundamentadas o no, arengas y afectaciones personales narcisistas, componen la estrategia de recirculación de los contenidos de su disertación, llevada a cabo en el marco de la mediación discursiva didáctica prevalente: el formato expositivo magister dixi.   

Ahora bien, entrar a formular una crítica de todo su pensamiento, es posible sólo si se hiciera todo el camino recorrido por él, paralelamente a la revisión/aprehensión de otros planteos, pero sobre todo ir más allá de ellos, de modo de hallarse armado para ensayar una crítica profunda. En este caso, solo se topan aquellos aspectos, a juicio personal, considerados medulares, es decir, de interés, en la medida en que los mismos de antemano refieren de modo recusatorio el fundamento de la doctrina que se profesa. Así como no es probo demeritar el trabajo del Sr. Dussel, puesto que sería falta de respeto y seriedad, tampoco se puede con ligereza desestimar lo hecho por Lenin y Stalin. 

El Sr. Dussel, para posicionar su paradigma (como lo han intentado hacer Gramsci [gobernantes/gobernados] o Habermas [relaciones comunicativas]), caricaturiza irresponsablemente al marxismo-leninismo y a su histórica praxis. Presenta a la “burocracia” en cuanto fenómeno de pura discrecionalidad, en su condición de hecho carente de conexión con la acción de la conciencia inserta en la necesidad histórica. De lo cual se desprende, que tres posturas se pueden entrever en la actitud de la crítica in abstracto: recusar a partir de la incomprensión, cuestionar con pie en un enfoque diferente; o hacerlo a través del ensayo de una maniobra de ridiculización de lo cuestionado. El Sr. Dussel lo hace parapetado en su específica visión y en acto de simplificación intencional del marxismo-leninismo; por esa vía desautoriza a todos y a todo (por ejemplo: sobre el socialismo dice que su finalidad fue el “aumento de la tasa de producción”, es decir, fetichiza: unilateraliza un aspecto medial abstracto del proceso, y deja de lado la reacción restauracionista interna, la necesidad de atender las demandas básicas urgentes de reproducción de un pueblo atrasado, la agresión imperialista, etc.). Cree que el socialismo se derrumbó (“implosionó”), porque la voluntad falló (también el Sr. Dieterich despotrica contra la ex URSS, Stalin, Cuba, la Venezuela de Chávez-Maduro, siempre a partir del lirismo [en tiempos de Chávez mismo predijo la caída de Venezuela]; el pueblo dice: “Calladito se ve mejor”).

En efecto, se asume que Lenin y Stalin fueron personas faltas de juicio, que tomaron el poder en la Rusia zarista, crearon la burocracia y lo utilizaron en su propio beneficio, mediante la explotación estatista del pueblo; que no se ciñeron a las enseñanzas de Marx, para la organización de la “sociedad” socialista. Empero, Lenin fue un marxista portador de un poderoso cerebro teórico, estratégico-táctico y práctico (administrativo), que desarrolló y aplicó la teoría marxista a las condiciones de una realidad concreta; su propósito fue eliminar el capitalismo e instaurar el socialismo, y lo logró junto con el gran pueblo soviético. Stalin desarrolló las fuerzas productivas, avanzó en la instauración del sistema socialista según dictados de la necesidad histórica (de la regularidad: la “ley del valor socialista” [la animosidad gratuita, infantil, del Sr. Dussel contra la ex URSS, es tan evidente que, al referirse a Gagarin, dice que es “un gagarón”]). Luego de la muerte de Stalin accedió al organismo de coordinación soviético (dictadura estalinista, según el capital y el antisovietismo) una camarilla traidora revisionista en 1956 (enfrentamiento de voluntades), la cual lo transformó en Estado a la manera de Occidente, instaurándose la fase socialimperialista (la segunda “Guerra fría”), modelo que se agotará en 1989, y el que se toma como base para negar el proceso de conjunto.

Es que la burocracia, alega el Sr. Dussel: “… no fue elegida por nadie, sino por ella misma…”; manejó el excedente sin haberlo producido en su provecho, al interior de un modelo productivista de dominación, fruto del siglo XX y de la modernidad, concluye. Aunque dice que el “socialismo real” no se trató de “capitalismo de Estado”, el Sr. –que es historiador, economista y filósofo a la vez- no consiente el hecho, de que la “burocracia” constituye una circunstancia histórica sui generis, un proceso dual: emergió de la historia y se integró en su curso, pues, tautología: nada hay al margen de ella. La “burocracia leninista” (luego “estalinista” –sic), fue un intento de librarse de los “rigores del destino”: por primera vez de no “ser elegido”, de presentarse como personalidad madura, que tiene confianza en sí misma, que decide por mano propia, o sea: superar esa figura fetichizada de la “democracia”, para imponer argumentos (el plan quinquenal, el Gosplan), o sea, “postulados”: el ideal comunista, no como simple disquisición, sino como práctica real. Y, al interior de esta última, aparecen imperfecciones, sesgos (incluso sin serlo) de lidiar con las circunstancias (¿justificación del estalinismo?; o, ¿exposición de las determinaciones?). Rosa Luxemburgo, persona valorada por el Sr. Dussel (precapitalismo subconsumista), encontró razones: “No es la legitimidad la que lleva a la estrategia, sino ésta la que conduce a aquella”.      

Sobre Marx, el Sr. Dussel simula reconocer y relievar su valía, pero finalmente termina empequeñeciéndolo (Marx también es moderno, afirma); dice (según su “critica ´marxista´ del marxismo-leninismo”), de modo dañino, que el marxismo-leninismo redujo todo el proceso complejo de reproducción de la vida a la economía (“… quería sacar todo de la manga de la economía”, asevera), que incluso de la belleza (“estética realista”, se mofa) se la puso como fuente a la clase obrera, obrero que estaba feo con sus músculos y su sudor (aunque para la fecha la otrora gran Unión de Repúblicas Socialistas soviéticas ya se había convertido en socialimperialista, al Sr. Dussel habría que mandarle a mirar ese “baile” de tan bellas mujeres: ninfas divinas, cubiertas, perfectamente ataviadas en el teatro Bolshoi de Moscú: valet Berezca, Enzamble Beriozca). El Sr. no tiene en cuenta el modo de trabajo y las categorías del marxismo-leninismo: la producción y reproducción de un orden (estructura y garantía), por ejemplo, que bien lo desarrolla Althusser (y no es que la persona que escribe sea necesariamente althusseriano, puesto que también el Sr. Althusser actuó de forma zalamera: se vio envuelto en la crítica a Engels y acogió el psiquismo, el psicoanálisis, y lo entremezcló con el marxismo; terminó como revisionista).

Las divagaciones reiterativas del Sr. Dussel palidecen frente a la exactitud categorial cuasi matemática de Louis Althusser; es seguro que el pensador argelino-francés debe haberse guiado por las expresiones de Marx: en la concepción objetiva de la historia (el marxismo-leninismo, que es tal, puesto que ella niega toda reflexión puesta por fuera del mundo –principio lógico-dialéctico de la objetividad), aparecen a la luz los hechos como una “construcción a priori”. Una perla más: el Sr. Dussel se mofa de aquél artículo escrito por Lenin: La tres fuentes del marxismo (idealismo alemán, el socialismo francés y la economía política inglesa); afirma que es muy simplista (habría que ubicarle al Sr. Dussel en los zapatos de Lenin: en su circunstancia, seguramente se hubiese puesto a regar mares de tinta y a parlamentar a granel); para lograr plasmar sus protervas intenciones descontextualiza la acción y aparta la razón estratégica de dicho escrito, coherente con las necesidades del momento (la masa poblacional con bajo nivel educativo). No repara en el hecho, por otra parte, de que Lenin, Stalin, el marxismo-leninismo, el socialismo de la ex URSS y su Campo, o sea, “sin la existencia de la URSS Marx habría sido un personaje sólo para eruditos, para los estudiosos, para la academia …[a lo Dussel]…; gracias a ello Marx se convirtió en figura universal”. 

El “socialismo real” fue “una ideología productivista de dominación”, de la modernidad, asevera el Sr. Dussel, y lo coteja con el capitalismo (el socialismo, visto a partir de un prisma diferente, en cambio, aparece como la vía alternativa de desarrollo de las fuerzas productivas, para cuyo efecto se hizo un “préstamo cultural” –sic-: la empresa capitalista [la organización y el sistema de gestión más óptimos hasta entonces creados], con miras a implantar la igualdad; proceso en el que, no es que iban a ser suprimidos el Estado, el mercado, el dinero -creencia que pone reiterativamente en labios de quienes impugna el Sr. Dussel-, sino que estos hechos históricos se suponía [supone] espontánea y lentamente devendrían [en realidad, “cuando seamos perfectos, las instituciones no serán necesarias”]). Este “límite” lo asocia a la pobre formulación cognitiva, que según el Sr. Dussel adolecería el marxismo-leninismo (de Lenin dice, que apenas leyó la Lógica de Hegel [pero al que golpea inmisericordemente es a Ernest Mandel]). El Sr. Dussel no puede evitar la propensión en su conducta, de satanizar tanto al socialismo como al capitalismo; en efecto, “… el capitalismo es un desastre universal sociológico y ecológico… “, sostiene, en un monólogo en el que se refiere a su experiencia de vida; esa postura fetichiza a Marx, puesto que deja de lado el otro aspecto material del capitalismo: el progreso, que si ve muy bien Marx (el Sr. Dussel, quiere convertir a sus ideas en el nuevo “catecismo de dominación”).

En el socialismo de Lenin-Stalin (no en la denominación zalamera de “socialismo real”; expresión que aquí, en todo caso, se reserva para etiquetar al período 1956-1989, esto es, al proceso precedido inicialmente por Jruschov y concluido por Gorbachov; strictu sensu: el socialimperialismo soviético), el trabajo se subsume a sí mismo; “vale decir”: el trabajo ha dejado de ser “exterioridad”, se ha convertido en “totalidad”, en cuyo interior el trabajo subsume al trabajo; por tanto, no es el capital (la burocracia o la nueva clase explotadora, como suele decir sobre todo el trotskismo) el que subsume al trabajo. El trabajo, que es la mediación entre el satisfactor y el consumo (o entre necesidad y recurso/producto), esta vez, no sólo que es la base de la formación del propio ser humano (frente a la posición de Habermas, que considera a la comunicación como la mediación en el proceso de hominización, A. Leontiev alza la voz y le dice, que primero es el trabajo, luego las relaciones comunicativas en la perspectiva de Engels), sino que antes de retirarse su aureola de esencialidad, pone una contribución más: fija el rumbo del devenir humano, resuelve la rencilla con el modo de producción burgués y absolutiza el único valor, sin necesidad ética: el conocimiento. 

El Sr. Dussel, para acicalarse más, toma como novedad el concepto de “categoría”; no obstante en el mundo se ha trabajado con ese útil teórico ampliamente y con mayor sencillez, claridad y efectividad operativa (sostener lo contrario equivaldría a suponer, que tanto cerebro habría estado varado; por ejemplo, la persona que escribe, en varios libros de autores marxistas ha leído la idea de Marx, de que se proponía criticar todo el sistema de categorías económicas burguesas, tarea que el Sr. Dussel lo presenta como descubrimiento suyo, como primicia, conducta mendaz a la que está acostumbrado). Respecto de Stalin, lo común es la reacción adversa irracional multitudinaria de la equívoca percepción presente (del capital: por su mezquino interés; y, de la población, efecto dañino de inducción mediática modelante de la subjetividad de parte de la intelligentzia pro burguesa), y el Sr. Dussel extraviarte una impresión de similar catadura. Si es verdad, que el nacismo consideraba a la aria como la raza superior y única que debía poblar la Tierra, por lo cual se proponía depurar el Planeta, Stalin hizo más por el resto de pueblos que el Sr. Dussel, al derrotar con las armas (no con discusiones filosóficas pedantes [un pigmeo -el Sr. Dussel- censura: a un gigante –a Stalin]) a la corporación de capitalistas imperialistas, que estuvo tras Hitler.  

En el capitalismo, dice el Sr. Dussel con sorna, “se trabaja de luz eléctrica a luz eléctrica”; ni bien sale el sol, ya se está en la tarea del trabajo, y cuando éste se ha ocultado, el trabajo continúa. En las comunidades andinas (y en otros estadios geoespaciales similares) se trabaja lo necesario para subsistir en armonía con la naturaleza, el resto de “tiempo” (de vida”) se ocupa en tareas lúdicas, distractivas. Esas loas al hedonismo primitivo no moderno, no son pertinentes, si las mismas se ponen en perspectiva de la gran tarea humana a realizar, que da sentido superior y objetivo a su vida: representar la realidad. Si se mira sin mucha locuacidad histórica la parte óntica de la existencia, se advierte que la historia se expresa en tanto desarrollo material y espiritual humano; ese hecho plenamente natural, tiene su costo: el sistema preparado por todo el orden pasado para producir la “base material del mundo nuevo”: el capitalismo, toma como recurso a la naturaleza y a las 9/10 partes de los miembros de la humanidad; acumulación privada, que se produce en desequilibrio, en confrontación, lejos de la visión utópica de la paz; que la armonía, la equivalencialidad y la moral no se dan en cualquier momento, sino al legar a determinado grado de desarrollo las fuerzas productivas (y esa determinación, Marx lo empezó a ver en la etapa madura de su vida).

El Sr. Dussel sostiene: “Pensar es uno de los actos humanos. Y, no he nacido para pensar: pienso para vivir”. No obstante, Descartes tiene razón: “pienso y luego existo”, no la idea que sostiene: “como” o “danzo” (pensamiento hedonista africano), luego vivo (en verdad, antropología racionalista: ser humano –neocórtex en movimiento-: “conciencia sensible”, con fin propio; este ser, finalmente pasa a ser un ser exclusivamente cognoscente: de la sensibilidad a la racionalidad –espiritualidad objetiva). En realidad, “vivimos para argumentar”, no al revés (por tanto, en este punto tendrían razón los Sres. Apel y Habermas [Si la suerte sobre el futuro de la especie, prometeicamente considerada, está en el “campo” del capitalismo, de la modernidad, del sector de las multinacionales, el discurso proactivo sobre el proceso emancipatorio {¿liberador?} del Sr. Habermas está a la orden del día, es efectista]).

 La ciencia no es un acto fofo; la técnica, no es algo simplemente utilitarista burgués; la ciencia es la conversión de la realidad en idea, mientras que la técnica es la mostración objetiva, del máximo poder de la realidad: la inteligencia humana. Una de las funciones del neocórtex (dada por la conciencia, es decir, por la necesidad y su confrontación con el entorno): captar la mayor cantidad de información que está en la nube, para seleccionarla y utilizarla con provecho, entra a desplegar todas las potencias (la vida ha dado otro salto: se ha virtualizado). En la paráfrasis: la doctrina del concepto muestra cómo se ilumina toda la historia cuando se llega a la categoría de “neocórtex”; ésta temática es teleológica; el contenido de la “doctrina de la inteligencia” es la naturaleza, la evolución, el neocórtex, la praxis: la realización de la direccionalidad inmanente del movimiento material.

Precisamente por eso, con la ciencia (instancia formadora de la conciencia) y la técnica, todo se vuelve renovable: la tesis del “límite del crecimiento”: ¡no es tal!  (mientras el Sr. Dussel [neomaltusianismo] avanza su Filosofía latinoamericana o del Sur, los gringos trabajan en la producción de la “gasolina del aire”: método que torna renovable el combustible fósil; el CO2 del aire se recicla, a la vez que se limpia el cielo: se elimina el calentamiento global [los Sres. ecólatras deben buscarse otro empleo]) y el Universo se convierte en recurso (a la entropía se opone el carácter cíclico de funcionamiento de la materia). En realidad, en la naturaleza no se produce gasto (de “energía”, de “tiempo”, de recursos) de nada, sino tan sólo transformación material. Si se asume la premisa filosófica, de que en el Universo existe una cantidad fija de materia (el porqué de esta situación, es una de las últimas inquisiciones cosmofilosóficas a resolver [la otra es: ¿Por qué la esencia de la materia es sólo existir?]), lo relevante es el movimiento interno de ésta: su modo de ser, esto es, los procesos múltiples de transformación reiterados (reciclación de procesos), que vuelven infinita a la materia finita en su cantidad; si la conciencia y la técnica pasan a dominar estos procesos, los recursos se vuelven infinitos, absolutamente renovables (de modo ideológico, fetichístico, aviesamente tecnocrático: la fricción antrópica se abstrae).

Fuera de la ocupación en las tareas de reproducción material, la ciencia es uno de los dos entretenimientos fundamentales que tiene el ser humano (el otro es el político, también de carácter racional, hasta cuando el desarrollo material no haya elevado la subjetividad colectiva a un grado tal, que de consuno instauren la comunidad de igualdad y armonía). Aquí entran en colisión los dos conceptos sobre la existencia humana (debería decirse: entre la filosofía euro-yanquicentrista y la filosofía latinoamericana, del Sur u Oriental). Sin desmerecer la sabiduría filosófica de los “pueblos originarios”, su constructo no es el germen de la forma intelectual futura, como sí lo es la moderna, positivista y tecnocrática de Europa, EU, Japón, Corea del Sur, las propias Rusia, China e India  (claro, si se deja de lado la Filosofía marxista, la que está por ahí, por Constantinov). En el trayecto, los pueblos originarios y similares en el Planeta, sólo acompañan el proceso, se han vuelto simple “banco germoplásmico”; a este sector es difícil entretenerlos, mientras empujan la rueda de la historia (de esta tarea se ocupa el capital: teatro, inducciones ideológicas, quimeras suntuarias, etc.).

Empero, en sentido estricto, no se trata de “victimizarse”, de rivalizar o de pretender demeritar el pensamiento europeo; sino de rescatar de todo esfuerzo filosófico “venga de donde venga”, sin caer en el eclecticismo, desde luego, con seriedad aquellos aspectos que permiten mejorar y avanzar en el redondeo del pensamiento sobre la realidad, para alcanzar la mejor y mayor comprensión de ella (naturalmente, la objeción está puesta a partir de considerar a la Filosofía como la totalidad objetiva del saber sobre la realidad, no como una visión social específica conducente a una acción política). Eso en materia filosófica. Pero como el Sr. Dussel vertebra filosofía con política (ideología con práctica), el pensamiento en ese sector queda instrumentalizado y sectarizado a una visión y objetivo.

Ahora bien, ¿qué tiene que ver el programa televisivo: “Rumbo al 2111” con el hedonismo arcaico de los “Pueblos originarios” y la zalamería de algunos citadinos occidentales ecologistas y de izquierda? (frente a las faenas, a la tecnología y a las transformaciones antropomórficas, requeridas para conquistar el Cosmos). Por un lado está “Rumbo al 2111” (para esa fecha, la humanidad ya está en el comunismo), por otro “Auroville” (incluso ahora, que la humanidad se acerca al futuro no es viable ese modelo); el bemol de estos dos hechos, es que el primero proyecta el desarrollo técnico un siglo a futuro, pero mantiene las mismas relaciones sociales (gente que trabaja, con propiedad, que compra y vende, que realiza pagos, en la que hay delincuentes, por tanto, policías, etc., que se desenvuelve en altas condiciones tecnológicas: sociedad red, en casas inteligentes, virtual, interconectada, articulada a la nube, con apoyo nanotecnológico, etc.); mientras que el segundo (Auroville) piensa que su ensayo “comunista” puede resultar efectivo, generalizable, al margen del desarrollo de la técnica (en verdad, como las ideas de los “pueblos originarios”, este experimento puede ponerse a contravía del movimiento histórico, el cual es progresivo, prometeico).

El Sr. Dussel impugna la relocalización de las personas en las ciudades. Dice que la humanidad (y resalta éste, como el único, exclusivo cambio –en realidad: formal- vistoso –negativo- en la humanidad, en el presente) se está volviendo homo urbano (parásito urbano). China construye multifamiliares por ahora, ciudades fantasmas, para aglomerar en ellas a la población rural. ¡Correcto! Si el campo tiende a envejecer, debido a la migración de la juventud hacia las ciudades, dicho fenómeno no es negativo, como para que se intente revertir la tendencia, con propuestas que se dice propenden el desarrollo del campo; en realidad, el campo no se desarrolla porque allí resida la población joven o debido a que en él se concentre la mayoría de la población, sino en función del grado de desarrollo de las fuerzas productivas materiales. Los procesos de automatización por el momento se producen en el sector secundario o industrial (según la clasificación sectorial de la economía de un tal Econ. gringo C. Clark), también ocurre en el sector terciario o de los servicios, y pronto se concentrará mucho más en el primario o extractivo.   

Eurocentrismo plus (el que anima a quién escribe estas líneas [¿El mito de la superioridad del individuo europeo? No. Debe entenderse: del sistema socio-económico más evolucionado, o sea, el europeo]). El proceso (progreso) civilizatorio se produce en la ciudad (en la hermosa “selva de cemento”; ella resume, transparenta las ejecutorias de la praxis: la laboriosidad, sujeta a la ley del valor). La ciudad burguesa (escenario de la acción racional corporativa; centro de desarrollo de la conciencia) con todos sus bemoles es la que permite se conforme el tejido intercerebral –condición de superación del idiotismo, que causa el aislamiento del campo; mientras no se esté conectado en red, desde luego-, el cual eleva a la enésima potencia los poderes de la inteligencia, del razonamiento (sitio determinación del acelerado desarrollo de la subjetividad); ciudad capitalista (lugar de la reproducción colectiva de la fuerza de trabajo –M. Castells: La cuestión urbana): hiperurbanización, daño, pero esa evolución negativa ha sido una de las bases del poderío de la mente al asociar las conciencias y provocar el inusitado desarrollo material y la racionalidad positivista. El sistema jurídico, político e institucional eurocéntrico (Hobbes, Hume. Locke, Fichte, Montesquieu [los derechos romano y anglosajón], etc.), constituye el marco de operación de vida al interior del sistema democrático, antesala para su evasión y paso a su superación, tanto de sí mismo como del anclaje precapitalista.

 Se entiende al Sr. Dussel cuando reacciona violentamente contra lo que él llama “eurocentrismo”; por razones teóricas: no sabe (puesto que esa no es su forma de comprensión de los hechos: su enfoque es diferente) o no considera que el capitalismo juega un papel esencial en la conformación de la historia, por eso lo deplora sin beneficio de inventario (los papeles negativo/positivo de la explotación y acumulación; y, el positivo/negativo de los explotadas, excluidos, colonizados) y se pone del lado de los oprimidos, de los excluidos, de los colonizados (tampoco asume como un hecho progresivo el proceso de colonización –“evangelización civilizadora”); y, por razones geográfico-históricas: su experiencia de vida ubicada en Argentina, un País, que con los de Chile, Uruguay, Canadá y EU, han sido prácticamente Europa en Abya Yala. En el caso de Ecuador, existen experiencias antieuropeas indigenistas y anticolonialistas reales, y teóricas en Historia, Sociología (Antropología), Politología y Literatura. El eurocentrismo americano es más bien una cuestión de “lucha de clases”: dominar por parte de los criollos; y, mimetizarse, asumir la apariencia europea, para evadir la discriminación en el lado del subyugado. El eurocentrismo de izquierda (marxista) es una posición prometeica histórica de recusación del capitalismo, no de adhesión o defensa del precapitalismo (el “valor de uso” o la “armonía con la naturaleza”).

Sergio Boissier (planificador burgués) dice al respecto: “No hay nada más práctico, que una buena teoría”. No obstante, un día de práctica hubiese sido mejor que décadas de especulación (en alusión al personaje central de la presente recusación y de sus conexos). Una personalidad del círculo dilecto del Sr. Dussel: el Sr. F. Hinkelammert, por ejemplo (o también), no ve lado positivo alguno en el capitalismo y en la globalización. En realidad, el mérito del capitalismo (de la modernidad, de la colonización) es haber unificado –intentado hacerlo y lo sigue haciendo- en torno del mercado, de la explotación y del cristianismo calvinista-luterano a toda la humanidad; unidimensionalización, que es el paso previo para que sea posible la superación del capitalismo, del neocolonialismo, de la “modernidad”, del eurocentrismo.

El Sr. Dussel, antes que anteponer en su razonamiento la recusación unilateral al eurocentrismo, debería darse el trabajo de aplicar su propia forma de discernimiento al caso (relación relacionada): la vinculación de Europa con el otro ocultado, sometido, subsumido: el nexo del eurocentrismo capitalista, moderno, colonialista, con los negados (bueno: en algún momento lo hace, cuando dice que la injerencia de Europa en América, resultó en búmeran), pero en atención a la determinación del movimiento progresivo humano: un nivel civilizatorio que se sobrepone y recibe la retroacción del otro; nueva totalidad, que es el renovado mecanismo de realización histórica. La colonización presupone a lo colonizado en unidad contradictoria; del mismo modo que el padre remite al hijo (vertebración no antinómica), en conjunto forman parte de la familia: colonizado y colonizador integran la historia; proceso paradójico en el cual cada frente desempeña un rol necesario, forzoso. Por tanto, si no hubiese sido Europa, otro segmento humano del propio “despotismo oriental” habría tomado su lugar y conformado el nuevo tipo de relaciones imbricadas, de roles, puesto que la historia no se detiene (en este punto, la linealidad: el progreso, es una ley de hierro).     

A propósito, Filosofía: no es “amor a la sabiduría” (planteo clásico de corte hedónico-mitológico), sino (la acción) el producto del pensar sobre el mundo urgido (motivado) por disponer de la base de conocimiento para atender necesidades prácticas de sobrevivencia. La Filosofía (que no es ideología, como lo asume el Sr. Dussel [la definición de ideología del Sr. Castells es sugestiva: “formas de existencia y de ejercicio de la lucha de clases en el seno de las prácticas significantes: hábitos, deseos, intereses…”]) evoluciona como comprensión del mundo, a medida en que se superan los problemas de desconocimiento y se afirma la reproducción material de la vida a través del conocimiento científico, de la técnica y de los métodos de actuación ligados a la intención de sustentar la existencia, siempre in crescendo la conceptualización de los hechos; para luego terminar como comprensión objetiva total de la realidad (en esa esfera se realiza la misión de la humanidad en la realidad: formular la idea total, crear el alter ego del Universo material: el Universo espiritual, con el cual la realidad se torna dual, a la manera religiosa cristiana, pero invertida: materia y movimiento representados).  

El ser humano (verdad de Perogrullo) tiene que trabajar todos los días para obtener el estipendio; cuando no necesite hacerlo, la vida pasará en un primer momento (pero es el peligro de que la sentimentalidad pase a dominar y se quede) a realizarse en la dimensión hedonista monótona. En la referencia episódica práctica, la persona que escribe, suele ir a rozar monte con machete en las tierras de una pariente: ella quiere que no vuelvan a crecer las “malas hierbas”, pero estas reaparecen, porque el ser humano debe estar entretenido por el momento todavía en el trabajo físico; caso contrario cundiría el ocio, los malos pensamientos, el hedonismo. En el período previo a la comunidad primitiva, y también en ella, el ser humano debía trabajar todo el “tiempo” para subsistir: no tenía “tiempo” para recrearse; en el comunismo (forma humana que viene) el supra ser humano de entonces no trabaja (la automatización de todas las esferas de la vida es completa) y tiene todo el “tiempo” (el proceso integro de su existencia), no para recrearse, sino para dedicarse a tareas de producción de la idea. Y, el “teletrabajo” es una forma intermedia: una mediación entre el trabajo y su cesación; pero el “teletrabajo” abarca sólo una dimensión de las tareas componentes del proceso de reproducción humana (la intelectual), el cual se tornará concreto, una vez que la automatización haya previamente alcanzado dicha condición.

En verdad, en circunstancias de conciencia formada, elevada, el ocio se dirige hacia las acciones significativas; en los casos en los que la conciencia está en formación o directamente deformada, el “tiempo libre” conduce al hedonismo, a la lúdica (al arte, a la estética); el planteamiento prospectivo dusseliano se inscribe en ese escenario perceptivo hedonista (la transmodernidad): la humanidad se pone reglas ético-racionales, para ser en la felicidad (para la humanidad: “tanto nadar para volver a la orilla de salida a morir” [Según el Sr. Dussel: el ser humano ha conquistado el “reino de la libertad”, esto es, la felicidad ilustrada, estética, heterónoma {en eso no se distingue de los marxista-leninistas a los cuales critica}]). El primer caso se presenta en la época madura de la o de las personas, la cual viene dada por el grado más alto de desarrollo de las fuerzas productivas, estado que se refleja e induce la formación cada vez más alta de la propia conciencia, en su orden (A propósito: sobre la “modernidad” [en la perspectiva del Sr. Juan Boltvirnik], ésta es la expresión progresiva del movimiento histórico, “y nada más”; en realidad, primero fueron los instrumentos [parte material de la cultura {la técnica}], luego los instrumentos y las ideas [la esfera espiritual de la cultura], finalmente las ideas; el progreso: la modernidad, tomada en su sentido racional, tendrá vigencia hasta cuando las ideas se hagan coextensivas con el Universo.

Ahora bien, estos Sres. recogieron la palabra “modernidad” y ahora no atinan a definirla, pero ya la aplican como útil teórico (el concepto más aceptable de esta seudo categoría es la que da la Dra. Amelia Valcárcel). Lo que llaman modernidad, para quién razona con otro paradigma (en el sentido de Kuhn) comporta la dimensión subjetiva y su correlato objetualizado en la esfera instrumental material del capitalismo. Es obvio, que cuando deje la escena histórica del todo el sistema burgués de reproducción humana, todo tipo de rezago preclasista, clasista y, aun: “posclasista” (el socialismo cubano, verbi gracia [en efecto, con su reformas –“actualizaciones”- La Isla se integra cada vez más al torrente centrista del proceso por el cual se realiza la historia {en realidad, el proceso progresivo se ubica y transita allí y por donde existe la mejor acumulación de factores de desarrollo, denominados “nudos de acumulación”}]) desaparecerá: el comunitarismo arcaico, el esclavismo, el servil/señorial y el socialista; y, también, el neocolonialismo y el eurocentrismo (en este caso: como visión del mundo).  

“Valor de uso” y “valor de cambio”, se remarca, deben ser anulados en conjunto, para que se imponga una nueva regularidad sobre el decurso humano: la ley del “valor” de usufructo (es obvio: se entrecomilla la palabra “valor”, por cuanto éste sólo procede del trabajo del ser humano -vivo); y, este proceso no es producto de la recuperación del “valor de uso” (“equivalencialidad”), tampoco de la continuidad del “valor de cambio” (eurocentrismo, capitalismo, modernidad, colonialidad), sino efecto del desarrollo de las fuerzas productivas, el cual es a su vez el resultado de la “lucha de clases”, proceso revolucionario que niega todo el pasado. El ser humano pasa el trabajo a las máquinas y, luego de un período, mutatis mutandis, en el que transcurra una generación (70 años en promedio) de Sodoma y Gomorra, el ser humano se alzará como el “Ave Fénix” de ese fango hedónico, y se dedicará a producir la idea. Con el material teórico, categorial del Sr. Dussel, no puede reconocerse intelectualmente esta “realidad”, pues, el mismo lleva por flancos falsos (también por acá se dice, que a excepción de Marx, Engels, Lenin y Stalin, con las presentes ideas: “No queda títere con cabeza”, incluido el Sr, Dussel).

Por tanto, el “reino de la libertad” no es como apoltronándose, solazándose mitologiza el Sr. Dussel (puesto que el Sr. sostiene que el pensamiento filosófico no puede exentarse de la mitologización). El verdadero “Reino de la libertad” es frío, senil, del saber total; es para eso por lo que ha luchado la humanidad, ha pasado tanto avatar, el tener también que sufrir las ideas del Sr. Dussel (su construcción paradigmática, en el sentido del Sr. T. Kuhn). Por desgracia para el Sr. Dussel, a estas ideas se avanza por el sendero epistémico del marxismo-leninismo (lo cual indica que mientras se va penetrando más profundamente  en  el  pensamiento  del  Sr.  Dussel, se advierte cómo las ideas personales –expuestas en el tomo Resumen de La nueva concepción de la historia, que no nacieron bajo ese influjo: que no tuvieron la intención de oponerse o ser la refutación de las del Sr. Dussel y corifeos, puesto que son independientes de ese enfoque, resisten, se mantienen incólumes).

Ahora bien, no se pone en duda la capacidad, la extraordinaria inteligencia, tanto de los pensadores eurocentristas, como de los detractores (anti eurocentristas); son, en verdad: genios; además, se realza su dedicación. En ese marco, el Sr. Dussel es un hermeneuta extraordinario: sabe encontrar el significado de documentos por más crípticos que éstos sean, por ejemplo, los de Hegel, Marx, Benjamín, Echeverría o Hinkelammert; no obstante, su comprensión del fondo esencial particular de la propuesta marxista-leninista, aunque el crea de modo prepotente que lo consigue, no la hace bien, pues, su específico enfoque de los hechos responde a un “sesgo” ideológico (para el Sr. Dussel, Filosofía equivale más o menos a ideología); pero dónde más hierra es cuando de diagnosticar los hechos reales se trata, mucho peor al momento de  empezar a plantear recetas: allí se desparraman su inteligencia y esfuerzo por la borda.  

Se ha vuelto normal exacerbar la acusación unilateral al capitalismo, en cuanto orden destructor de la vida humana en la explotación y de la naturaleza en el uso excesivo de sus elementos, asociado al estándar de vida europeo y yanqui. En esta tradición, también se halla incurso del Sr. Dussel (más bien, hay que encontrar las determinaciones del capitalismo: de este hecho histórico y no entrar a impugnarlo o a justificarlo). Sobre el problema ecológico (decrecentismo, crecimiento cero, entropía, etc.), se subestima a las nuevas generaciones: será devuelta a ellos una naturaleza destrozada, se dice (sin embargo, ellos deberán repararla con el uso precisamente del know-how, que también se les legará). Por tanto, las promociones que reemplacen a la presente, no necesitarán de la escrupulosidad de las presentes: ellas no nacerán sin manos (el enfoque ecológico, como buen evangélico, propende dejar atados –sin nada que hacer [no al extractivismo, a los transgénicos, a la clonación, a la intervención sobre la naturaleza {a la “era Antropocena”}: convertirle al ser humano en ser pasivo: vigía y garante tan sólo del orden natural dado, condición supuesta de su propio bien]- a las futuras generaciones, con la promulgación de leyes eternas).

Strictu sensu, no solamente se va a heredar a la descendencia un mundo destruido, sino además ciencia y tecnología, con lo cual ellas deberán actuar (se dice que “Hoy los niños están naciendo con una hebra del ADN más activa”, con una “forma más sutil de energía …[sic]… de pensamiento” [en verdad, de “materia”, debe  entenderse,  puesto  que  todo  en  la  realidad  es  materia  {masa  y  propiedades  –movimiento- y la “energía” es únicamente una forma de cinetismo}]). Por otra parte, si se les hereda un mundo automatizado, el problema ecológico les permitirá tener de inmediato algo en que seriamente ocuparse; por supuesto, dicha preocupación cubrirá el hiato: el tránsito como mediación necesaria, entre la era del trabajo para sostener la reproducción de la vida y la asignación de toda la existencia a la formulación de la idea “de la nada” de la materia. Ya que se introdujo el tópico “energía”; se asevera, que en ningún hecho de la naturaleza hay “energía”, sino sólo movimiento, es decir, transformación de una forma de materia a otra; en verdad, Engels tuvo razón, y su pensamiento es mejor que el de cualquier físico, químico o biólogo actual, en este punto.

La presencia del león se corresponde con la función que debe cumplir: controlar el crecimiento poblacional de herbívoros, que puede desertificar el Planeta (su comportamiento es instintivo, sensorial); el ser humano –sin que sea posible zafarse de la esfera de la sentimentalidad arcaica (puesto que es la faceta sensitiva la que vuelve consciente a la conciencia)- tiene otra función que cumplir en el orden metadeterminado del Universo: su propiedad especial, que le diferencia de los animales es el neocórtex (aquella delgada lámina de neuronas cerebrales, especializadas en la función asociativa, o sea, en la actividad de pensar), precisamente esta característica privativa define su ser: homo sapiens (mono que piensa); por lo que debe producir el retrato hablado del Universo; para allá lleva el progreso de las fuerzas productivas, proceso progresivo dado en condiciones de explotación primero, luego en las de la comunidad democovivencial racional.

Se recalca, por la sensorialidad la conciencia se vuelve consciente: sabe que es. Para el efecto el ser humano debe saltar del hedonismo primitivo hacia un tipo superior de del mismo, esto es, de la simple sensación de satisfacción sensorial, hormonal, la que es propia de los animales, de los niños, de los adolescentes y de la mujer (en el caso de ésta en razón de la función a ella asociada de la maternidad; lo cual no significa que el macho humano sea racionalmente superior a ella), el ser humano debe saltar del hedonismo natural efecto de la realización de los procesos orgánicos de reproducción de la vida hacia la satisfacción madura: pasar al regocijo por haber alcanzado la comprensión plena de los hechos, del lugar que ha ocupado en ellos –dixit Lcdo. Julio Enríquez). No obstante, algunos desarrolladores de la robótica, piensan incorporar en la máquina pensante (ser superior) la esfera arcaica: la sentimentalidad, para que haga poesía. Al respecto, los físicos con su ponencia sobre la “Teoría del todo” (compatibilización de la relatividad con el planteamiento cuántico) pretenden explicar la historia a partir de las leyes de la Física, cuando en realidad esa elucidación debe proceder de modo contrario: es la máxima concreción del proceso universal, la producción del concepto, la que llevará a entender la realidad toda.

Constatación: de manera estocástica, la realidad está completamente determinada: de la materia inorgánica se avanza hacia la orgánica; de ésta última: de la célula al tejido, al órgano y al sistema en sentido siempre progresivo; de los animales inferiores se va a los superiores y de éstos, al ser humano; en éste último caso: de la ignorancia total se ve que los hechos se encaminan hacia producir el saber total. Naturalmente, esta secuencia lineal progresiva de hechos (etapas) no pueden advertirlo los politólogos, los filósofos, los economistas, los sociólogos, los antropólogos, los historiadores (esto es, el Sr. Dussel); pero tampoco lo pueden entrever los cultores de las Ciencias Naturales y en especial los biólogos; la razón: los dos frentes de intelectuales y científicos actúan por separado en el dominio del saber: advierten los hechos de modo unilateral, no ponen el nexo necesario entre ellos, como factor sine qua non que permite ver la totalidad; cuando, en realidad, se necesita establecerse la conexión recíproca entre todos ellos.    

A consecuencia, desarrollo, progreso: ¡no son mito alguno!, como cree el hedonismo posmoderno de todo pelaje; en realidad, son supuestos reales, formas de ser de los hechos, tanto naturales como sociales (el desarrollo es factual; constituye la determinación absoluta de la historia y de todo lo existente); y, la modernidad no es una etapa de la historia, sino también un rasgo típico del acontecer histórico, pues, en sentido lato: todo cambia, se moderniza. Para unos ojos, los procesos naturales e históricos se hallan determinados de modo direccionado, en orden y con jerarquía; de manera que “a la política siempre le precede la economía”, pues, “del liberalismo sólo se empezó a hablar luego de la revolución industrial”; y, “ésta es una concepción y un método de comprensión de la historia, dados de una vez y para siempre”. En ese sentido, una es la conducta connocente, que primero elabora ideas (conceptos y métodos) y con ellos procede a posteriori a mirar la realidad; mientras que otra es la actitud de quién deriva la realidad, con el objeto de pasarla a la mente del modo más fiel posible. Del mismo modo que la conciencia no le llega al “sujeto histórico” (cuya presencia natural en la historia niega el Sr. Dussel) de modo inmediato o espontáneo, puesto que, como lo planteó y lo aplicó el marxismo-leninismo, son los teóricos del proletariado los que insuflan esa conciencia en dicho “sujeto; el Sr. Dussel pretende actuar como la vanguardia intelectual sobre todo de la nueva juventud, pero niega ese mismo papel jugado por Lenin, tanto, que en ocasiones se desvía al concepto de la “autoconciencia” a lo Lukacs. 

También de modo indirecto, el Sr. Dussel deplora el comportamiento humano inherente a consumir proteína animal (animales que no les sirve para comer, los descarta, dice; ha elegido a las reses que están feas, continúa, a las cuales: no sólo que las caza, sino que las ha encorralado, para luego comérselos, concluye). Los leones y demás fieras devoran inocentes herbívoros; el ser humano procede de modo más temerario: produce vacunos, porcinos, ovinos, etc., para luego “devorarlos”. Si bien es cierto que los herbívoros justifican de mejor su existencia al ser consumidos por humanos que por las fieras (y las fieras mismas se autorregulan –a más de la de orden maltusiana- destrozándose entre ellos, como es el caso de los leones); de todos modos en la época posmoderna, sacrificar animales se ve con repudio. Es por eso que la técnica es necesaria: para producir proteína de la misma calidad que la de procedencia animal en laboratorio, para luego hacerlo empresarialmente (todavía de modo comercial, esto es, mientras no se haya modificado el modo de relacionamiento humano); sólo de esa forma se suspenderá la caza, la producción, es decir, las tareas conocidas a través de las cuales se provee el género, del principal e imprescindible alimento. Por tanto, el “mito” del progreso, es fecundo.  

En lugar de crear nuevas categorías políticas (para ese efecto, la objetualidad de la abstracción debe estar formada, ya que la mente va siempre a la saga de la realidad –dixit Stalin), el Sr. Dussel, con mucha prestancia y autosuficiencia, tan sólo resignifica las existentes (de Hobbes, Montesquieu,…). Es por eso que critica a Lenin, a partir de la simple y oportunista abstracción; cuando Lenin trata de destruir la institucionalidad burguesa y no reconceptualizarla, reestructurarla y reoperatibilizarla, de modo de crear nuevas, que devendrán en el substrato de la renovada representación. El marxismo-leninismo niega ese saber (el político burgués) con la transformación de la realidad, no a partir de su reutilización con otro concepto de lo dado, como lo propone el Sr. Dussel en sus famosas Veinte Tesis de Política. Por un momento aquí se actúa mecanicísticamente y se dice, que con la transformación de la base (althusserianismo, ¿no?) económica (de producción/reproducción) aparece la necesidad de una nueva institucionalidad por la base demandada; institucionalidad, “que no es preconocida, pues, no existe preconcepto sobre ella” (tipo y forma de la institucionalidad): por tanto, no debe recurrirse al uso de la misma institucionalidad reformándola subjetiva y ónticamente.

Al Sr. Dussel no le interesa producir la verdad de modo objetivo, esto es, como acción de la mente que con método trabaja sobre los hechos para figurarlos, sino leer a todos los autores al revés (lo declara desembozada y paladinamente); por lo cual, fracciones objetivas, que tienen toda especulación, son dejadas de lado. Su propuesta política (el consenso racional del pueblo), ya que no toma en cuenta la función del movimiento de las fuerzas productivas, la crisis, la lucha de clases, termina siendo solamente retórica, especulativa, a lo sumo voluntarista, pues, para el Sr. Dussel no existen leyes de desarrollo humano, tampoco poder coercitivo, frente al que –incluso en el presente- todo consenso popular ético, se estrella (al que recordarle al Sr., que un proceso que se lleva a cabo por más de un individuo, para establecer su sustentabilidad, debe institucionalizarse: operar por medio de leyes; lo dicho ocurre en ciertos animales, pero sobre todo en el ser humano [Marx dice: no se puede hacer responsables de relaciones a los sujetos, de las cuales ellos son su resultado]).

El Dr. Alfredo Castillo ridiculiza esta idea abstracta, que no ve la necesidad; las ideas de la arbitrariedad han ganado la política, dice; piensan que motu proprio es posible manipular la historia: “nos ponemos de acuerdo y la inflación baja, se incrementan las inversiones, los viejos rejuvenecen, la ciencia se apropia de los cerebros…”. Es necesario volver sobre la controversia: ¿manejo del excedente o formas de propiedad? El Sr. Dussel opta por la primera determinación; no le conviene el criterio de “formas de propiedad”, porque entonces se contaminaría de marxismo-leninismo; esa, empero, es una conducta tramposa, puesto que no se ubica en la producción; sin embargo de hacer una larga refutación a la ideología liberal, la que construye su sistema económico sobre la categoría epidérmica “mercado”. El Sr. Dussel diría que, por influjo de sus muy sapientísimas sugerencias y llamados, madura la conciencia y se imponen los principios de su ética política (en realidad, en la historia, como movimiento progresivo natural, no hay ética; la ética también es hedonismo).

De modo terminante, en lo personal, se concluye, que no puede representarse algo que no existe (los artistas creen hacerlo). Es por eso que la ciencia precisamente interviene para subsanar este límite, de modo de poder hacer factible formular los escenarios posibles futuros a partir de la proyección de las leyes del desarrollo material (de la tendencia reconocible), esto es, a través de la identificación de la causalidad relacional en movimiento. A dicha operación lógico-real, se ha dado en llamar “prospectiva”, de la que reúsa hablar el Sr. Dussel (en su lugar pone su creencia en: “se hace camino al andar”, los postulados, los principios, los criterios, etc. [“Caminante no hay camino…”; pero el camino se hace por donde se puede hacer camino, de modo que siempre hay trazado previo –se busca el pre rumbo propicio]). Incluso los brujos (que no los meteorólogos con sentido pertinente racional), personajes de los que no está muy lejos el Sr. Dussel con su “Filosofía latinoamericana”, al igual que el Sr. de Sousa Santos, se representan el futuro; pero el Sr. Dussel niega el carácter predictivo de la ciencia. La realidad, por su naturaleza regular, se prospecta; esta anticipación es posible, puesto que el tipo de organización humana no depende del parecer de sus integrantes: “sociedad jerarquizada” o “plana”; tiene que ver, más bien, con la regularidad interna de los procesos, de la necesidad histórica, de su determinación inmanente. 

El Sr. Dussel asume que el capitalismo ha entrado en estado de crisis terminal (punto de vista que se comparte [“Desde el 2008 el capitalismo se encuentra sumido en la senda de crisis agónica; de entropía perpetúa, de la que no puede salir, o si lo hace, ingresa nuevamente en ella” {la “unisemia” ha sido cuestionada, porque el capitalismo se ha realizado, ha cumplido su misión y deja la historia; la recuperación de las tradiciones filosóficas orientales no conducen al sucedáneo, sino la superación en conjunto: de las occidentales como de las orientales}]); el plazo es en lo que se difiere, pues, el Sr. sostiene que la transición durará uno o dos siglos. No obstante, como no demuestra el proceso de degeneración capitalista de modo empírico, sus aseveraciones son sólo filosóficas, especulativas, en vista de que sus conclusiones no incluyen el movimiento de las fuerzas productivas: el aspecto principal frente a las relaciones sociales, modelante de ellas (es en la teorización histórica del progreso de la ciencia y de la técnica de orden burgués, el frente en el que está descrito el proceso).

Pero, ¿por qué la juventud humana –el capitalismo- en el instante en el que se acerca al más alto nivel de su productividad y de perfección automatizada, cuando precisamente pone el supuesto abstracto sobre el que se instalen las dimensiones ordenadas de racionalidad, serenidad y sabiduría –experticia-, no debe ser recogida como etapa transcurrida en medio de procesos repletos de solemnidad, como un momento en la existencia, que se deja atrás con pesar y que está presto a perecer? No es posible perder de vista la nostalgia que produce en la conciencia el ingreso del atardecer (la reducción del trabajo a pura abstracción), tanto como la noción de la realidad del cierre de la vida, de la posmodernidad: el anochecer. Muchos pueblos actuales ya están entrando en esta categoría: europeos y japoneses son viejos normales, luego de haber trabajado en el interior de formas conflictivas, primitivas, protohistóricas de relacionamiento social –la mayoría, todavía lo hace, pese a su cosmética madurez y magnanimidad-, han entregado a la humanidad el despliegue del trofeo de la ciencia y de la técnica; su misión, por tanto, está cumplida.

El muy elevado respeto y la admiración que produce esa fase de desarrollo (la burguesa de la febril acumulación en declive, presupuesto necesario del mundo nuevo, de conclusión del proceso de reproducción ampliada del capital, en la extensión transnacionalizada del sistema de dominación), deviene del hecho de que la misma representa el futuro y el desenlace de las contradicciones maduras inscritas en la dimensión de la reproducción material de la vida, como planos superados, al final de cuya senda forzosamente las sociedades neocoloniales se hallan destinadas a integrarse, como portadoras del “código genético” del nuevo amanecer. El Sr. Dussel no ve de ese modo al sistema moderno de free trade, respecto del cual formula su proyecto emancipatorio centrado simplemente en la región ideológica y de ella, en la ética; su proceder es básicamente subjetivista especulativo abstraccionista (de su lado, la historia como tal se realiza a espaldas de esta actuación discursiva).

Para el Sr. Dussel el Planeta está superpoblado; debe, por tanto, reducirse la población, porque los recursos son limitados (reprocha a Marx el no haber percibido el límite de recursos, que tiene la Tierra [y concluye unilateralmente, que el capitalismo destruye a la humanidad y a la naturaleza, sin que esa destrucción tenga contraparte alguna en la forja del hecho progresivo histórico {se insiste en que el capitalismo es sólo destructor; “el capitalismo lleva a un abismo de muerte próximo”, se asevera; empero dicha “negatividad” ocurre sólo cuando el sistema burgués está demás: una vez que ha cumplido su misión o en el caso de que el sucedáneo racional suyo, se halle con todas sus letras, para reemplazar al sistema que ha perdido la “dignidad de ser”; por tanto: “no hay que ponerle freno” alguno, como insinúa Benjamín}]).

En lo tocante a la cuestión planteada en parágrafo precedente, el Sr. Dussel se volvió de pronto todo un burgués (control de la natalidad, Caritas, Planificación familiar, el SIDA, la homosexualidad). No tiene en mientes el hecho de que se necesita que esta presión llegue a superar los 10 mil millones de habitantes, para que el ser humano tenga ante sí el acicate y se ponga efectivamente en pie de terraformar otros planetas y migrar a ellos. Curiosamente en Ecuador ya se habla del recurso infinito: el conocimiento. Ahora bien, como ya se ha dicho atrás en este mismo documento: con la ciencia y la técnica, todo se vuelve renovable; y, el principio fetichista, machacón de la ideología económica convencional: la “escasez”, salta hecho añicos. La historia es un proceso autónomo progresivo; ésta: ¡no da pasos atrás”: las fuerzas productivas siempre se desarrollan; la ciencia (la ideología objetiva) y la técnica (derivación práctica de la ciencia) no retroceden, no vuelven sobre los principios anteriores.

Si la realidad ha de ser simbolizada (metaactividad; destino común de la humanidad), dos opciones al respecto se perfilan: 1) acción mixta inteligencia natural-inteligencia artificial; o, 2) inteligencia artificial (computadora cuántica + simulador de necesidad = Inteligencia Artificial). Para el caso de la presencia y actuación de “esta nueva especie” sobre el planeta: el robot sapiens (el denominado posthumano, propiamente dicho), que se levanta en el mundo como efecto de la realización de la necesidad histórica, de la humana y de su creatividad, coadyuvará en la consecución de dicho propósito: “entender el Universo”. Ahora bien, si se liga la misión del ser humano en el Universo con el proceso de creación de la inteligencia artificial se arriba a una conclusión lógica siniestra: que la materia se ha auto programado de forma aleatoria (el desarrollo de sus leyes como creación de nuevas [combinación, permutación, conmutación], determina el proceso de ese modo [un proceso nuevo, no solamente que brota del precedente, sino que lo realiza en un momento renovado de su curso]), para llegar a la representación ideal de sí, con la conciencia humana o sirviéndose de ella, en cuanto productora de la inteligencia artificial, la que continuará en la pesquisa de los misterios del Universo, para el caso de que haya desaparecido la humanidad (parricidio del robot, como teme S. Hawking).

Al respecto, si el poder mundial logra eliminar al 99% de la población con métodos de leso crimen como es su intención (el “chemtrails” –rastro químico-; MONSANTO: glifosato u ocupación de territorios, por ejemplo [proceso letal de eliminación de la población en exceso e indeseable, que viene frenado por cuanto todavía los asesinos {gobierno oculto del mundo} no encuentran la forma de ocultarlo ante el mundo]), serán ellos quienes, una vez que no tengan más que hacer, se dediquen a la tarea de completar la simbolización del Universo; y, si acaso a ellos también se les vira la tortilla (búmeran: parricidio tecnológico), será la mecánica inteligente quién lo haga (y el proceso vendría a ser del todo impersonal, sin sentido: inscripto en el solo movimiento ciego de las leyes del Universo [en realidad, la razón más inmanente, única y final del ser humano, es testificar, constatar, dar fe, de que la materia alcanzó su alter ego: su concepto]).

El Sr. Dussel, al diagnosticar la experiencia de la ex URSS, coincide con el Sr. M. Castells (Fin de milenio): producción de mercancías con mayor valor (producción extensiva de híper industrialismo); para el marxismo-leninismo, en cambio, la “implosión” se produjo como efecto de la traición del revisionismo jruschoviano; en los hechos, las dos conclusiones configuran el proceso de la defección. Según el Sr. Dussel, el socialismo fracasó, ningún papel jugó en la historia; más bien, fundiéndose con el “imaginario” de la derecha, declara que el socialismo fue perjudicial, y se imputa a la burocracia (igualitarismo burocrático) el fiasco, y a la  ausencia  del  móvil de la competencia, la congelación del progreso. El Sr. Dussel fetichiza –según sus propias palabras- también este hecho al atribuir sólo a la competencia el proceso de progreso tecnológico; deja de lado la “lucha de clases” y el movimiento direccional autónomo sobre los procesos que ejerce el desarrollo de las fuerzas productivas (en una exposición en la web, su disertante sostiene que “La revolución soviética es un problema tan complejo, como para dejarlo a los historiadores”).

Como es su fijación: pronunciarse con animadversión gratuita en contra de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, considera que la ex URSS cayó, porque eliminó la competencia y el mercado (aquí el Sr. Dussel se vuelve materialista vulgar, puesto que elimina la acción de la voluntad sobre la estructura: la acción del revisionismo burocrático jruschoviano y la “guerra fría”); lo cual no es cierto: los Soviet no fueron tontos, como se ha propuesto convencer el Sr. Dussel con sus diatribas. La competencia fue reemplazada por la “emulación” y jamás el mercado desapareció de la entonces URSS, tanto, que en su “testamento económico”: Problemas económicos del socialismo en la URSS, Stalin sugiere reducir la influencia del mercado en el proceso de reproducción de dicha Zona). Dice también, que Marx nunca habla de la “lucha de clases” en sus obras maduras; pero, como es “voz pópulis”: lo hizo de modo paladino en El Manifiesto; y, si el referido panfleto es premarxista, si al Marx viejo no le interesaba dicha categoría, por la importancia y difusión que tal escrito adquiriera, en algún momento de su vida se hubiese referido a ella en sentido negativo, pero no lo hizo.  

Sobre las razones por las que llegó a término el socialismo (1917-1956), el Sr. Dussel hierra, como se dice coloquialmente, “de la pe a la pa”. El Sr. asume como la razón de este acontecimiento (y lamentablemente toda su tremenda sabiduría historiográfica y filosófica no le alcanza para –esta vez sí- hacer una evaluación objetiva) a que el marxismo-leninismo no fue marxismo (dice: el de Marx), concluye, por tanto, que el suceso negativo se debe a fallas de conciencia. También la sentencia de la derecha al respecto, es absurda (aunque en parte “da en el clavo”), en tanto supone la condicionalidad asociada a la terminación de la experiencia a la inviabilidad del modelo. La explicación pampolitológica marxista-leninista de la traición unilateraliza y generaliza (fetichiza) el carácter manipulador de la voluntad sobre las estructuras, de modo que dicha conclusión es parcial y voluntarista. En el período de Stalin estaban ya atendidas las necesidades de la población de modo paralelo al establecimiento de grados significativos de igualdad. Jruschov pensó (y también los venideros) sobre todo por demagogia, que el proceso estaba maduro para saltar a la etapa superior: el comunismo.

Dicha evaluación, sin embargo, era verdadera. No obstante, se presentó una nueva paradoja: al no haber llegado la producción a la automatización (al grado más elevado de desarrollo de las fuerzas productivas) y al persistir el trabajo humano como la fuente de proveeduría, el momento no estaba listo para pasar al comunismo. En realidad, contradicción  inversa: alto grado de desarrollo de las relaciones sociales con bajo grado de desarrollo de las fuerzas productivas. El freno al progreso provenía de las relaciones sociales. Al no haber concluido el desarrollo de las fuerzas productivas, frente al freno de las relaciones socialistas a 1953 (producción extensiva de hiperindustrialismo –M. Castells-, cuando Japón luego ingresara en la época “informacional”), la historia rompió este dique con la exclusión del socialismo del proceso, por lo que el sistema burgués retomó/continuó como opción única el desarrollo faltante de las fuerzas productivas hasta ponerlas al nivel, que sea propicio para permear la instalación del sistema comunista (reproducción humana sin trabajo, con aporte total de la mecánica automatizada, e incluso inteligente).     

“Todo en este mundo tiene un fin que conseguir, son designios que se tiene cumplir” (Por un mundo nuevo; los Kjarkas). La Revolución de Octubre y el socialismo participaron del proceso de emancipación de la humanidad (salida de los sistemas clasistas), al poner en la mente de la población la índole histórica del capitalismo (en la acepción moderna: “Otro mundo es posible”) y haber forzado la marcha de la Especie hacia la salida del trabajo de la escena histórica: el proceso de proveeduría material (e incluso espiritual) pasa a manos de la máquina, mediante el creciente proceso de automatización (también el desarrollo de la ciencia y de la técnica ha preparado al ser humano para hacer frente a catástrofes, efecto de posibles fallas en la operación de alguna de las leyes cósmicas). Esta verdad, inadmite el Sr. Dussel; pero: “No hay más ciego, que el que no quiere ver”. 

Afirma que la moda vuelve inútil al “valor de uso”; por acá, en cambio, se diría que la moda acorta intencionalmente la vida útil del “valor de uso”, con el propósito de recrear el mercado (como en otro lugar se trabaja con la estrategia de la “obsolescencia programada”). Además, asevera que hay que utilizar un bien hasta que esté inútil; hay que ser coherente: eso, ¿no hizo el socialismo de Stalin, del cual el Sr. se burla? (dicho sea entre paréntesis, la persona a la que se hace referencia, en casi todo los pasajes de su alocución se muestra respetuoso; pero hay momentos en que su exposición se transforma en todo un “botafuego” contra Stalin; pero Stalin tiene el mérito sobre el Sr. Dussel y demás, de la práctica). “Sentimientos encontrados” (aporía en la relacionalidad intelectual). Para no actuar de modo insidioso, por ejemplo aquí se dice que sendos aportes da el Sr. Dussel al pensamiento marxista, al de izquierda o al transformador: no se desconoce; más bien, se le agradece, pero con ciertas reservas; cuando el Sr. Dussel dice que el primero que emprendió la tarea formulación de una teoría para entender el proceso de reproducción humano: el capitalismo en el momento, mediante el que se creó un sistema de categorías que permiten explicar dicha causa, se asume una actitud de admiración.

En la Facultad de Filosofía de la Universidad Central del Ecuador, allá por la década de los 80 del siglo pasado (XX), se dice que brillaba un catedrático de “marxismo” o afines: Sr. Sacerdote Jesuita, de apellido Rubianes, erudito éste, se asumía, en dicho ramo; valiente, que con mucho arrojo iba a buscar pleito: a retar, al oponente en su propio terreno: en el centro, en la mismísima guarida de los herejes, sin arredrarse. Con el pretexto de enseñar la Doctrina, lo que hacía es combatirla y con efectividad, puesto que como los marxistas-leninistas docentes de dicha Facultad no eran versados en la materia (dictaban diversas asignaturas y los términos de la práctica en ese entonces estaban sometidos a la pragmática antes que a la teorética), cada día recibían impotentes, sin respuesta, un mazazo, en cuanto que crítica supuestamente fundamentada proveniente del discurso (misión) del Sr. Prelado, la que se extendía a la institución política de izquierda en general. El Sr. Presbítero se escuchó decir, que luego de sus amplias, vibrantes y polémicas clases, siempre terminaba con la siguiente concluyente conclusión: “El marxismo en una combinación de grandes verdades con grandes errores”.

En lo tocante con ciertos aspectos de la actitud teórica y práctica del Sr. Dussel, esa sentencia asume ribetes de verdad, o sea, dicha conclusión, no apropiada respecto del marxismo, muy bien tiene aplicación en la situación del Sr. Dussel. “Nuestro genio” (el Sr. Dussel), sostiene que el sujeto del cambio no es la clase trabajadora en particular, sino el proletariado configurado según su especulación, esto es, la reunión de todos los segmentos humanos que viven la situación de explotación, relegamiento, pobreza e incumplimiento de las necesidades in abstracto, es decir, el pueblo (de modo más riguroso y preciso, en Ecuador los cultores de la Revolución ciudadana ubican al sujeto en los ciudadanos). El leninismo sostiene que solamente quien puede asimilar la teoría revolucionaria y llevarla a la práctica es la clase trabajadora, puesto que a partir del punto de vista materialista las condiciones reales de existencia de la clase trabajadora son la base de la asimilación y la acción, ya que es la clase en la que las condiciones del capitalismo están suprimidas y las de la nueva forma humana son vigentes (carecen de propiedad, colaboran en la producción, son disciplinados, etc.). Otro límite de “nuestro sabio” refiere a que no encuentra conexión y relación de continuidad entre el proletariado y el pueblo, la multitud o la ciudadanía; en realidad, fue la revolución proletaria la que devino en institucional-ciudadana (o popular o multitudinaria). 

El Sr. Dussel imputa la idea de la “planificación perfecta” (como el alter ego de la creencia burguesa de la “competencia perfecta”) a la intelligentzia del “socialismo real” (es decir, el Sr. Dussel “dice lo que quiere”, como el Cura incluso de la anterior reseña –personaje que nunca se ha desposado-, que se desempeña como consejero matrimonial). Sostiene que sin moneda y sin mercado, no es posible calcular los precios (asignar recursos, debería decirse), y “eso es el estalinismo”, concluye; pero O. Lange habla al respecto en su “Cálculo económico”. Debe recordarse, que en la ex URSS no se eliminó el “mercado”, ni siquiera en la época de Stalin (se preveía hacerlo en fecha previsible, sí); más bien, con Jruschov se consolidaron las relaciones mercantiles. En realidad, el Sr. Dussel despotrica siempre contra el marxismo-leninismo; empero, no había razón alguna para hacerlo, para que enfile sus dardos como un enemigo contra una doctrina fraterna, la que se había cifrado como propósito eliminar el capitalismo, sistema frente al cual el Sr. Dussel dice también estar en contra. Los católicos, frente a exabruptos similares sentencian: “No tiene perdón de Dios”. 

Apoteósicamente el Sr. Dussel llega a felicitar a los jóvenes por no haber entrado en contacto con el marxismo-leninismo, de esa manera asume que su cerebro no corre el peligro de ser deformado; esta conducta es insidiosa, narcisista, transparenta el prurito coercitivo de toda posición hegemónica a priori, al propalar que su propuesta epistémica es la única que vale, que las otras no pueden ser tomadas en cuenta, incluso en tanto referencia histórica (y su epígonos [sus “mariachis”, como dice el Sr. Dr. Gustavo Bueno S. {“Dussel y sus mariachis”, concretamente refiere}], siguen -como sucursaleros- dicho patrón). Ese descaro debe ser contestado; empero, la presente protesta frente a tales desafectos, es todavía primaria, puesto que no se la hace de modo sistemático, para lo cual habría que hurgar en el modelo de marras, a fin de alcanzar el hilo conductor inserto en la intensa disertación (el Sr. Dussel mismo manda a estudiar su obras, independientemente de cuál sea la posición etaria o ideológica del replicante o del criticado); en realidad, en este “cruce de espadas” no se recurre a los útiles teóricos y metodológicos del marxismo-leninismo, para ripostar (en verdad, se está persuadido, de que no se necesita echar mano del panel discursivo del marxismo-leninismo, para rebatir su pensamiento). Quizá esta tarea se deba emprender, si la misma muestre que tiene sentido práctico. 

Por tanto, nótese que en esta respuesta parcial no se ha recurrido –todavía- al arsenal categorial de la formación ideológico-teórica marxista-leninista; tampoco se acude a sus principales exponentes (que los hay, que son muchos y excelentes, quienes han realizado estudios concretos sobre el capitalismo y han formulado modelos matemáticos [cuando se le dice por qué el Sr, Dussel no preparó un sistema de ecuaciones, simplemente manifiesta que ha trabajado el fundamento filosófico de los hechos y que otros fácilmente lo harán]) o a los desarrollos teóricos inherentes (por ejemplo, su crítica a Lenin sobre la categoría “política” tal como Vladimir lo deriva, no es pertinente, pues, el prisma a través del cual Lenin ve el hecho es diametralmente opuesto al del Sr. Dussel [esta diferencia el Sr. Dussel lo toma como “error”: confunde política {relaciones entre las clases por el poder} con gestión {acciones técnicas -éticas- para “hacer felices a los pueblos”}, cree que la Política como ciencia, es tratar el Estado {a un fetiche}; de paso considera que el nuevo locus debe ser el abordaje de las contradicciones derivadas: culturales, de género, étnicas, etc., y al que quiere llevar al marxismo-leninismo el Sr. Dussel]). Verbi gracia, su forma particular de percepción contrasta con la propuesta sobre la evolución del pensamiento de Marx desde la filosofía (ideología) hasta la ciencia: la “ciencia de la historia”, como la única totalidad del pensamiento (Kedrov).

Como él suele legislar de modo teóricamente contralor al resto, se le imputa que también el Sr Dussel incurre en una serie de herejías teóricas. Por el ejemplo: el concepto de “cultura” que maneja el Sr. Dussel es incorrecto visto a partir de una perspectiva marxista; en efecto, Marx, en la Ideología alemana (documento que también dice el Sr. Dussel que no vale), establece cómo debe ser definido el término “cultura”: como la completa y multiforme producción de toda la Tierra, de todos los seres humanos; por tanto, la cultura es la suma de productos humanos tangibles e intangibles. El concepto de “modernidad no capitalista” del Sr. B. Echeverría, relativamente es correcto; pero el Sr. Dussel también lo rechaza, dado que sostiene que la modernidad se extingue con la desaparición del capitalismo; con dicha aseveración el ecuatoriano asume que el desarrollo material debe continuar (como es usual, el Sr. Dussel inmediatamente reacciona ante la aseveración de modo negativo con la frase: “mito del progreso”) siempre que se controle los desafueros que ese proceso desliza sobre la población, sobre todo componente del “ethos barroco”.

En el colmo el Sr. Dussel dice que Marx no trató la región política, que sus trabajos teóricos sólo profundizaron el “campo económico” (sic) y que apenas rozó el “campo político” (sic); y, subrepticiamente pone la idea, de que, incluso en esa poquedad, lo hizo mal: de modo eurocentrista (que él -el Sr. Dussel- es también el adalid en dicho “campo”). Tampoco esas conclusiones, que emite el Sr. sobre Marx y la esfera política, se cohonestan con la verdad. Esa “deficiencia” la hace extensiva arbitrariamente a Lenin y al marxismo-leninismo en general. Sin mucha parafernalia y pedantería, la teoría objetiva estructural de un aspecto de la política: la del “poder”, se la deriva del siguiente modo: “poder político”: capacidad de tomar decisiones e imponerlas por coerción o consenso (dominación); el “poder político” se asienta en tres soportes: el poder económico (la propiedad el capital), la Constitución y el sistema jurídico (la voluntad de la clase dominante -propietaria del capital- convertida en principios constitucionales y en Derecho) y el poder de la fuerza (el ejército, la policía). El “Estado”, en cambio, es un aparato (sistema de instituciones) previamente direccionado, a través del cual se ejerce la reproducción del sistema.

En la literatura marxista y entre quienes se declaran marxistas, se ha realizado una apreciación limitada de su trabajo intelectual. Unos dicen que Marx escribió sólo sobre el capitalismo; de modo más denigrante: que lo hizo sobre la etapa industrial del capitalismo; o, únicamente sobre el “campo económico” del sistema capitalista. Quienes piensan de ese manera, obran de modo no objetivo y van a dar con sus huesos en el campo opuesto a Marx, como sus enemigos (“Con esos amigos, para qué los enemigos”). Strictu sensu: Marx descubrió la ley que precede la operación de capitalismo como tal: dicha fase histórica “es la encargada de producir la base material del mundo nuevo”; lo hizo también con la ley general del proceso histórico: la humanidad va la comunismo, etapa en la que concluye la vigencia de la “ley del valor”, las máquinas sustentan la vida y la humanidad se dedica a conocer y a dominar la naturaleza (sorprende, por ejemplo, que el Sr. Dussel: “El que más sabe sobre Mar”, no haya reparado en este hecho y se solace con el concepto reduccionista, que el Sr. tiene de Carlos).

Si se mira la formación social capitalista con el prisma de uno de sus actores: el burgués, y según la perspectiva de largo plazo de la historia, la percepción en torno de la misma cambia. El capitalismo no ha fracasado, como tampoco está en crisis (la acumulación es un proceso que se produce a saltos, pero cada salto sube un escaño); el neoliberalismo no ha fracasado, tampoco se halla en crisis. El capitalismo cumple la función ya citada en párrafo precedente en la historia: “crear la base material del mundo nuevo” (esa tarea ha sido exitosa); el neoliberalismo cumple una función a lo interno del capitalismo: desarrollar la ciencia y la técnica (en ese sentido el imperialismo financiero ha salido airoso). Los papeles jugados por el capitalismo y el neoliberalismo han realizado su ser, merced a afectar a los trabajadores y a la naturaleza, puesto que como dice el Sr. B. Echeverría, el capitalismo es un sistema que procede de modo esquizoide: progreso con destrucción; pero, “en última instancia”, la historia realiza el progreso de ese modo (modo natural).  

El Sr. Dussel, por otra parte, desconoce hacia dónde lleva el progreso al ser humano; hace caso o miso del desarrollo de las fuerzas productivas y de su influjo (su papel reificante positivo [en realidad, “fuerzas productivas”: inteligencia objetualizada, históricamente potencializada, que, como las fuerzas de la naturaleza han modulado las morfologías física, perceptual y conductual de todo lo vivo, como también del ser humano, éstas “fetichizan” de modo prometeico la contextura humana {de esto: ¡ni idea! tiene el Sr. Dussel}; en realidad, las fuerzas productivas, de análogo modo como los documentos, transfieren la influencia de la experiencia de los muertos sobre los vivos]) sobre el proceso progresivo espiritual (desarrollo de la conciencia, del conocimiento del mundo), por eso no alcanza a ver el destino del mundo y se limita a decir (a repetir): “se hace camino al andar”.

El meta objetivo (destino) común de la humanidad: elaborar el “saber absoluto”, es el producto supremo, el cual sólo será posible conformarlo al interior de una humanidad unidimensionalizada (guerras, enfermedades, catástrofes –necesidades/problemas- tienen el sentido de urgir al ser humano, mientras lucha por precautelar la sobrevivencia, a conocer el mundo, a producir y desarrollar instrumentos, como impulso escondido sobre el proceso de formulación de la idea total); el Sr. Dussel, en cambio, sostiene que el género no se desplaza hacia status de “cultura universal”, sino en dirección del “pluriuniverso” (prospectiva, que no es el futuro). Dicho sea de modo incidental pertinente, la “visión de futuro” permite plantearse el “proyecto de vida” para la humanidad, para la especie toda como unicidad (lo cual es distinto a la idea de “utopía”, “postulado”, o “criterios y principios” para “hacer” la senda futura); dicha “visión” para el género es una sola: producir el concepto; de modo que, si bien existen “opciones de futuro” para individuos y ciertos segmentos humanos (los cuales son ramales de la senda general), en el caso de la humanidad en su conjunto, éste es uno solo y viene metadeterminado. En el fondo de todos los conflictos mundiales, que en este mismo momento experimenta la humanidad, está la necesidad histórica del desarrollo de las fuerzas productivas.

La persona en mención, en otro frente de reflexión, no sólo que pone al hedonismo mitológico de los saberes orientales (“diálogo de saberes” –epistemología del Sur, sociología de la ausencias y de la emergencias: de Sousa Santos; populismo: Laclau) en igual plano con el racionalismo positivista occidental (y, de paso, con el marxismo “ortodoxo”), sino que la ubica sobre dichos modelos discursivos, con las tesis en torno de la filosofía latinoamericana (empero, la aseveración del “… pasaje del mito al logos”, es correcta [“La unidad material del mundo” –N. B. Biessonov-, quita piso a la especulación “alteridad” –Levinas, Todorov- {el conocimiento no es relativo; cuando todos los cerebros se hallen conectados en red, la especie constituirá “un solo cerebro en distintos cuerpos”; por tanto: una sola percepción tendrá este cerebro, como reflejo positivo de esa “unidad material”}]). Alguna vez sostuvo el Sr. H. Díaz Polanco (hoy: uno de los mentores del Sr. Dussel), que lo propio es situarse sobre los hombros de la forma humana materialmente más desarrollada, para de allí continuar por la senda progresiva, que el proceso natural impone.

Incluso de manera sarcástica, el Sr. en cuestión, concluye que la visión occidental eurocentrista del marxismo, respecto de que no se tomó en cuenta a otras formas de reproducción (otros actores; las etnias, por ejemplo), fue la razón por la que fracasó o no prendió en América Latina. Ahora bien, el marxismo (un enfoque de él) consideró a las formas precapitalistas como procesos “hacia sí”, para la forma más moderna: la capitalista, y que ésta (este nivel de desarrollo de las fuerzas productivas) era la base sine qua non, para saltar a la etapa superior, madura, concreta, de realización histórica (en el sentido expuesto, todos los procesos deben desorientalizarse de modo global para dar el salto; y, las formas humanas al margen, la historia las habrá de subsumir en la nueva modalidad de existencia). Estas ideas serán calificadas también de “románticas” por el Sr. Dussel y sus epígonos, acostumbrados a etiquetar a quienes no ponen en relación de correspondencia sus ideas con la de ellos; por tanto, si quién escribe llegara a tener alguna relevancia, también con esa palabreja lo aludirían; pero: ¡de ningún modo!; en todo caso la motejación apropiada sería: “archí racionalista prospectivo”. 

Por oposición al marxismo oficial (sic), el Sr. Dussel (con Mariátegui) sostiene, que en el Perú la revolución no lo hace la “clase”, sino la “etnia”; concluye, que ello ocurre hoy en Bolivia. Empero, en la perspectiva del “marxismo estándar” (sic), sólo el proletariado hace la revolución (hablándose en sentido técnico); para el efecto, las fuerzas productivas deben haber avanzado en su desarrollo (lineal) hasta la “revolución industrial” (en Ecuador, con mucha más perspicacia, se ha dicho: “construir discursos para construir actores y viceversa”). Si es verdad, que de la comuna rusa se podía pasar directamente al socialismo (en relación con la inquietud de Vera Zassoulitch), pero en cuanto situación especial: cuando ya existen las condiciones para este pasaje en otra zona apreciable del Planeta que se ha vuelto dominante, o una vez que socialismo ya exista (subsunción del precapitalismo al poscapitalismo [caso contrario el símil absurdo sería: que un niño pase a ser directamente persona madura con juguetes]); en esas circunstancias, un fragmento humano en estado pretérito puede omitir el realizar una etapa histórica necesaria en su recorrido natural.

De modo más preciso: no se puede pasar de las comunas rusa, china o andina (bajo grado de progreso de las condiciones materiales de reproducción humana) directamente al socialismo (penúltimo nivel de desarrollo de las fuerzas productivas). Que sí se podía: ¡no lo dijo Marx! Se puede, si es que esas formas humanas son cooptadas por el socialismo establecido en geografías de otros segmentos humanos, los que –herejía- siguieron de forma lineal todas las etapas presocialistas (comunidad primitiva, esclavismo, feudalismo, capitalismo), es decir, el proceso natural de desarrollo de las fuerzas productivas, hasta llegar a la empresa capitalista, esto es, al proletariado. Por otra parte, como el Sr. Dussel recurre reiteradamente al Mariátegui para vilipendiar al marxismo-leninismo, se aclara que no se podía realizara la revolución en el Perú del “amauta”, puesto que no se puede cambiar las relaciones sociales al margen del estado de desarrollo de las fuerzas productivas; de modo que quién planteó hacer la revolución en el Perú precapitalista, aquel sí se hallaba en el error.

Si el marxismo clásico se dice que no entendió la “cuestión andina” (etnia, “cultural”, comunal); por tanto, que a estos subconjuntos humanos se les ligaba de modo subordinado al proyecto político revolucionario del proletariado (el Sr, Dussel tiene su propio criterio sobre la realidad “proletariado” [quién trabaja en general, no el trabajo productivo: el que se liga al capital y produce plusvalía], el cual lo imputa a Marx), Mariátegui, Zabaleta y otros, no entendieron, en cambio, que no era posible saltar etapas (a las clásicas, el Sr. Dussel incluye el “modo tributario”): suprimir la subsunción de estos colectivos (a los que suele considerárselos simplemente como “culturas diferentes”, no como estadios inferiores de desarrollo de las fuerzas productivas) al capitalismo mercantil dinerario, en unos casos, o insertarlos al socialismo, en otros. A un púber (6-12 años) no puede ubicárselo en la edad madura (40-50 años). ¿Qué es lo que establece el nuevo carácter de un individuo? La psicología evoluciona y pasa a ser finalmente ideología; ésta evolución se expresa en los instrumentos que maneja o su inteligencia y necesidades se manifiestan en los instrumentos; el niño manipula juguetes y de esa manera forma su conciencia bajo guía; el joven y el adulto ontolojizan su capacidad cerebral en instrumentos y éstos se reflejan: componen los elementos de su conciencia.

 Las fuerzas productivas constituyen la objetualización de la inteligencia colectiva históricamente cualificada; si éstas no se desarrollan de manera permanente, bloquean a su vez el avance de la conciencia: caen en contradicción, como dice Marx. Por tanto, las formas precapitalistas de reproducción no pueden ser tematizadas y consideras para saltar al socialismo, es decir, suprimirse la colonización, la explotación semifeudal, esclava o “despótico tributaria”: esa es la expresión paroxista del marxismo voluntarista, al cual lo liquida la historia. Como ya se ha dicho, el Sr. Dussel magnifica de modo equívoco la posición de Marx: Carlos dice que la comuna puede saltar al socialismo, pero no porque sí, sino sólo si en el planeta hay ya establecido el sistema socialista, al cual las comunidades ancestrales (rusa, china, andina) se integrarían. Este hecho no se ha dado; lo cual niega la posición de aquellos que se han retirado a teorizar políticamente al precapitalismo. Lo que pasa en Bolivia no es efecto de la inteligencia del Sr. García Linera, sino el impacto remoto de la experiencia marxista-leninista; en efecto, lo que ocurre allí es la huella de los coletazos, de las ondas de la experiencia socialista real (dicho sea de paso, el Sr. García L. mantiene la vieja tesis leninista [en simbiosis con el gramscismo] de que debe derrotarse al enemigo –hacerse la revolución-, cuando en realidad es la historia de modo autónomo la que saca al capitalismo, al burgués, de la vida).      

El Sr. Dussel critica de manera embozada el “eurocentrismo de Marx”; ciertos “defectos” en su pensamiento, que cree el Sr. haber encontrado en Marx, lo imputa a esa locación espacial. Ahora bien, es mejor que Marx haya nacido en Europa; o, era el único lugar y situación en las que pudo surgir Marx (el marxismo: la concepción científico-prometeica de la historia), por una parte. Por otra, se piensa que es adecuado que Marx no haya tenido contacto lógico-cronológico extenso y profundo con el pasado (e incluso con el presente suyo: con las “culturas” del Este de Europa), con los segmentos humanos orientales (las llamadas “grandes civilizaciones”, desde la mesopotámica hacia acá, pasándose por China, hasta llegar a la precolombina), puesto que esa información podría haber desviado la atención de la esencia: de la forma de reproducción más moderna como la abstracción real inicial más desarrollada del proceso histórico, que había alcanzado el nivel más avanzado de desarrollo de las condiciones materiales de vida.

En el plano de continuidad del contenido de la idea expuesta en párrafo precedente, se lo generaliza: sólo en Europa, tal como este sitio se conformó (feudalismo típico), podía emerger la doctrina científico progresiva (y revolucionaria) de la historia, más no en las zonas orientales. Por lo que el Sr. Dussel mismo refiere, en ninguno de los grupos humanos constituyentes de las grandes civilizaciones antiguas se advierte la eclosión de una forma cosmovisiva como la producida por Marx; eso por cuanto el modelo moderno de ciencia (el positivista), también como la forma más desarrollada y objetiva de representación, tenía que darse cuando la humanidad haya avanzado en la comprensión del mundo, preparado métodos (el científico) adecuados, producido potentes instrumentos auxiliares en la actividad cognoscente, o que emergiera la necesidad como su móvil (la contradicción burguesa): la competencia, y la experticia necesaria. Por el contrario, el “eurocentrismo” de Marx, se presenta como una fortaleza, no como un atavismo, como lo pone el Sr. Dussel.

Se tiene la impresión, por tanto, que en el cambio histórico el Sr. Dussel quiere excluir a los europeos, pues, como lo hace con Stalin y el “socialismo real” (en el plano más amplio: con la modernidad, el capitalismo, el productivismo, la colonización o la dependencia), sólo ve males en esa personalidad y hechos (el Sr. Dussel ve al socialismo, in abstracto, como un equívoco [en este punto el Sr. Dussel es neoliberal]; no puede preguntarse, por tanto, qué papel jugo esa experiencia en la historia); de ningún modo reconoce paralelos aspectos civilizatorios imbricados a impactos sociales y ecológicos negativos, en los mismos (en este punto, el levantamiento subjetivo de la forma humana burguesa que realiza el Sr. Dr. Bolívar Echeverría: capitalismo sistema esquizoide destructivo/constructivo, se apega más objetivamente a la realidad). En tanto que por acá, se cree que existe actualmente un nuevo y último tipo de división del trabajo a nivel global: el “eurocentrismo” (incluidos los BRICS) completa el desarrollo de las fuerzas productivas hasta ubicarlo en la mecánica, mientras que la “filosofía latinoamericana” avanza las nuevas relaciones humanas; que estos dos frentes deben encontrarse en un punto a futuro para dar lugar a las condiciones materiales (automatización y relaciones democovivenciales) en las que se produzca el último recorrido-estuario, mediante el que el ser humano redondea la producción de la idea.           

Respecto de las formaciones sociales (categoría que no topa el Sr. Dussel [como tampoco lo hace con la de “ley”, esto es, según Marx: la tendencia principal, que se abre paso enfrentada a propensiones contrapuestas –A. Shaikh]; y a la cual opone su propia periodización antojadiza indivisa), según una posición, el feudalismo, a nivel global, es la etapa que media entre el esclavismo y el capitalismo (en sentido lineal, pues, la humanidad, como ocurre en una vida, no puede suprimir o alterar el orden de sus fases de existencia), al margen de si en dicho momento se tributó, si el comercio floreció, el artesanado dominó y las ciudades crecieron y se multiplicaron (si, en realidad, el poder en China estuvo en el “Rey” –monarquía absoluta- y si la reproducción material de ese subconjunto humano –el Sr. Dussel lo llama “cultura”- tenía como base a la agricultura, el proceso es más próximo al feudalismo, que al despotismo). Es obvio, que la forma de reproducción simple (la que se presenta en todas las formaciones sociales, sin llegar a hacerse dominante) desempeño un papel de importancia en dicho escenario; no obstante, el sostén de todo el complejo, fue la forma de propiedad “servil-señorial”.

Dicho sea de paso. La base material de la acción política marxista ha sido la tierra; la cuestión de su redistribución, como en el caso del “ordine nuovo” de Gramsci o de la reforma agraria de Mariátiguí; ahora, en cambio, esa base consiste en la reivindicación en torno de la desprivatización del sistema automatizado de producción (del seguro de vida para sostener a la humanidad vieja, que ya no trabaja, puesto que esta actividad ha pasado a la máquina; pero la máquina es trabajo pasado: desarrollo histórico acumulado, potenciado de las fuerzas productivas, en el que la lucha de clases ha jugado el papel de dínamo; el cual pertenece a toda la humanidad).   

Capital hubo en la Mesopotamia, es –puede ser- verdad, pero no capitalismo. Esta indicación, no obstante, no tiene su derivación explicativa. El nivel de desarrollo de las fuerzas productivas es su intelección, en el sentido en que para que aparezca el sistema (en su particular terminología: sistema, campo, etc. [en otro lado [marxismo-leninismo, althusserismo, etc.]: articulación de formas de reproducción con la primacía de una, como en Marx: “… un éter especial que baña todos los colores…”]) en el que el capital se vuelve dominante, la manufactura debía ser superada. Por el contrario, el Sr. Dussel dice que un sistema se transforma en capitalista una vez que el capital se torna dominante (cuantitativamente). Dicho sea a propósito, el capital no tiene ni “espacio” ni “tiempo”; detenta espacialidad, o sea, extensión y ubicación; posee movimiento y momento (lugar en una trayectoria). Con su “descubrimiento” el Sr. Dussel compromete la tarea de Marx en El capital, al sostener que el capital (la ley del valor) tiene una existencia antediluviana y no una existencia histórica concreta.

El Sr. Dussel intenta demostrar por qué en China (“mundo industrioso en favor de la vida humana”: “burguesía bajo regulación del Estado”) la “burguesía” no tomó el poder e implantó el capitalismo, mientras que quién si lo logró fue Inglaterra (“mundo industrial”: economía en manos privadas sin intervención del Estado), a través de adelantar toda una parafernalia abstraccionista-politicista seudo interpretativa (“Estado débil en Inglaterra”, que permite que la burguesía de un golpe de Estado –sic); conducta explicativa simplona, que hace que caiga como un “castillo de naipes” toda la rigurosísima y minuciosa construcción retórica de su discurso histórico (eh aquí su propio búmeran: sobre la edición de un Diccionario marxista, se mofa al decir que no existía allí el término “categoría”, por lo que dice que por esa razón empezó a dudar del diccionario; pues ahora ya no queda duda, para vacilar sobre el pensamiento de este Sr.). Su soberbia le ha llevado a que no de importancia y lea el libro de M. Dobb (¿marxista-leninista?): Estudios sobre el desarrollo del capitalismo, por ejemplo; de haberlo hecho, el Sr. Dussel se avergonzaría de sus dislates especulativos al respecto.

Feudalismo (directamente) de Estado. En las “sociedades” tributarias: ¿de quién era la propiedad de la tierra? ¿Era propiedad estatal o de los grandes señores (terratenientes)? De ser así: si la propiedad concentrada de la tierra era privada o estatal, la “renta en dinero” asumía carácter de “tributación”. De las formas feudales de renta: en trabajo, en especie y en dinero, los tipos humanos comercial, artesanales, tributarios, fueron modalidades feudales de reproducción, enancadas en la “renta en dinero” (esta particularidad es la antesala del capitalismo, es por eso que China se hallaba a punto de realizar este paso, cuando la intervención inglesa). El eje de la reproducción de la vida fue la tierra, uso organizado no en forma esclavista, tampoco burguesa, sino en grandes fundos en cuyo interior los “siervos” trabajaban y tributaban. El campo alimenta a la ciudad, directamente o a través de proveer de materias primas para que los alimentos sufran transformaciones agroindustriales o industriales urbanas. Sólo con el capitalismo, que somete a la producción del campo a la ley del valor (producción industrial), el feudalismo se transforma en capitalismo, caso contrario, toda producción, sea que registre movimiento comercial, artesanal y tributario, si la propiedad de la tierra es concentrada estatal o privada, prevalece la forma feudal de reproducción, para el caso en que no hubiese trabajo esclavo directamente.    

El acelerado desarrollo de las fuerzas productivas en Inglaterra, efecto del plagio de ese desarrollo de Oriente, especialmente de China y del mundo árabe (como recalca el Sr. Dussel), así como su cualificación (elevación de ese progreso hasta el nivel adecuado para que se produzca el salto), se halla en la base del paso del feudalismo al capitalismo en Europa nórdica. Cómo se ve, que este Sr., al adulterar o directamente desconocer el esfuerzo de otro pensamiento, y en la medida en que urge a no leer sino sus trabajos y de congéneres suyos, busca contar con sus propios sucursaleros. Actitud rastrera, dañina, anticientífica la del Sr. Dussel, para con el marxismo-leninismo y el althusserianismo principalmente. Es como si quién escribe, por resentimiento y como retaliación, propalara a los cuatro vientos la consigna de que no lean al Sr. Dussel, como él inmaduramente aconseja hacer. No debe estar seguro de sus ideas el Sr., que se protege, esto es, propende impedir que los cerebros jóvenes sobre todo, no tengan acceso a ideas de otros pensadores, puesto que dichas lecturas pueden traerle complicaciones a la arquitectura de su enfoque.  

Si la “burguesía industriosa” y no directamente “industrial”, era una clase precapitalista, producto de lo que ciertos sectores definen como “despotismo oriental”, no podían por tanto ser el sujeto que dé el salto mediante la revolución e instaure la institucionalidad liberal (herejía: la “superestructura”) en el conjunto social. Cuando aparece el verdadero sujeto portador material de la nueva formación, es por cuanto las condiciones objetivas del mismo se han dado; esa realidad superadora, no puede ser bloqueada por la voluntad, por más fuerte que sea el sistema institucional-normativo estatal vigente. Si la ley que preside el movimiento de una fase histórica no está bien instalada (existencia de verdaderos burgueses y del estado necesario coherente de desarrollo de las fuerzas productivas), no puede instalarse la etapa progresiva, superior; luego, no es la escasez o el precio alto de los productos agrícolas, lo que produjo el estancamiento o retroceso histórico, como efecto de la migración de la población de un sector a otro de la “economía”.    

El poner al descubierto la farsa europea sobre la grandeza creativa de su pasado y su importancia (centralidad) en él y el reivindicar a los pueblos históricos orientales, a más de realizar un acto de negación/reconocimiento, no cambia para nada el protagonismo europeo actual, como el haberse transformado en el ariete de la historia. Los grandes imperios de Oriente: el mogol, el chino, el árabe, el egipcio, el persa, el maya, el inca, fueron formas de entretenimiento, de expansión, de cubrimiento del mundo por parte de la inteligencia (de multiplicación de las “unidades de pensamiento”), de desarrollo de las fuerzas productivas, de constitución y fortalecimiento de la especie, de captación subjetiva del mundo, mientras no emergieran en Occidente (Grecia, Roma) los verdaderos punta de lanza (cabezas de playa) del progreso: de proyección al conocimiento y dominio del entorno.

Del “laboratorio de civilizaciones” (A. Toynbee): los distintos pueblos, sostén y a la vez aporte del y al desarrollo de las fuerzas productivas y en las formas de estructuración humana, respectivamente, una es la que ha absorbido y potencializado todo lo viable de ellas: Europa, modernidad, colonialidad, capitalismo de consuno a partir de la formación servil-señorial (según enfoque dusseliano), la que se expande sobre sus colaterales en apariencia urbanos, comerciales, tributarios, y asume la determinación pionera en el proceso progresivo (¿a qué queda reducido el Sumak kausay frente a la impresora 3D?). La conocida norma, que es también general en el movimiento renovador permanente de lo existente, se impone en la senda de los diversos segmentos humanos; su antecedente inmediato es la propia constitución del “homo sapiens”: entre los diversos homínidos que precedieron o que coexistieron, sólo quién tuvo la conformación antropofísca, orgánica y genéticamente neuronal necesaria, es la que se ha puesto al frente de la realización del sino universal: el monismo material, que se auto encamina a formar su dualidad: el ser y su representación.

En lo concerniente con el “hegemón” de turno China (en todo caso, de la corporación BRICS), la diferencia de la China de los emperadores y la actual, es que su reflorecimiento lo hace en el marco de relaciones económicas mixtas: capitalismo/socialismo (propiedad social y privada: emulación/competencia [el relance económico de China no es el calvinismo de Weber, sino el neoconfusionismo dice el Sr. Dussel; pero, más bien, es la expansión del capitalismo colonizador, posmoderno, yaqui-eurocéntrico su razón]). Para el Sr. Dussel, China no es más, que un subconjunto humano en el que tan sólo se rehabilitó el capitalismo; en la percepción personal de quién escribe estas líneas, en cambio, China –como ellos mismos se definen- es un pueblo que tiene un modo de reproducción mixto: socialismo de mercado; pero, mucho más, es el líder del sistema liberal tardío: último hegemón, con el cual se clausura el modo de reproducción burgués (la larga formación clasista de la humanidad).

China es la nueva y última punta de lanza del progreso (contrariamente que en el pasado, hoy adopta y adapta todo el saber de Occidente); en su época se concreta el desarrollo material de la humanidad, pues, con está “primavera” (que experimenta ya las primeras convulsiones otoñales del agotamiento del modelo de acumulación de los “mercados emergentes”) el momento evolutivo social llega a su cima. La aseveración precedente se la hace, por cuanto se ve a la historia como Marx: en sentido prometeico, en cuanto progreso (sobre el particular, conmueve ver a varios economistas ganados por las creencias ecologistas, culturalistas, hacer verdaderos esfuerzos por demostrar la “cuadratura del círculo”: hacer de Marx antiprogresista, antiproductivista, antiprometeista); pues, el capitalismo es un sistema controversial: crea/destruye; y, la historia siempre es progreso: de modo indefectible el proceso contradictorio humano va a algún lado, hacia un lugar avanzado, superior; por tanto, la visión de progreso y meta es una utopía, un postulado sui generis, excepcional: que se va a hacer realidad.

Más sin embargo, el Sr. Dussel, en una de sus alocuciones dice: “Ha llegado el momento en que no necesitamos más instrumentos, sino vivir como las comunidades andinas”, con lo cual, no sólo que demuestra su arcaísmo, sino que pretende someter a su ley al Género, esto es, privarle de disponer de los productos de la creatividad humana y poner un alto al despliegue de la misma, con lo cual se vuelve anti histórico. También el Sr. Dussel ingresa en la faena por la que a Marx se lo quiere ver ecologista retrasado; pero, dicho Sr., a más de lo dicho, hace maromas para convencer, que Marx no tiene una visión unilineal del desarrollo histórico e imputa a Engels ese “sesgo”, para lo cual de modo contralógico se apoya en citas de Marx para negar la posición de Marx, como es el caso de su escrito sobre la influencia de Inglaterra en la India o el pasaje por el cual Marx deja claro que el país menos desarrollado pone al frente del menos desarrollado “… el cuadro de su propio porvenir”. En otro orden de reflexión, el Sr. Dussel hace una “lectura” (interpretación) del pensamiento de Marx, que le fuerza a volverlo ético.  

Las provincias unidas, el hegemón inglés, el estadounidense –I. Wallerstein- (grandes sistema “elegidos” por el proceso de desarrollo humano): formas imperiales de conquista e internacionalización tienen pleno sentido prometeico en cuanto modos de realización histórica según la ley natural hasta cuándo se ha globalizado la humanidad, se ha formado una sola comunidad ilusoria escindida, mutatis mutandis: hasta finales y principio de los nuevo siglo y milenio (XX-3000); pero el retorno al proteccionismo de ciertas potencias o la formación de bloques, no quiere decir que el mundo se desglobaliza (en realidad, a nivel de los países neocoloniales, la integración es más bien la aspiración del progresismo contrahegemónico frente a las multinacionales). A partir de entonces, el capitalismo (y todo sistema de clase) se vuelve nocivo: el balance esquizoide (B. Echeverría) entre “construcción y destrucción” se pierde: el proceso se inclina hacia la destrucción, sobre todo frente al grado elevado de conciencia, que un sector de la humanidad ha alcanzado sobre el hecho, por lo que plantea la tesis de “otro mundo es posible”.

La perspectiva dinámico-sincrónica: a cada otoño le sigue una nueva primavera (“el líder de la expansión anterior del comercio mundial… es desplazado… de las alturas del mando del capitalismo hemisférico por un emergente nuevo liderazgo”); núcleos conflictivos, que crean balance temporal (“el ´sistema mundial moderno´ requiere la existencia de ´potencias hegemónicas´ sucesivas para mantener el orden político y el buen funcionamiento de la economía internacional”); el círculo se cierra en el “sistema-mundo”: realiza su último eslabón, pues, “el sistema ya no está en ´expansión´ sino en ´reversión´” (Arrighi, Fiori, Wallerstein). Contrario sensu a S. Huntington (Choque de civilizaciones) y a Hardt y Negry (Imperio [en el capitalismo, la esencia del imperio es el imperialismo]), este orden está muy bien derivado en la composición nocional: el desarrollo humano se difunde a la manera del crecimiento expansivo del cosmos (J. L. Fiori), de modo gradual mediante la sucesión de “hegemones” (G. Arrighi), hasta ubicarse en la cima del proceso, luego del cual se produce el cambio de época (I. Wallerstein).

El Sr. Dussel –filósofo- dice que su pensamiento está atrasado, porque el mundo, que se decía que se estaba globalizando, se está –más bien- desglobalizando (declaración, que deja entrever su método de trabajo al tratar dicho “objeto”: el descripcionista, no el categorial propiamente, en tanto sigue de manera histórica el movimiento de la realidad, no de forma lógica). Aporía reflexiva: un proceso se despliega, va de las partes a la conformación como todo. Es la humanidad, que desde su locación en las distintas latitudes, cromáticas, formas de reproducción, ideologías, la que se junta para tornarse una sola. En adelante, el camino no es de regreso, como jocosamente refiere Baudrillard al aludir al criterio de la “calidad total” nipona: a caminar para atrás, volver a reproducir lo imperfecto; el futuro no es de “des”, sino de mayor concreción de la totalidad (globalización), de acercamiento a la perfección.

Según criterio personal, la forma humana que viene es el comunismo: verdadero “último gran sistema”, en la que la entera unicidad es la base del proceso de completamiento de la misión humana: dotarle de conciencia a la materia. Luego, sea que se llegue a la meta o no, una vez ahí, no queda más que el declive progresivo (quizá también el salto en forma inversa hacia la liquidación): fin del ciclo cósmico, de cara a la apertura de otro. En lo personal, se asume que la forma más apropiada de  distraerse es ponerse a pensar la historia de otro modo; si el siglo XX fue subjetivizado con categorías del siglo XIX (A. Touraine), la forma siguiente, para no quedarse entrampado, el presente y el pasado tendría que ser abordado con determinaciones del nuevo escenario humano; así, futuro: “economía”: ley del “valor” de usufructo, “política: democovivencia e ideología: cosmovisión filosófica científica.      

La “dependencia”, según el Sr. Dussel: transferencia de valor de unas empresas a otras (“ecualización”), efecto de la desemejante composición orgánica del capital (diferente valor/mismo precio de los productos transables en el mercado hemisferizado) y del diverso grado de explotación del trabajo. Pero, para otro frente de reflexión, la “dependencia” no es el proceso de transferencia de valor (“explotación entre capitalistas” [¿?]) de una empresa de escala menor hacia otra de mayor (la esencia del intercambio desigual, no de la dependencia, es la sobreexplotación; la dependencia está en que los burgueses de unidades territoriales del capital se necesitan mutuamente [es la necesidad de realizar el producto en el mercado internacional, no la dependencia lo que pone en contacto a los capitalistas, los cuales en competencia monopolista venden el producto al precio medio y se realiza la redistribución interburguesa de la plusvalía], pero esa no es la causa última de la ecualización internacional [debe tenerse presente, que detrás del capital –trabajo muerto- también existe vida: los capitalistas, que cumplen una función en la historia; y, detrás de los países, clases]).

La “dependencia” es uno de los mecanismos, presupuesto de ese proceso (en realidad, redistribución de la plusvalía entre empresas, efecto de la ley del desarrollo desigual -Lenin); en los hechos puede haber dependencia y no transferencia de excedente de trabajo social del tipo descrito (es el caso de Cuba frente a la ex URSS, al que se lo denominaba “imperio al revés”: suero directo a la vena de la Abana, subsidio por mantener este satélite, etc.). A través de esta sujetación –división internacional del trabajo- (que es consecuencia del desarrollo heterogéneo del capital) se produce el intercambio desigual (acumulación a escala mundial); pero la dependencia no es la transferencia misma, como supone el señor Dussel (mercancías que tienen igual precio pero diferente valor [el Sr. Dussel tiene razón; el término empleado: dependencia, es el controversial {Teoría de la dependencia: un centro de poder mundial domina –organiza la relaciones en el mundo-; hay un grupo interno a los países que intermedia las relaciones de dominación/dependencia, por cuanto se beneficia de ellas –T. Dos Santos}].

En suma: el concepto de “desarrollo” es marxista, pero no el de “subdesarrollo” según el parecer del Sr. Stavenhagen (se atrevería a decir, que allí tiene razón el Sr. Dussel); en el de “dependencia”: no (aquí, en cambio, la tiene el Sr. Agustín Cueva D. [de modo que el Sr. Dussel, no es que en la nueva edición de uno de sus libros de escribir correctamente el apellido del conterráneo Agustín, sino que debe revisar su “inexactitud” sobre él]). Sin embargo, ni dependencia ni neoliberalismo son formulaciones críticas que sustenten un proyecto; las neocolonias solamente saldrán del atraso con su vinculación al mundo (cuando domine las conquistas de la época burguesa). Si bien es verdad, que “El capitalismo no es precisamente el progreso que resuelve todas las demandas humanas”; sin embargo, el frente capitalista “subdesarrollado” “no debe partir de la idea de la dependencia, porque no está allí ningún camino de desarrollo…”, en un mundo interrelacionado, dominado por el capital, en el que su sentido se halla condicionado por el proceso de la ciencia y de la técnica, factores que hallan a merced de los designios de los poderes mundiales (dixit Dr. Alfredo Castillo B.). Por tanto, tampoco la categoría “soberanía” (que lo fue en su momento) es pertinente hoy, pues, se opone a la proclama: todo en el mundo debe pasar a ser de todos.

En el modelo mental del Sr. Dussel: “el trabajo vivo crea valor de la nada del capital”. “En su lectura de Marx, un lugar central lo ocupa la concepción de Dussel del trabajo como producción y creación”. “Puede mostrarse que en una vertiente de su pensamiento Dussel, ha naturalizado y deshistorizado el trabajo vivo, desnudo, tendencialmente privado de componente intelectual y cultural, que es un producto histórico del capitalismo. Pero otra vertiente del pensamiento de Dussel atribuye al trabajo vivo, corporal del ser humano desnudo y virtualmente bestializado, una creatividad ex nihilo y una dignidad ética absoluta, ahistórica, con obvias resonancias o incluso explícitas referencias teológicas” (Alan Rush).

 “… el capital aprovecha y explota al trabajo vivo para crear valor desde esta fuente de energía. Si el trabajo vivo es la fuente de la acumulación del capital, esto todavía deja a la dinámica del capital como el principio creador. Sencillamente, no se puede afirmar en forma convincente que se crea a partir de la nada, como la Idea de Hegel”. “… el plusproducto está determinado como plusvalor… no es un resultado del trabajo vivo y su finalidad, sino del trabajo alienado, del trabajo como valor de uso del capital, imbuido por el impulso del capital hacia la acumulación”. “… sería apropiado afirmar que el valor es nada más que ´trabajo alienado, reificado´, pero afirmar que el trabajo es la ´materia´ del valor, por así decir, no prueba que lo creó, así como afirmar que el mármol es la materia de la estatua tampoco prueba que la creó” (Arthur Cristopher).

En torno del proceso dinámico del desplazamiento histórico, el Sr Dussel impone su consideración sistémica sin determinación: determinación-determinada-determinante (condición-condicionada-condicionante); dicha apreciación no se la comparte en lo absoluto (la posición marxista “ortodoxa”, es clara sobre el particular: totalidad con determinación [no obstante, en algún momento de su exposición, el Sr. Dussel dice: “Marx dio en el clavo” {en referencia a la pregunta: por qué quien crea la riqueza es pobre}; y, concluye: es la esencia, el fundamento, de allí deriva todo; empero, no está de acuerdo con el hecho –no advierte, debería decirse-, que los sistemas –según su forma de nombrar componentes y procesos- se hallan presentes en la realidad histórica de las formas clasistas, para garantizar la reproducción de la estructura]).

El Sr. Dussel dice que el proceso del capital empieza en Marx con el pobre. Esa es una afirmación relativa, puesto que deber irse todavía más atrás. La pregunta pertinente es: ¿por qué quién a futuro es subsumido por el capital en el proceso de valorización es pobre? La respuesta, luego de Marx, es por la instauración coercitiva del proceso de la acumulación primitiva: por el despojo de los medios de producción por parte de un sector sobre otro de la población. El pobre no es pobre porque nació así (a no ser que sea el descendiente de un pobre ya existente) Sr. Dussel. El ser humano vive en comunidad, de ella depende o proviene su situación de pobre, lo cual quiere decir que hay antecedentes: debieron haber sido despojados previamente, apropiados de modo monopólico los medios de producción (objetos e instrumentos), de forma que los mismos no queden al alcance de quienes terminarán como pobres, caso contrario ocurría lo que Marx expone como el episodio de Mr. Peel: el cual no pudo conformar su empresa por existir tierras libres.    

El Sr. Dussel insiste en su equívoca idea acerca de que el marxismo-leninismo no entendió la reacción, que proviene de la superestructura sobre la base; al respecto, hay que notificarle al Sr., que si la barriga deja de funcionar, no hay política, ideología o “cultura”, que pueda mantenerse en pie, que, por tanto: existe jerarquía entre las regiones que componen el hecho social; precisamente todo lo que ocurre en las nebulosas del proceso social responde a cambios o calibraciones que la estructura con necesidad ensaya sobre las instancias (palabra que tampoco es de su agrado), que están sobre sus hombros.

En realidad, la progresión algorítmica en Marx es: condición condicionante condicionada, o determinación determinante determinada, no al revés, esto es: condicionada condicionante condición, o determinante determinada determinación; lo cual quiere decir, que en todo hecho existe una variable principal, que mueve al conjunto, que lo explica (“éter especial, que baña todos los colores y que los redefine”); sin perder de vista como es obvio, que los hechos que yacen encima, reactúan sobre su fundamento.

El Sr. Dussel dice que se conoce suficientemente del “sistema económico” del “campo económico” del capitalismo, dado que Marx escribió más de 10 mil páginas al respecto, y que faltaba hacer lo propio sobre el “campo político”, el “campo cultural”, el “campo estético”, etc. Se estaba persuadido por legitimación (consenso de estudiosos sobre los trabajos del pensador comunista radical ario), de que El capital de Marx era una obra total, en el sentido en que abordaba de modo trabado, dentro de sus límites, la variedad de aspectos componentes del proceso de reproducción de la vida. El Sr. Dussel, en cambio, ha sostenido (según sus inclinaciones de estructuración de la realidad), que Marx abordó sólo el “campo económico”; luego, el Sr. Dussel impugnó al “socialismo real” (sic) por pensar según la idea errónea, de que en El capital y en la economía estaba la base de explicación de los multifacéticos fenómenos humanos, cuando –según el Sr. Dussel- la realidad no tenía una sino varios fundamentos, en tanto condición, condicionante, condicionada.

Como es obvio, a tenor del discurso de la Ideología alemana (el ser humano para poder pensar, hacer estética, etc., primero debe haber satisfecho las necesidades básicas), en lo personal se ratifica la forma de ver los hechos sociales como causal e históricamente condicionados. Aunque el Sr. Dussel se esmera por otorgar máximo grado de persuasión para sus creencias con la elaboración de esquemas crípticos (hasta allí llega su esfuerzo y elegancia, puesto que no pasa a modelar matemáticamente sus ideas, bajo el argumento de que lo difícil es producir la axiomática filosófica, dado lo cual poner las ecuaciones es ya fácil), su enfoque es inmanente a su mapa perceptual, el cual no es compartido, por lo menos por quién como en este escrito, lo cuestiona.

Frente a los indeterminintas, que motejan a sus antípodas como economicistas (para Marx, la economía: el proceso de reproducción material, es el esqueleto del conjunto), el Sr. M. Godelier recuerda: “… lo que es claro, es que ni la edad media podía vivir del catolicismo, ni la antigua de la política, por el contrario, las condiciones económicas son las que explican por qué en una el catolicismo y en otra la política jugaban el papel principal” (K. Marx). De manera que merece ampliarse aquí la cavilación en referencia con tópicas y autores (“revolucionarios”) conexos.

El Sr. Grosgohuel sentencia que el socialismo fracasó, que los movimientos sociales han errado de modo análogo e incluso que los gobiernos de izquierda moderados como el venezolano o el boliviano, “no dan pie con bola”. Se trata del criterio del amplio pelotón compuesto por quienes son cultores de la “teoría crítica”, de la filosofía de Sur, de la descolonización epistemológica, de la contra hegemonía y dominación de raza, de género, el socialismo ecológico, los enfoques culturales y demás. Deben ripostarse afirmaciones insidiosas, en relación con varios aspectos, sobre todo de interpretación de la historia, de teoría y de apreciación sobre la práctica marxista. Esta impugnación se ciñe a la política personal trazada para contestar a los detractores del marxismo, es decir, en atención sólo a quienes aluden de modo negativo a dicha formación ideológico-teórica, a su práctica y a sus resultados.

Los detractores del marxismoleninismo abominan la tesis sobre el proceso regular, lineal y determinado (económicamente) de la historia (no se dice que las formaciones sociales deben cursarse una tras otra, sino que el proceso de desarrollo de las fuerzas productivas sigue esa linealidad, hecho que en buenas cuentas es lo mismo: no se puede pasar del desarrollo feudal de las fuerzas productivas al socialismo); su soporte refiere a la carta de Marx a Vera Zasúlich, cuyo contenido se interpreta a conveniencia. Strictu sensu, se pone de cabeza a Marx, a Hegel, mientras que la categoría progreso se lo ubica en la esfera mitológica: el “mito del progreso”. Se actúa como la derecha conservadora, inmovilista, de acuerdo a la que el proceso humano es el mismo siempre (en un sector de las artes administrativas se escucha decir, que “Cristo fue un empresario”); y, a lo mucho, se asume que la vida social cambia, pero como efecto de la intervención selectiva humana a partir de varias opciones. La capacidad del cerebro para interpretar-tergiversar como le plazca el pensamiento ajeno, hacer decir, lo que no se dice.

En el caso de Marx, jamás Carlos se siente complacido ni tampoco dice que debe implantarse el capitalismo donde sea para que todo segmento humano se alinee con el sentido progresivo de la historia (las mordaces expresiones de Marx sobre Bolívar, es la muestra); lo que asevera es que así ocurre en la historia. Tampoco dice que la comuna rusa va a saltar o puede saltar directamente al comunismo, sino que de haber otro segmento humano que ya es comunista, éste puede inducir a la comuna a no atravesar esa o todas las etapas (contrariamente a lo que ocurre entre un infante y un viejo, puesto que para ese pasaje directo, es necesaria la maduración incluso fisiológica del cerebro), y lo dice, debido a que Marx sabe que un niño no puede ubicarse directamente en la vejez con juguetes: sólo lo haría cuando las fuerzas productivas hayan sacado de la escena histórica al trabajo, es decir, con la automatización.

La premisa epistémica de Marx (Occidental), es figurarse a la historia como lo que es: proceso progresivo periodizado. El cuestionamiento central de Grosfoguel a Marx, es que ha generalizado una particularidad (el proceso capitalista europeo, que emerge del feudalismo) como enfoque teórico para abordar intelectivamente todas las formas precedentes y las coetáneas que difieren de la europea; denomina a este proceder como eurocentrismo. En efecto, Marx dice en algún documento: “la anatomía del ser humano clave para entender la del mono”, en el sentido de que allí están puestas las premisas para comprender todas las formas humanas; y más clara y directamente Marx dice: éstas (las precapitalistas) son formas progresivas hacia sí, del capitalismo; y, el viejo pone frente al joven el cuadro de su propio porvenir.

En otro lugar, otros autores amplían mucho más la idea: Marx no sólo descubrió la ley que preside al movimiento del capital, sino que lo hizo con la regularidad de la historia toda (es obvio que esta aseveración generaría mayor urticaria al Sr. Glosfoguel). La verdad, en cambio, es que Marx expuso dos elementos teóricos básicos: la teoría de las formaciones humanas (económico-sociales), en el sentido de formas de reproducción progresivas; y, las categorías fuerzas productivas y relaciones de producción, las cuales son elementos teóricos con las que se puede estudiar todo hecho humano pasado, presente y futuro. En primer lugar la historia constituye movimiento progresivo de momentos inferiores a superiores, que ocurre a saltos y por etapas; en segundo, todo grupo humano crea instrumentos para producir y reproducirse, y ese proceso se realiza en grupo, en un marco de relaciones, las que dependen del tipo de instrumentos desarrollados.

Pero lo más significativo de la propuesta teórico-científica de Marx (y hecho que está lejos de dar importancia el Sr. Grosfoguel), es el haber encontrado las dos categorías que convierten la entidad humana en “cosa”, con lo cual es posible, no sólo comprender de modo positivo, objetivo, científico (las leyes) del proceso humano pasado y presente, sino también entender el desarrollo ulterior, con lo cual el marxismo se convirtió en ciencia. El enfoque sencillo, manualista, esquemático marxista, tiene mucho de carácter comprensivo; en efecto, en la historia se producen cambios cuantitativos sumatorios, base del salto hacia una nueva cualidad; hecho que se produce al interior del movimiento de las fuerzas productivas, el cual es progresivo, y el que obliga a que se pongan en correspondencia las relaciones sociales: que la humanidad ingrese en una nueva etapa histórica. Por tanto, la clave está, no en rechazar por venganza a la episteme occidental, sino en establecer una evaluación comparativa entre el pensamiento occidentalizado y el resto, para ver cuál es el que reproduce la verdad en la mente de forma más correcta (la Dra. Valcárcel dice que sólo Occidente ha efectuado procesos metacognitivos autocríticos).

En torno del momento histórico que viene para la humanidad (que para el Sr. Dussel se presenta desconocido [en realidad, con apego al carácter predictivo de toda ciencia, en la perspectiva de otra persona cuestionada por el Sr Dussel: el Sr. M. Bunge, y del propio marxismo-leninismo, el nuevo estadio histórico en el horizonte, es el comunismo]), el mismo no es efecto del nuevo “gene” (sic), gen que crea la nueva realidad humana; pues, dicha realidad está dada en la instrucción genética, esto es, en el proceso direccional inmanente, que paradójicamente de modo estocástico realiza el despliegue de las leyes que presiden el modo de ser de la materia.

Y este argumento: es exacto. El camino para el ser humano del futuro: ¡está trazado! Con consenso o huérfano de él (incluso con conciencia o al margen de ella), la humanidad marcha –de forma abstracta- sobre una sola y misma calzada (perentoriamente de modo dual al momento: los países llamados desarrollados, siguen el camino de la creación de tecnología –su tarea es el persistente desarrollo de las fuerzas productivas-; las sociedades periféricas, en cambio, su encargo en curso consiste en negar las relaciones sociales actuales e implementar los presupuestos estructurales e ideológico-políticos del sistema de la humanocovivencia). Esta determinación proviene de la acción obrera y del socialismo devenidos (al respecto, el Sr. Dussel de manera tramposa propala la idea de que el marxismo-leninismo no trató ni especulativa ni empíricamente ciertos aspectos de la vida social).

Estímense: 1) la proclama de la igualdad entre los géneros lo planteó el proletariado y el socialismo lo concretó; 2) la superación de la segregación racial, el proletariado lo postuló y el socialismo lo hizo fáctico; 3) la defensa y observación de los “derechos humanos”, el proletariado lo promulgó y el socialismo los aplicó; 4) la “igualdad”, fue un principio, que los trabajadores lo enarbolaron y el socialismo lo observó; 5) las preocupaciones ecologistas, el proletariado las planteó (Engels: El papel del trabajo en la transformación del mono en ser humano). Las consignas de cambio de las que se hace gala hoy, por tanto, no son tan nuevas; pues, el hecho consiste nada más, que en el paso de la tarea de la transformación completa de la fisonomía humana a responsabilidad de toda la especie; y, el mismo debe hacerse efectivo con el concurso de la acción política, de ya larga tradición, de los restos de las generaciones maduras, pero sobre todo con la praxis de las jóvenes y la de la promoción inmediata. El Sr. Dussel ironiza; dice que un barril de petróleo vale realmente seis mil dólares; que actualmente se lo quema, que se lo malgasta, que no se lo deja para las futuras generaciones; el contraargumento sencillo es: el petróleo dejará de ser importante cuando se descubra el sucedáneo que lo supere en calidad, como ocurrió con el carbón de piedra: la antracita, el lignito o la hulla.  

El Sr. Dussel no se está por las ramas: en su fijación por destruir a Althusser, el cual cree que es el único ideólogo del marxismo-leninismo, enfila en contra del texto en el que Marx resuelve uno de los problemas clásicos de ciencia: la relación sujeto/objeto (“cosa”, según el Sr.), en lo que concierne a la formulación del “objeto” en las ciencias sociales; cuestión candente que el Sr. Dussel afirma como otros (Néstor Braunstein, p. e.), que es falso dilema, para lo cual recurre a decir, que el problema verdadero es entre sujeto y sujeto, el cual lo sitúa disqué en su origen: el ser humano siempre fue sujeto, por eso tiene cordón umbilical (y se lanza en toda una apología al feto y al vientre materno, de modo candoroso). Ese texto es el del Prólogo de la contribución a la Crítica de la Economía Política. Allí Marx por fin establece el modelo lógico axiomático de la realidad, que permite pensar al proceso humano, a la historia de modo científico, para lo cual arremete –como ya se ha dicho- esta vez contra Mario Bunge y su concepto de ciencia, el cual asevera también que está errado, que se aparta de la noción de ciencia de Marx, pero no dice claramente en qué y por qué.

Marx finalmente establece dos parámetros necesarios para representar la historia como ciencia y aprovechar su carácter predictivo: exponer la tendencia de desarrollo, proeza de la mente que crea la posibilidad de la actuación humana (lógica que tampoco le gusta el Sr. Dussel, por lo que trata con sorna de devaluarlo ideológicamente, fetichísticamente): fuerzas productivas y relaciones de producción, los dos elementos de la contradicción que permiten pensar a la entidad humana, a través del cual “vive” el objeto, se desarrolla, se mueve. Aquí reside la ley, noción a la que oportunísticamente el Sr. Dussel poca importancia da; para lo cual recurre a la bagatela de decir, que el marxismo-leninismo es algo inventado, reiteradamente que fracasó (fracaso del Socialismo: tesis de la derecha reaccionaria [“El socialismo real cometió muchos errores”, se permite decir este Sr., en su auto elevación al status non plus ultra, de factotum]), que yace sepultado, sobre lo cual invita a poner más tierra, sobre todo a la juventud (como que la representación fuese efecto de la voluntad).

Mucho ego el del Sr. Dussel y exceso de novatada: descalificar y subestimar al oponente, para hacer que resplandezca la figura propia. En ese cometido, el Sr. Dussel enfila críticas demasiado ingenuas al Marxismo-Leninismo (para criticar al pasado: a Lenin y a Stalin, el Sr. Dussel apoltronado en el presente, debía realizar algún tipo de “deflactación”); un buen marxista-leninista se mofaría de la postura ridícula, que muchas veces adopta el susodicho Sr. En una palabra: a medida que se penetra en el pensamiento del Sr. Dussel, se nota como se hace más fácil refutarlo, en cuanto tiene que ver con los argumentos con los cuales arremete contra el marxismo-leninismo, por supuesto. Similar conducta de guapería asume, por ejemplo, el boliviano Juan José Bautista; este Sr. dice que no utiliza teléfono celular, porque, según su genialidad, detrás de dicha tecnología están relaciones de explotación, pero si usa el micrófono para sus divagaciones; el personaje inmediatamente citado, en el plano lógico/histórico dice también, que el avance intelectual de Marx es de la categoría “clase” a la de “comuna”; en lo personal, en cambio se tematiza ese pasaje de Marx del trabajo al autómata: a la “tercera naturaleza”, en la que el ser humano se dedica a producir la idea, esto es, a conocer y dominar a la realidad {Se ha dicho: “Sin trabajo y sin naturaleza, no existe la historia”; en adelante debe decirse: sin autómata y sin naturaleza, no existe nada}]).

La simpático es que muchos investigadores marxista-leninistas y sobre todo trotskistas han hecho descubrimientos marxistas independientemente de Marx, que coinciden con su pensamiento, de lo cual no da cuenta el Sr. Dussel; esto es, figuraciones que concuerdan con las ideas recién conocidas (por medio del Sr. Dussel precisamente) de las obras inéditas de Marx (de modo pedante dice, verbi gracia, que el concepto de “subsunción” el marxismo no lo vio; pero, no es así, pues, muchos estudiosos usan dicha categoría en el mismo sentido que tal Sr.). El Sr. Dussel cree que sólo él conoce y maneja el marxismo (de Marx –sic) de modo correcto; quién escribe, que conoce las ideas de uno (del Sr. Dussel) y de otros (el marxismo-leninismo y el trotskismo), que, por tanto: puede establecer discernimiento comparativo, piensa que no es así, pues: 1) hay tópicos que los marxista-leninistas conocen muy bien, que el Sr. Dussel no sabe que dominan (la misma cuestión de las “categorías”, la relación de conocimiento entre “ser y pensar” o la categoría “precio de producción” como eje gravitacional en torno al cual giran los precios de mercado, etc.); 2) hay ideas que los marxista-leninistas y los trotskistas conocen de Marx, que el Sr. Dussel desconoce o sobre las que no ha puesto interés (que la revolución es la partera de la historia y de que ésta responde a específicas regularidades, por ejemplo).

A veces el Sr. Dussel se comporta como descubridor del “agua tibia” en el campo de la producción teórica de Marx, en la región de la Economía política. ¿Qué dirán (habrían dicho, en el caso de los decesados) los señores economistas Mandel, Shaikh, Amín, Astarita, Guerrero, Katz y muchos otros prominentes exponentes del pensamiento econ´mico marxista, ante tanto desprecio (no son tomados en cuenta) por parte del Sr. Dussel, por ejemplo?    

Respecto de los hechos concretos, la derecha, los trotskistas y el Sr. Dussel dicen que el socialismo (soviético) fue un fracaso y que yace fuera de la historia. B. Echeverría asume que el capitalismo es un caso esquizoide, esto es, proceso trabado de progreso y destrucción. Un sector de izquierda deplora la existencia del capitalismo: desea eliminarlo de un solo plumazo, y su conclusión es que habría sido mejor que no hubiese surgido en la historia. Los señores: ¡están completamente equivocados! Sobre el capitalismo, el saldo, juzgado el sistema fuera de la inclusión en él, de los sujetos concretos: el capitalista y el trabajador, amén del resto de la población, es positivo, puesto que la humanidad in abstracto se halla viva y ha recorrido un debido tramo. Sobre el socialismo y, más concretamente: en torno del marxismo-leninismo, éste ha dejado la historia, por cuanto ha cumplido su misión en ella (acelerar el desarrollo capitalista de las fuerzas productivas, en tanto contradicción; incorporar su propio desarrollo al proceso; demostrar que el capitalismo no es la única forma de organización humana capaz de sostener a la humanidad; y, también poner su impronta en la historia).

El Sr. Dussel ve todo malo en el capitalismo y en el “socialismo real”; pero está muy equivocado el Sr. El capitalismo es una edad histórica que ha surgido de modo inevitable en ella con una función clara: acelerar y completar el desarrollo histórico de las fuerzas productivas (“producir la base material del mundo nuevo”) e integrar a todos los miembros de la humanidad en una sola entidad (globalización); organismo indiviso (comunidad de pensamiento), listo a intervenir en la realización del nuevo objetivo: producir/redondear la idea. Mientras que el socialismo jugó un papel, cumplió una misión en la vida, el paso por este mundo por parte del Sr. Dussel se ve que hasta ahora (2017), fuera de su impresionante retórica (¡bla, bla y bla!), no ha servido de mucho (“Pero una hormiga puede decesar a un elefante”; viene bien traer a colación aquel dicho que reza: “No hay que desear el mal a nadie”); en todo caso, el discurso del Sr. Dussel ha conducido a enfrentar, dividir, hacer pelear a posiciones fraternas, que tienen un mismo objetivo, aunque diferente método, esto es, a tornar inocuo el trabajo de posiciones afines enfrentadas.              

Una vez cumplida la misión histórica (la del marxismo-leninismo), en cuanto hecho plenamente comprobable, realizado como un caso: en la ex URSS y su Campo (1917-56), para un segmento humano, en un momento histórico, a nombre de ella (la historia) y la humanidad, el marxismo-leninismo: ¿está muerto como dictamina el Sr. Dussel? (más bien el Sr. Dussel, por su edad y por cuanto no le alcanza la tecnología que prolongue su vida, está por morir; se diría: “eso pasa por desear el mal a otro”). De ningún modo. El marxismo-leninismo: ¡no muere!; se supera a sí mismo y pervive como la nueva expresión abstracta de la realidad naciente. El marxismo-leninismo contemporáneo tiene que ver en “economía” (reproducción humana): con la ley del “valor” de usufructo; en “política” (según la acepción leninista de política: lucha de clases por el poder el Estado, no de la dusseliana: concepción ético-subjetivista-voluntarista): sistema democovivencial; y, en “ideología” (conciencia “social”): con la Filosofía, en tanto concepto total objetivo de la realidad. El proceso revolucionario que viene es teórico: expresa la contradicción de momento, que mueve al último proceso progresivo humano, en el cual la potencia del neocórtex natural-artificial, se hace acto en la idea total sobre el Universo, esto es: la antinomia entre ser y pensar, cuya resolución es la verdadera dualidad: la realidad y su alter ego conceptual.  

        “EL MARXISMO-LENINISMO HA MUERTO”:

      ¡VIVA EL MARXISMO-LENINISMO!

Que a Marx simplemente se le ocurrió escribir ese texto (el Prólogo de la contribución a la Crítica de la Economía Política) para dar gusto a Engels, que luego lo dejó de lado y nunca más se ocupó de él; cuando claramente dicho escrito es la refiguración epistemológica, que como directriz encaminó todo su pensamiento posterior, como él expresamente lo dice; está lejos de asumir el Sr, Dussel ese hecho, puesto que quizá como genio marxólogo sí lo haya advertido. Pero el Sr. Dussel, según dice, es también un inmenso ruptor de esquemas y en propensión a formar su propio paradigma a la manera de Gramsci (“gobernantes/gobernados”) o Habermas (“relaciones comunicativas”), persona última (Habermas) a la que acerbamente recusa. En el texto citado, Marx, como revolucionario, liga la ciencia (“juicio de hecho/juicio de valor”) con el partidismo (la praxis): la posibilidad de que el ser humano deje, ahora sí, de ser una “cosa”: que pase a tomar las riendas y a “someter” a ese “potro chúcaro”, que es el progreso histórico, con lo cual ideológico-políticamente resuelve el problema de la relación sujeto/objeto y su nexo con la acción racional del sujeto.    

Sobre la formación humana clasista última: el capitalismo, para la historia, ambos intereses: el burgués y el proletario, son suyos: la burguesía realiza el progreso (bloquea el anquilosamiento, la marcha en el propio terreno derivado de formas primitivo-equivalenciales o de raigambre etnicistas o ecologistas), el proletariado propende conservarse como fuerza de trabajo (cuando no le disputa al capital el sentido de la historia, allí donde el capital también se vuelve reaccionario, puesto que asume que sus sistema es eterno), para producir la riqueza bajo el mando del capital. Desde esa perspectiva, ningún (sistema de reproducción humana) modelo de política económica es errado o ha fracasado, pues, son sólo respuestas programáticas inherentes a cada interés, que por su lado de modo inconsciente empujan la historia (lo que es ética negativa particular, es positiva en el plano histórico [dicho sea de paso, en la naturaleza no hay errores o defecto, sino simplemente acción estocástica, en sentido sociológico: búsquedas]).

La negación del papel civilizatorio de Occidente, de la modernidad, de Europa, por parte del Sr. Dussel. “Las ideas críticas emancipadoras de la ilustración, que… se desarrollan por primera vez en la Europa de los siglos XVI y XVII; son una primera forma de conciencia universal de la humanidad, no tienen patria, ni pertenecen a una cultura específica, son propiedad de todos los seres humanos que quieran continuar en el horizonte intelectual abierto por las libertades modernas”. “Las ideas críticas y emancipadoras de la modernidad no son pues solamente un proceso autoreflexivo y solipsista de Europa; son más bien un primer momento constitutivo de una conciencia de la humanidad, de una igualdad universal entre los seres humanos y de sus comunes aspiraciones a la libertad, por encima de sus diferencias culturales y religiosas” (José F. Cornejo).

Pretensión de innovación: cómo se maneja el excedente, las tesis -20- sobre política (“relato” no exento de voluntarismo; en los hechos: disociación de lo económico de lo político, de las fuerzas productivas, de las formas de propiedad [su modelo político es coherente; pero irrealizable antes de la experiencia leninista y del moderno movimiento de las fuerza productivas, que crean las condiciones de posibilidad para aquella normativa {por su parte, el Sr. Dussel dice fundar su nuevo sistema político –con peyorización del resto- en el principio: “voluntad de vida”, en lugar de “dominación”; no obstante, el “deseo de vivir” no es un hecho de factura racional, sino biológica, puesto que se trata de un hecho de factura biológica inherente a todo ser vivo: la propia vida autónomamente tiene resguardos para su preservación, promoción y reproducción}]). En realidad, ¿“manejo del excedente” o “formas de propiedad”? (“… los sistemas económicos se definen por el manejo del excedente”, tajantemente dice; cuando, en realidad, solamente en el capitalismo la “forma de reproducción” asume la nominación de “economía”).

La producción es el elemento fundamento de todo el proceso de reproducción de la vida de todo subconjunto humano; es en ese sentido en que el marxismo-leninismo plantea la primacía de práctica económica sobre el resto de esferas, campos, sistemas o estructuras, según es la lexicología del Sr. Dussel, de reproducción de la vida humana. Ahora bien, anteponiendo su propio modelo reflexivo al Sr. Dussel, en la historia aparecen muchos hechos, pero no su fundamento; éste refiere al contenido histórico, a su fin: la producción de la idea. El Sr. Dussel cuestiona indebidamente a Althusser y su tesis: “la metáfora del edificio”, para lo cual debe implicar al propio Marx en su desaguisado: que ese juicio Carlos lo expuso de pasada en el Prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política y que luego no se refirió nunca más a él, por lo que deduce que el mismo carece de importancia, que no vale. Cuando Marx enfatiza que ese fue el principio rector del movimiento de captación de la estructura y operación del mundo, de su pensamiento. Para poner su mejor impronta en el saber (y diferenciarse), el Sr. Dussel propone su idea sobre los “campos” (sincronismo craso) a la manera de P. Bourdieu, sin entender, que los “niveles” (-base natural- estructura, superestructura y formas de conciencia) son la forma de captar el movimiento ascensional (diacronía) del modo en cómo el ser humano acomodó, evolucionó y desarrolla su vida, camino al imperio de la racionalidad, de producción de la idea.

Digresión sobre la última idea. En este caso, el de la revolución socialista, la superestructura crea la base (la razón se adelanta meritoriamente), se impone: a sí misma como utopía y se lanza sobre la realidad. Al interior de las formas clasistas de reproducción humana hay una sola superestructura, que se modifica ligeramente para adaptarse a su evolución (aunque parezca que las “categorías políticas de la modernidad” aparezcan como un colosal invento de la conciencia póstumamente liberal: la ilustración, el iluminismo, etc.). Esta base (la forma de reproducción material clasista última: la económica, o sea, la capitalista) debe ser destruida por el desarrollo material de la humanidad (progreso de las fuerzas productivas, del desarrollo de la ciencia y de la técnica) o por la revolución para que se corresponda con la ilusión (es aquí como la idea del Sr. Dussel sobre los “campos”, que se cree ser superior a la althusseriana de la “metáfora del edificio”, aparece como una reflexión simplemente mecanicista -“El alguacil resulta alguacilado”).

Asume que el marxismo-leninismo no es marxismo, realiza el análisis de todo el período de existencia de la ex URSS con la ley del valor. Para el Sr. Dussel, materialismo es sólo el “contenido del acto”, no la base real de todo acto, cuyas leyes deben ser conocidas, precisamente para hacer uso de ellas, de modo racional y eficiente; es por eso que para él la razón de la existencia humana es tan sólo inmanente, en la perspectiva gramsciana de “humanismo inmanentista absoluto” (hedonismo ilustrado: vida y felicidad estética), pues, en el concierto de macromoléculas, mineral, del Universo, el ser humano nada tiene que ver (aun por sobre su consideración de que “una célula es más compleja que todo el Universo”). La posición alternativa, teleológica, en cambio, consiste en entender a esta entidad (la humana) como el elemento racional encargado de dotar de conciencia (alter ego) a la materia (sentido del acto). Es en este plano que se presenta la contradicción entre felicidad y racionalidad; términos, que no son intercambiables; y sobre los que el Sr. Dussel se pone del lado del primero (felicidad hedónica) como admirador del sistema de vida de los pueblos primitivos (“época común”, lo denomina).

Frente a las creencias y prácticas religiosas, la política apropiada se asume que en la actualidad es: “ni combatirlas ni alentarlas”. En un momento histórico: el período de edificación socialista, lo adecuado consistió en luchar con todos los medios contra la Religión, puesto que este sector fue uno de los frentes de oposición. La posición y actuación militante de ese tipo de creencias (las cristiano-occidentales) se remontan al período anterior a la Revolución de Octubre y al proceso subsiguiente hasta 1956 e incluso a 1989. La estrategia entonces, sobre todo de Engels, fue filosófica, concretada en el plano de la lucha ideológica. Es por eso que el marxismo ontologizó los push: “Qué es primero: ¿la materia o la idea?”. La respuesta llevaba a las posiciones materialista e idealista, en su orden. Aunque el Sr. Dussel impugna este proceder y hasta lo ridiculiza, era lo correcto según las condiciones y la necesidad. Había que negar de raíz el sistema de creencias en las que se afincaba la reproducción del status: no existen el alma, Dios, el Cielo, vida después de la muerte. Por tanto, la idea viene luego, como efecto del movimiento material, que representa a posteriori los hechos (“Las islas coralíferas de reciente formación”, deben estar formadas para sostener “el contenido del acto”: ser subsumidas, o sea, pensadas para pasar a servir en la preservación de la vida). Al principio el ser humano usa inmediatamente la naturaleza, luego la figura; es obvio, que en el presente, cada vez más dicho proceder se invierte: se piensan primero los hechos, para luego abordarlos con sentido práctico (el contenido ético –“voluntad de vida”- del acto: la tendencia a la precautelación de la vida humana).

Para alcanzar la racionalidad es necesaria la contradicción, la “lucha de clases”, la explotación, la acumulación, pues, sólo con el desarrollo de las fuerzas productivas (el progreso) se la consigue. Para obtener la felicidad de todos los miembros de un colectivo, se debe sacrificar el progreso material; este fenómeno (esencia del capitalismo) lo registra la historia. El socialismo fue el intento “antes de hora” (antes que el grado requerido de desarrollo de las fuerzas productivas como su base lo permita) de mantener el movimiento progresivo y la “felicidad”. Lenin y Stalin (personalidades, que el Sr. Dussel mucho detesta, sobre todo a Stalin, tanto que antojadizamente les vuelve irracionales, como es el caso por el que dice que jamás se preocuparon por el estudio del “liderazgo” [“el papel del individuo en la historia, de las personalidades”], y, por si fuera poco, dice que él va ser el primero en hacerlo  [Pero sin Lenin y Stalin {sin la Revolución Soviética y la subsecuente “dictadura del proletariado” impuesta en la ex URSS y su campo, en suma: sin el marxismo-leninismo}, Marx sería un “perro muerto”]) se dieron cuenta del hecho y plantearon un programa para abordar los dos frentes, pero que los acontecimientos de la coyuntura –el imperialismo, la reacción interna, la guerra- y la necesidad histórica, pusieron su límite, no los “errores” (fracaso) como insiste el Sr. en cuestión.

Los principios de la “totalidad” y de “exterioridad” el Sr. Dussel los enfila contra el Materialismo histórico (planteamiento teórico, que junto con el de Materialismo dialéctico, el Sr. Dussel deshecha): respecto de la primacía de la contradicción entre “fuerzas productivas” y “relaciones de producción” en el proceso de desarrollo humano (como se deja dicho más atrás, solamente con este extraordinario planteamiento epistémico-heurístico de Marx, es posible convertirle en “objeto de conocimiento” a la historia [Durkheim lo llama “cosa”], de aprehender de modo subjetivo científico la realidad humana, esto es, como proceso regular de desarrollo [en realidad, el Marx maduro, no fue ético, sino objetivo, científico]).

Como ya se ha dicho, la única manera de fijar el objeto y otorgarle practicidad al estudio de la historia, de dejar de proceder de modo cognitivamente especulativo nihilista: centramiento de la percepción en la noción “colección de hechos intermitentes sin orden”, es mediante la norma de derivación metodológica dada por Marx: los elementos que componen la forma de cientificidad de intelección de la historia son las fuerzas productivas y las relaciones de producción, variables citadas según el orden de preeminencia en la contradicción; de allí por correlación se pasa a la formulación de la ley general que la precede y de las particulares de los diversos períodos progresivos. Por ese camino, el pensamiento arriba a la mostración de la esencia, el devenir y a la predicción sobre el modo de ser, movimiento, desarrollo, cambio y finalidad de la entidad humana (el Sr. Dussel dice que la ciencia no tiene carácter predictivo y pone como ejemplo el hecho de que los economistas no lo pueden hacer y que cuando lo hacen fallan en toda la línea; no obstante se dice que P. D. Schiff predijo la burbuja inmobiliaria del 2008).

El Sr. dice que el marxismo tradicional no entendió/utilizó muchos términos y desarrollos discursivos de raigambre marxista, tal es el caso relacionado con la categoría ya hecha mención páginas atrás de “subsunción”; lo cual: ¡no es cierto! Por tanto, frente a tanta petulancia, se advierte que todas las objeciones que propone el Sr Dussel al marxismo-leninismo son convincentemente refutables a partir de la formación ideológico teórica recusada. Marx critica el sistema “… desde el criterio vida/muerte”, asevera el Sr. Dussel; pero, según percepción personal, el Marx maduro supera este “vitalismo antropológico de izquierda”, para pasar a plantearse la razón de la existencia del ser humano en el Cosmos: conocer y dominara la y a la naturaleza (por tanto, todo el pensamiento extraordinario del Sr. Dussel –por más que denigre a sus detractores-, se desploma).

En efecto, el Sr. cree que con su modelación logicista ha derrotado al marxismo-leninismo; arremete de modo violento contra Althusser: lo llama “farsante”; Althusser que es más original, pues, “sin haber leído los tres tomos de El capital, mucho peor los últimos escritos de Marx (“la cuarta versión de El capital” –sic) produjo la visión más coherente, lógica, objetiva (“formalista”, “estructuralista”) del marxismo (esta agresividad gratuita del Sr. Dussel para con Althusser, trae a la mente una realidad: la pobre noción simplemente descriptiva de la historia del Sr. Dussel, frente a la poderosa concepción categorial de la misma, de Althusser). Su posición indeterminista cuántico-heisenbergiana (circular en espiral), le hace decir, que la revolución política en Inglaterra impuso el sistema capitalista; el hecho, no obstante, es al revés (fácilmente M. Dobb, refutaría al Sr. Dussel); pues, el capitalismo estuvo ya en la realidad, pero de modo políticamente subordinado; la revolución puso en coherencia la nueva base con la institucionalidad.

De todos modos, merece relievarse el esfuerzo que hace el Sr. Dussel por poner los hechos en su punto, por rescatar la primacía y aporte de otros pueblos (él los llama insistentemente “culturas”) en la producción de la historia; lo cual le lleva, en cambio, a relativizar, subestimar a Europa. Pero lo que no es aceptable, es que enfile gratuitamente en contra del marxismo-leninismo, al cual le emparenta con el pensamiento althusseriano, con dicha escuela y sus conexos (el Sr, Dussel, al haber incurrido en varios tipos de informalidad crítica respecto del pensamiento de personas que tienen similar objetivo “filosófico”: el cambio social, con acierto de sus tesis o no y al no actuar de modo amigable, ha hecho que se le falte al respeto). Para el Sr. Dussel, no es que se trate el marxismo-leninismo de una manera alternativa (quizá correcta) de intelección de la realidad social (como de la totalidad de los hechos materiales) y de la praxis; sino de un constructo inventado, el cual, como no es del tipo del suyo, termina por declarar soberbiamente que (el marxismo-leninismo) es un error. No obstante, la teoría de la “reproducción” de Althusser (sin haber leído a Marx –sic) tiene la fuerza de ser la explicación fiel del movimiento de los hechos sociales, no un simple deseo.   

Marx formuló una corriente de pensamiento: el marxismo (la que se desarrolló en términos políticos como marxismo-leninismo); Althusser lo hizo como despliegue de la visión marxista: el althusserismo; el Sr. Dussel no ha podido elaborar un modelo coherente orgánicamente total: una visión armónica de sus “descubrimientos” y desarrollos teóricos. Recoge (comenta; aunque esta tarea en su léxico es peyorativa: “jamás seré comentarista, sucursalero”, sentencia) el pensamiento mítico latinoamericano, cristiano, lo transforma en categorial, pero esta propuesta no alcanza el status de sistema alternativo al eurocentrista. El Sr. Dussel es útil, en este caso, en tanto interviene en la difusión del marxismo: lo da a conocer; su fortaleza está en fundamentar de manera más precisa cierta terminología, en desarrollarla y en replantearla (tal es el caso de su recomposición histórica); pero cuando formula su propia versión sobre la realidad y propone lo que se debe hacer, en ese momento la persona que escribe deja de seguirle.

El “criterio de verdad” del Sr. Dussel es subjetivista, sociológico-argumental e historicista. No hace mella a su cerebro el método (científico): el proceso cruento de producción de la verdad (conocimientos objetivos; aquí el consenso se produce por la verificación) para este Sr. ha desaparecido, con lo cual da prioridad, a la persuasión y al consenso; como tampoco le importan las leyes, esto es, los intereses que subyacen a una determinada intelección (adentrándose algo al marxismo-leninismo, momento en el que interviene la “epistemología”, definida no como ciencia, sino como la práctica de intervención del nivel político sobre los saberes tenidos como ciencia, que permite la demarcación entre ciencia e ideología). La tolerancia sólo se da cuando lo tolerado no pone en cuestión los intereses. El Sr., que mucho dice admirar a Marx (aunque de pasada si le da algunos codazos), no toma en cuenta oportunísticamente ciertas aseveraciones claves de Marx; en efecto, respecto de la verdad Marx defendió la suya (¿dogmatismo?) con expresiones como: esa es la verdad, sea o no aceptada.

El Sr. Dussel afirma, que “El conocimiento está hecho para la vida, no ésta para aquel”. Empero, visto el hecho a partir de una perspectiva lógica diferente, la sentencia difiere. La vida está hecha para el conocimiento, porque el ser humano no tiene la misma catadura, que los animales; en verdad, sólo los cerebros de los animales deciden permanentemente entre la vida y la muerte: si se equivocan, mueren). “El criterio de verdad es la vida”, también dice. Tal vez. Si la vida tiene éxito, quiere decir, que la práctica fue efectiva,  y  la  intelección:  objetiva (“en la tradición materialista, reduccionista estalinista” –sic); pero el criterio de verdad absoluto, responde al cumplimiento del sentido de la vida: dotar de conciencia a la materia (lo que demuestra, que la genialidad [y la realización de ésta en condiciones favorables] no es garantía de justeza, de objetividad [y lo cual expone una aporía: las conceptualizaciones profundas y acabadas tienen carácter estratégico inoperable, resienten el “principio de factibilidad”]). Fetichismo antropológico en del Sr. Dussel: la racionalidad de la vida humana, juicio que oculta el objeto del principio: la producción de la idea; por tanto, se vive para argumentar, no al contrario.

Sin embargo, todo ser humano (unidad mínima de inteligencia) luce un cerebro prodigioso; en cada entidad sapiente reside la característica héroe, en espera de que las condiciones (necesidad histórica) hagan, que esas potencias se conviertan en acto (que le digan: “levántate y anda” –dixit F. Castro R.); a unos se les ha dado la oportunidad, a otros no; unos han pasado a ocupar posiciones estelares, otros se han recluido en el anonimato. No obstante, eso de la genialidad, es un mito; no se produce al margen de las condiciones y necesidad históricas, del carácter del acontecer, del tipo subjetivo de las masas (si no hubiesen estos hechos, no eclosionaría el “carisma”); pues, la genialidad de todos modos, no es otra realidad, que el efecto de concentración de las potencias intelectuales de una época en las neuronas de una sola persona, en varias de ellas, cuando la historia, para su movimiento cualitativo, requiere de ella. Los pueblos son los genios, es la humanidad la que se lleva el mérito, la inteligencia in abstracto

Liberación frente a la manumisión. El ser humano sólo alcanza su libertad, se manumite, volviéndose “Dios”. El proletariado no se libera: se emancipa, o sea, reafirma y generaliza su identidad (por más que lo sostenga Negri: el obrero se manumite, esto es, lucha por aplicar un nuevo status de vida, para ser y proyectar en toda la población, lo que por naturaleza ya es: trabajador colectivo por el momento, que no ejerce dominación de clase, en una palabra: el modo de ser capitalista –la propiedad, la explotación, la dominación- se halla suprimido en su naturaleza); el capitalista no se elimina, sino que también se emancipa: torna multilateral y abstracta lo que ya es (ha dejado atrás el trabajo y se dedica a las tareas hedónico-estéticas de la vida); los dos sujetos históricos se emancipan interpenetrándose y pasan a compartir su identidad en la forma humana que deviene: satisfacción de necesidades en estándar elevado, como el patrón de vida del proletario (carencia de propiedad, no explota ni domina, vive en colaboración en el trabajo, todavía hoy); o sea: la negación de determinaciones, las cuales se superan y se conservan (pero también se anulan) en el resultado: el devenir (proceso no “analéctico”, sino sólo dialéctico, pues, el proceso histórico es regular). El ser humano se identifica como una sola substancia, porque tiene el mecanismo de la inteligencia (neocórtex), cuyo despliegue colectivo, en la “práctica social del trabajo”, históricamente le lleva a volverse providencial.

No tiene sentido, por tanto, ahondar en las diferencias a lo interno de la especie humana, magnificarlas y propender profundizarlas y perennizarlas. La persona que escribe, hace abstracción de todas las especificidades antropofísicas y antropo“culturales” entre las personas. Más bien, se ubica en aquello que es común y que los identifica: los vuelve iguales, indiferenciables: el neocórtex, esto es, la base material del pensamiento: las neuronas de la asociación (último eslabón evolutivo natural, dado sólo en el homo sapiens, que, junto con las interneuronas –lugar en las que se almacena la memoria adquirida, entre los enlaces de hidrógeno de los nucleótidos de la cadena del ADN no cubiertos por la memoria genética- generan la conciencia, la cual es, únicamente cuando el individuo está centrado en la praxis). Luego, la humanidad, no es más, que la comunidad de “unidades de pensamiento”.  

La especie debe occidentalizarse por entero, es decir, asumir la “modernidad”, como la forma progresiva prometeica última, más desplegada, desde la cual proseguir; en ese caso, el eurocentrismo es pertinente, no los procesos precapitalistas “hacia sí”. Ahora bien, si se frena el calentamiento global (la industria), se lo hace también con el desarrollo de las fuerzas productivas, con el progreso; el origen de estas desarmonías se ubica en el sistema de mediación de este movimiento progresivo: el capitalista, el cual, mientras más eficiente es en el desarrollo de la ciencia y de la técnica y en la acumulación privada, de modo creciente afecta a la naturaleza; la solución al problema radica en actuar sobre la causa (la forma de reproducción burguesa): ralentizar el progreso, para morigerar los efectos antrópicos y negativos sociales del movimiento histórico.

Materialismo ingenuo, cosmológico, intuitivo, llama el Sr. Dussel al planteamiento sobre qué es primero: la materia o la idea. Las tareas y las circunstancias de un momento definen la conducta y el tipo de nacionalidad sobre la realidad; el concepto, por tanto, no “responde a imperativos simplemente teóricos o metodológicos”. Cuando Engels y Konstantinov plantean que materialista es un pensamiento que asume que primero es la materia, luego la conciencia, describen el contenido del enfrentamiento ideológico en un momento: el ser humano como “carne con necesidades” es lo primordial, no los motivos del alma, como era la ofensiva alineante de la cristiandad en ese entonces. Engels afirma que “la materia es lo primero”; en estricto sentido dice que “la materia condiciona al sujeto, que las ideas son su reflejo, que primero está la realidad concreta, que para Marx es la historia”. El Sr. Dussel no accedió a esta idea, por eso se burla de este principio con el desliz de “materialismo ontológico”; de manera que su punto de vista sustentado reiteradamente en la frase de Marx: “isla coralífera”, “diluye la materia en la práctica, y convierta a la práctica en base ontológica social”.

La crítica, luego, no puede partir de la condición futura para impugnar o apoyar posiciones pasadas (lo pertinente es encontrar las determinaciones del momento). Esta postura (la del Sr. Dussel), dígase con todas las letras: ¡no es seria! (“es una tergiversación socialmente condicionda”). En el marxismo-leninismo no se deja de lado el aspecto dinámico (espiritual [la cual es la forma más alta de movimiento de la materia {masa}]) de la historia; se tiene –más bien- precaución de no exagerar el papel de la voluntad en la producción del mundo (“posición antropológica extrea”); por tanto, no es que la vida, el trabajo y la idea no sean momentos progresivos, lo que se asevera es que no se debe dejar el estudio de la condición de todo: la naturaleza y su modo de ser (la dialéctica ontológica). Se quiere decir en suma, que la materia condiciona a la conciencia, que las ideas son reflejo de la realidad; realidad llevada a la conciencia como datos empíricos y allí elaborada.

“Marx no era ateo”, dice el Sr. Dussel. Esta afirmación, asume que Marx rechazó el carácter burgués ideológico-político de la religión cristiana, en este caso; pero, a su vez tácitamente, se afirma que Marx compartía la composición mitológica: la existencia del alma (o del espíritu, según el caso), de la continuación de la vida luego de la muerte de las personas; por tanto, la existencia de un lugar para el alma: el cielo, de una organización y de un ente regente en ese mundo: Dios; como consecuencia, la presencia de un ser superior hacedor de todo lo existente: su principio y fin. No obstante, queda la demostración expresa documental de esa conclusión (como le gusta al Sr. Dussel, el cual es “su plato fuerte”, puesto que presume haber leído manuscritos de Marx aún no publicados), o sea, que no se trate la misma, de una simple deducción. Aquí se expone una posición, como es usual e intencional, contraria. Es el plano en el que la noción ontológica de la Filosofía marxista: espíritu o materia, topa su sentido pertinente, la que, para el Sr. Dussel le parece una elementalidad, de la cual se mofa.

El Sr. Dussel y adeptos, han canonizado a Marx: le han vuelto oportunísticamente infalible (mientras que de modo incoherente, en otros pasajes lo demeritan), a objeto de contar con una referencia exacta, que yuxtaponga ese mismo carácter a sus decires. Ahora conviene acudir a los Sres. Rigoberto Lanz y James Petras para juzgar dicha actitud del Sr. Dussel y consortes ideológicos: el primero dice “No importa si Marx lo dijo o no…”; el segundo amonesta a quién recurre al pensamiento de otros para afincar la veracidad de las ideas propias. Soy el único que ha leído los últimos manuscritos originales de Marx, escritos en alemán, dice; por tanto, puedo sostener, afirma, que todos los marxistas están equivocados; y, si alguien me contradice, le empapelo el rostro con dichos documentos, concluye. Ahora bien, no por estupidez de toda una generación (la del siglo XX) es que se valoró los escritos de Althusser, como el Sr Dussel y sus epígonos están persuadidos; reinó (y lo seguirá haciendo de otro modo) el pensamiento althusseriano, por cuanto el mismo tiene una médula racional, que gente con criterio (no tontos, como asume el Sr. Dussel y pupilos) lo captó.

Por otra parte, no sólo en el marxismo existe pensamiento objetivo de la realidad; tampoco la ciencia positiva (eurocentrista o moderna) es equivoca en su totalidad, como induce a creer el Sr. Dussel y lo expanden sus corifeos. La prueba de su acierto, es que, aunque de modo protervo, el capitalismo ha hecho historia. El Sr. Dussel y correligionarios, despotrican contra el eurocentrismo y sus representantes doctrinarios (Locke, Weber,…); sin embargo, sus herederos prácticos, no se dan por aludidos, se hallan todavía en el poder, han hecho historia, o sea, sin ellos no habría ni puede entenderse la historia.              

El Sr. hace piruetas en pro de justificar y hacer pasar subrepticiamente su cristianismo, su embozada creencia en el “más allá”; de allí su arremetida contra el “problema fundamental de la Filosofía”: “qué es lo primero, el pensar o el ser”, “la materia o la conciencia”; y, casi indilga a Marx su escolasticismo. Esa la fuente de su reiterada referencia sobre la prevalencia del espíritu, de la dinamia frente al supuesto fijismo del “marxismo estándar” (sic). En realidad, la materia lo es todo: masa y movimiento; materia blandaen la que se realiza la materia compacta y toda ella (Sólo porque la materia está dividida [átomos –Demócrito] y porque existe materia blanda [“vacío” –sic], es que los procesos ocurren); la llamada “energía”, es movimiento de la masa (Bosón de Higgs [Física de partículas, de ningún modo Física cuántica {idealismo mitológico en el seno de la práctica científica}, energía = fuerza o intensidad del movimiento de un cuerpo –de su masa]): cinético, calórico, lumínico, químico, orgánico, biológico, conciencial (Engels, F. Dialéctica de la naturaleza).

Dicho de otro modo. A partir de sus creencias, el Sr. Dussel enfila la crítica de modo ímprobo sobre el marxismo-leninismo. ¿Cuál es el sustento de su postura? Su enfoque sistémico sin determinación del proceso (progresivo) humano; la eliminación de su modelo del motor de la historia: la “lucha de clases”; la reconceptualización de algunas categorías: de la “política” en sentido aristotélico y ético; su concepción paradójicamente determinista sui géneris también de la historia: la estrategia, la táctica y la revolución (el leninismo), carecen de importancia, pues, la transformación histórica no ocupa la voluntad, en cuanto ésta se mueve según el sentido que abren los hechos estocásticos, fijándoselos a posteriori, a través de “criterios” y “postulados”.

El método “analéctico”, la categoría “exterioridad”, la del “otro” no tienen cabida ya, cuando la humanidad ha llegado a ser por movimiento propio: formación de totalidad sistémica: grupo ya no político o ético, sino racional. El Sr. Dussel trabaja con algunos conceptos propios de la Física cuántica, lo cual incorpora imprecisiones a su formación subjetiva; son los casos de “entropía”, “energía”, “espacio”, “tiempo”; una muestra: el ser humano no suple necesidades con “energía” (enfoque físico idealista [“la materia se transforma en energía y viceversa”: ¡bah!]), sino con materia (sobre el sol, por ejemplo, no es que se recibe de él “energía”, sino movimientos calórico y lumínico [la palabreja “energía”, usada de modo vulgar, es tramposa, como decir: “el alma”]). Sin embargo, la precisión de conceptos, la aclaración y la exposición de otros, es una de las fortalezas indiscutibles del pensamiento dusseliano (lo cual no quita, que la conclusión sobre todo normativa en torno del “nuevo mundo a construir”, se inscriba en la nocionalidad fenomenológica utópica). El 99% del discurso del Sr. Dussel está ya dicho y de modo más riguroso, formal, por muchas o por todas las perspectivas que impugna muchas veces con ligereza; por tanto, “Sentimientos encontrados”: se lo valora por sus aportes y aclaraciones al pensamiento de Marx y se lo deplora por su malsana infidencia sobre posturas fraternas.   

Como conclusión de lecturas hechas de algunas obras del Sr. Dussel y de escuchar varias de sus disertaciones en Internet, en lo personal se considera que su trabajo: 1) incorpora al saber sobre el aporte que ciertos subconjuntos humanos han hecho a la conformación de la historia, paralelo y de forma más significativa, que la europea; 2) precisa ciertos conceptos de Marx; 3) contribuye a desmontar y ridiculizar las creencias burguesas; 4) adultera la verdadera comprensión de varios componentes temáticos del marxismo; y, 5) respecto del interés inveterado del ser humano (el cual no tiene razón fáctica para la sostenibilidad en sentido vitalista), de conocer el sentido de su existencia, se queda corto, retrocede, se ubica en posiciones premodernas (¿posmodernas?), pre marxistas.

Se insiste, los censurable (por los censurados) no está en sus ideas (pues, cualquiera puede tenerlas) sino en (atreverse a) ejercer la crítica de otros, a partir de la presunción soberbia, megalómana, de que el criterio propio es el correcto y el de otros, erróneo; el pensar, que porque se ha leído a Marx (en este punto tienen pertinencia las admoniciones de Rigoberto Lanz y de James Petras; en el primer caso: “… no interesa si Marx lo dijo o no…”, en el segundo: recurrir al pensamiento ajeno –autoridad- para legitimar el propio): por su hermenéutica, se está envestido de la facultad para juzgar e incluso desautorizar otros puntos de vista. Si el Sr. Dussel enfilara críticas al marxismo-leninismo con razón, se le agradecería y se acogería con gratitud su recusación pertinente; pero como lo hace con incidía y a partir de la incomprensión (por modelo mental, ligereza o puerilidad), es probo ripostar la sinrazón. Debería(n) dedicarse a “no fijarse en el prójimo”, a exponer sus ideas con independencia, de modo que ellas surtan efecto por su fuerza lógica argumental, no a través de convertir al otro en burro pie, no sorprender a los jóvenes.     

En verdad, bastante egolatría la del Sr. Dussel, puesto que sin ambages afirma, que porque no se entiende sus tesis, es la razón por la que no se las asume (y porqué la realidad no marcha según esos apotegmas). La revisión de algunas líneas del pensamiento del Sr. Dussel, permitió establecer la comparación con las de Marx, de Lenin y de Althusser (dice que ellos ven a la política en sentido negativo; y, concluye que ese es un error, que él lo supera [se falta veladamente el respeto a Marx, con el concurso de argumentos de dudosa objetividad o inherentes a otra vertiente perceptiva {es fácil criticar a “manos lavadas” a quién dio los primeros pasos, sobre cuyos hombres se actúa}]); como resultado: en lugar de tomar partido por el enfoque del Sr. Dussel, más bien se procedió a cerrar filas en torno del marxismo-leninismo. En realidad, el susodicho Sr. va más allá: critica de memoria, se recalca, los procesos de la ex URSS en similar perspectiva de muchos otros, tanto los que van de 1917 a 1953 como los de 1956 a 1989; en realidad, se ve impotente para discriminar los dos períodos; declara una posición adversa sobre los sucesos ubicado en el presente y fuera de la situación; esa es una conducta infantil, tramposa, impostora, farsante, maniquea; lo probo es encontrar las determinaciones de los hechos, no sus defectos o verter sugerencias en torno de cómo se debió actuar, para darse aires de importancia.   

Se advierte cómo en la web y en otros sitios en los que se ha socializado su pensamiento, de modo casi consensual se relieva unilateralmente los méritos del Sr. Dussel. Por lo que se cree, una vez llegada a este punto la reflexión, que es pertinente intercalar una nota disonante sobre esa uniformidad de criterio. Para quién escribe, luego de haberse acercado algo más al pensamiento del referido Sr., se puede entrever, que la solidez, exactitud, elegancia e invulnerabilidad del personaje, es aparente, pues, el mismo tiene muchos flancos débiles, aún si la mirada sólo se mantiene en el interior de su propio constructo. En lo que interesa: en el plano político (lucha revolucionaria violenta por derribar el sistema e iniciar la organización de otro superior), el pensamiento-Dussel, es propio del pequeño burgués intelectual (burócrata) oportunista, que por su situación en la estructura social, está imbuido de la ideología pacifista, que cree y promueve la tesis de que el cambio se da de modo gradual, por la sola vía de la actuación racional (el cambio dice que procedería de la maduración subjetiva de la humanidad: de su conciencia, de ningún modo del desarrollo de las fuerzas productivas, de la ciencia y de la técnica).

Ahora bien, contradiciéndose a sí mismo (puesto que en otro lado dice contraponerse a la revolución), el Sr. Dussel recomienda que para hacer la revolución hay que descolonizarse (modificar la percepción subjetiva); bueno, esa es su apreciación (voluntarista-especulativa); otra, en cambio, diría que la revolución sale del seno del propio proceso a revolucionar (interioridad, no exterioridad). Se está frente a la típica conducta de quienes han dedicado su vida a la sola “práctica teórica”, por lo que llegan a la conclusión (conclusión: en la “posmodernidad” convincente), de que las ideas cambian la realidad. Olvida este grueso sector, que la idea es la representación de la realidad, por tanto, que ésta debe existir para que se refleje; y, esto lo dice una persona que prospecta, que se adelanta a decir lo que viene en la historia, frente al Sr. Dussel que continuamente dice, que no sabe en qué va a consistir el futuro humano. Luego, una es la actitud que propende que la revolución no se dé, cual es la posición del Sr. Dussel; otra la que constata lamentablemente, que la revolución (toma del poder por la fuerza de las armas), aunque se quisiera, no va a ser, pero que en el caso de darse, se estaría presto a participar en ella, no a torpedearla.   

La presente reacción ante la crítica, arranca del capitalismo como realidad y del marxismo como “epistemología”; no le interesa para nada, otras filosofías (las que son objeto de atención y promoción por parte de los señores Grosfoguel, de Sousa Santos, Dussel), puesto que dichos saberes no son útiles para efecto de la formulación del emprendimiento reflexivo en el que se ha embarcado, o sea, suponer la meta humana y propender entronizar la vida en esa perspectiva. La premisa de la que se parte, como es obvio, es: la forma humana progresiva más desarrollada dada de modo natural es el capitalismo (el eurocentrismo, la modernidad, el silgo XX –sin que se comparta esta caracterización subjetiva de la realidad); a partir de esta plataforma se piensa el porvenir, con sustento en la extrapolación de las tendencias del desarrollo material (de las fuerzas productivas), particularmente de la ciencia y de la técnica (la variable principal es la tasa de robotización, en coherencia con la “ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia”, en su expresión física: composición orgánica del capital). A ese respecto, no son necesarias explicación o justificación adicionales.

En sentido amplio: ¿cuál es, cámbiese lo que deba, el denominador común del estatuto ideológico de la pléyade de pensadores (Holloway-Kohan [aunque este exponente del pensamiento trotskista-gramsciano: Kohan, como “leninista”, está lejos de la del Sr. Dussel] y del resto de personajes de similar talante)? En realidad, se ha convertido en “deporte mundial” criticar al marxismo-leninismo, sobre todo esa conducta deviene de quienes nada práctico tienen que presentar (el Sr. Dussel dice que el stablishment atentó en su contra [le pusieron una bomba cuando rebelde estudiante] y le clausuraron como profesor de la Universidad; excelente; pero parece que el Sr. se atemorizó y de por vida, porque salió de su País y dejó de lado la conspiración real: se dedicó a la especulación, la cual, según lo dice paladinamente él mismo, no le hace ni cosquillas al sistema). Se cree que la no empatía reside en los siguientes puntos, los que se da a conocer sin empacho alguno, puesto que todos deben conocer “la idea” antes de que ésta se realice (se lanza de golpe y aunque de modo todavía provisional y grueso, todo el arsenal perceptivo propio sobre el Sr. Dussel, para no darle la ocasión “a nuestro autor”, de que le indilgue el anatema de “sucursalero” a quién estas notas escribe).

1.- La historia no es concebida en términos de progreso (“esencialismo”, “milenarismo”, se dice peyorativamente), por tanto, no está dentro de su horizonte perceptivo, la noción sobre su desenlace (proclaman la existencia de varias opciones de futuro);

2.- No confieren importancia a la tesis coevolutiva: ser humano-naturaleza (evo-devo), de Marx (en referencia al ecocidio, al ecosocialismo, al decrecentismo, a la ecolatría);

3.- Desconocen el papel que desempeñan el ser humano en la historia y ésta, en el Universo (o sea, la tesis de que la persona crea su propia naturaleza [tercera], se auto produce como sujeto de pensamiento, cuyo fin es dotarle de conciencia a la materia, en su orden);

4.- Impugnan, sin beneficio de inventario, al capitalismo: sostienen que su presencia no es necesaria en la historia (crisis capitalistas, crisis civilizatoria, fracaso capitalista,… [Pero el capitalismo ni está en crisis ni ha fracasado: sólo ha cumplido –sigue en esa tarea, aún en su etapa senil- su misión histórica necesaria: “producir la base material del mundo nuevo” –K. Marx-, como proceso “esquizoide” –B. Echeverría-: construcción/destrucción, con prevalencia del progreso {al capitalismo se lo juzga, pero no se ubica su papel en la historia}]);

5.- Creen que el trabajo es esencialidad histórica (determinación concreta) eterna de la humanidad: el paso del trabajo a la máquina, no está en su mapa mental (no se advierte, que la esencialidad del ser humano, es la producción de conocimientos; pues, el ser humano es inteligencia que piensa; su tarea primordial consiste en formar la conciencia);

6.- Su percepción omite la noción hipotética sobre el momento cumbre de la evolución natural y el papel del neocórtex: la ley que preside el movimiento de la realidad (realización progresiva de todas las potencias materiales: la formación de la base ontológica del reflejo);

7.- Sostienen que en la ex URSS, jamás se organizó el socialismo (la “revolución traicionada”), tampoco demarcan los dos períodos internos al proceso: el socialista y el socialimperialista;

8.- Carecen de la intelección sobre el papel del “socialismo real” y la razón de su “implosión” (La ley del valor socialista, la acumulación socialista [intento racional de compatibilizar progreso y equidad; la historia devolvió la primacía al capitalismo en la senda del progreso]);

9.- No está a su alcance la repuesta a la pregunta: ¿qué le pasa a la humanidad? (compleja subfase transicional, no de orden socialista sino socialdesarrollista [ciudadanía/crecimiento]: la historia marcha por rieles capitalistas y socialistas [China es el clásico proceso mixto, que ha puesto la historia para avanzar: a nivel de la “dialéctica del Estado” es una forma humana capitalista y hacia adentro {en la “dialéctica de clases”} es “comunista”]); tampoco lo está sobre otras inquisiciones: ¿en qué momento de su desarrollo se halla ésta? (a punto de concluir el desarrollo de las fuerzas productivas: la automatización completa de todas las actividades de reproducción humana), y, ¿cuál es el estadio que niega y reemplaza al presente (a la forma burguesa)? (el sistema democovivencial);

10.- Ignoran la progresión: instrumento mecánico, máquina, automatización, robot inteligente, y la razón y conclusión del proceso (esto es, la primacía de las condiciones materiales [también niegan la dialéctica ontológica; enfilan contra Engels {aquí se “venera” a Engels; pero no a cualquier Engels, sino al viejo Engels, al Engels ontológico –¿ingenuo?; ¡bah!- del Diamat y del Hismat}]);

11.- Tienen la tendencia a plantear la felicidad humana en la vuelta al “valor de uso” (epistemología del Sur, Filosofía latinoamericana, ethos estético,…); y,

12.- Han dejado de lado, en el análisis de la historia, el papel modelador histórico de las fuerzas productivas (inteligencia objetualizada, positivamente alienante); el carácter regular de la historia (la ley general y las particulares de cada etapa [tanto el burgués como el trabajador se hallan alienados por la historia]).

            Por supuesto, por lo que queda dicho, el enfoque asumido en las presentes reflexiones de disenso no ve a la historia “desde” la perspectiva europea o de la de la América Latina (el Sr. Dussel, en este caso, asume que su método se diferencia por “ver desde los oprimidos” la historia); tampoco se lo hace a partir de la percepción capitalista del mundo o de la del socialismo, o de otro régimen subjetivo adosado a cualquier modo de reproducción humana precapitalista, ni siquiera responde a una actitud crítica al sistema imperante; por el contrario, el punto de mira (“el ojo visor”) es el del sentido de la presencia de la humanidad en los hechos (metahistoria, saber absoluto [es el momento en el que se puede verdaderamente empezar a hablar del “fin de la historia”]). La verdadera “exterioridad”: la obra humana completa por venir, la que reside fuera de la propia realidad humana y de su entorno natural, cósmico, no se le representa en la mente al Sr. Dussel, como tampoco en el “imaginario” de la prolífera variedad de sabios que pueblan el Planeta (claro, según sabe la persona que borronea estas líneas, se exceptúa a Kant, a Marx y al Dr. A. Castillo B.); la referida alude a la creación del Universo espiritual, el cual es la fotografía, el relato objetivo de la totalidad real.

            Sólo con ese producto, el ser humano se hace con la aureola de la dignidad, justifica su vida, se realiza (Descartes apabulla nueva y correctamente al Sr. Dussel, cuando dice: “Yo soy un alma a la que le es indiferente tener un cuerpo”, pues, el ser humano en la etapa madura comunista se volverá un ángel o directamente un “Dios”). Ahora bien, si estas proyecciones se hacen realidad como se prevé, en momentos específicos a futuro, los vapuleados serán el Sr. Dussel y Cía.; puesto que a ellas se arribó por el camino reflexivo abierto por la formación ideológico-teórica marxista-leninista, la que precisamente es acerva y directamente impugnada por el Sr. Dussel, esto es, no por la ruta suya, la que es magnificada por el mismo Sr. Dussel, a la vez que su nocionalidad quedará falseada (como en el box: el retador derrota al campeón, y el bochorno de este último será letal –el pueblo dice: “Cuando más grande es, más estruendosa es su caída”). 

            El Sr, Dussel se muestra con una confianza verdaderamente temeraria respecto de su certeza intelectual; en su crítica al “socialismo real” (en verdad: al socialimperialismo soviético de 1956 a 1989) se entrevé que dice, que si él hubiese estado en lugar de Lenin, de Stalin, de Castro, de Ortega o incluso de Mao, el socialismo hubiese sido un éxito, estaría vivo, pues, habría aplicado bien a Marx (hubiese impuesto el manejo comunitario del excedente; reformado las instituciones del Estado, el mercado, la moneda –sic). Por tanto, en esta ocasión al Sr. Dussel, experto en encontrar errores y limitaciones, “se le pilló”. Expresa: Marx entendió bien la realidad porque fue economista y filósofo a la vez y los que son: o filósofos o economistas por su lado, no pueden hacerlo; pero el señor en referencia no considera la “teleología” del ser humano, aun en su condición de economista y filósofo a la vez, como el mismo lo aclara, puesto que se opone a Engels, o sea, ha descartado la “dialéctica de la naturaleza” (la “exterioridad exterior” del individuo), componente sin el cual es imposible entender el concepto de ser humano: de “trabajo vivo”.

            Por otra parte, nuestro pensador y otros en su línea, tienen el menoscabo de no mirar el papel  civilizatorio  del  capitalismo,  niegan  el  progreso,  mucho peor aceptan que éste se da –por vía natural, espontánea- sólo en condiciones de desigualdad, explotación, acumulación, destrucción de la naturaleza y dominación; empero: así procede la historia, y dicho escenario se mantendrá mientras el desarrollo de las fuerzas productivas no haya avanzado hasta un nivel, que provea de las condiciones objetivas y subjetivas, para que el desarrollo prosiga exento de los males de raigambre burgués. La paz se instituye con la automatización completa; y, de la prescripción de Marx: “de cada quién según su capacidad, a cada cual según su necesidad”, en una forma humana sin trabajo sólo mantiene vigencia la segunda parte: “… a cada cual según su necesidad”.

            El salvaje vagaba en la naturaleza y tomaba lo que ella le presentaba en lucha con otros seres; las producciones mercantiles simples y la capitalista realizan la sobrevivencia y la acumulación mediante explotación y la conducta antrópica, y devienen. Los capitalistas no tienen otro objetivo para la vida, que el de enriquecerse; esa muy limitada conciencia es, sin embargo, positiva en términos históricos: la acumulación de capital es la base sobre la que se instala el mundo nuevo; en la producción maquinizada, el nuevo ser toma lo que ésta le provee en paz, pues, la escasez (y la apropiación jurídica de los elementos naturales) ha desaparecido (“Mandar obedeciendo” en el “sistema equivalencial”, señor E. Morales, señor E. Dussel: no le corresponde al ser humano, sino a las máquinas a través de un software de lógica administrativa).

            La humanidad, como efecto del movimiento progresivo de la base material de su reproducción, de desarrollo de las fuerzas productivas, del progreso de la técnica, ha ingresado (“y de dicha circunstancia se da cuenta el cerebro que especula, que prospecta, mas no la demanda del capital” o las tesis sobre la justicia social) en una nueva fase histórica de su existir, en la que, tanto las nociones filosóficas burguesas cono las socialistas, han sido suprimidas en conjunto. Esta nueva fase, como ya se ha dicho, es de índole superior en el orden evolutivo de sucesión de estadios humanos, puesto que ha anulado y superado a y la etapa anterior, en su orden. Anulado: el trabajo, en la medida en que se ha concretizado el proceso de automatización productiva; el Estado, dado que éste se ha vuelto centro de “interacción dialógica precedida por los supuestos de la moral y la justicia social”; la cosmovisión fantástica, en virtud de que al avanzar el conocimiento objetivo, terrenal del mundo, no queda lugar para la fantasía. Superado: la personalidad anterior, efecto de abstracción de la asimetría social; la conciencia, puesto que ésta se proyecta más allá del “horizonte visible” del Universo.

            Pero es exigido insistir, que este proceso de igualación de status y fraternización racional: la superación de la diferenciación social, no se produce por generación espontánea, sino por el ejercicio de la lucha política (“bienaventurados los revolucionarios de izquierda, porque de ellos es el Reino de la Justicia”) sobre el supuesto del movimiento de las fuerzas productivas materiales: la igualdad entre los seres humanos sólo tiene lugar con el robot, pues, mientras el abastecimiento se produzca mediante el trabajo humano, siempre será necesaria la presencia y operación de la institución de la “división social del trabajo” (la propiedad privada de medios e instrumentos de producción): trabajo manual y trabajo intelectual, esto es, quién produzca y quien dirija la actividad de producir (la esfera estamental, proto clasista).

            Estas, algunas impresiones respecto de un autor, que ha derramado palabras y gastado tanta tinta de modo impugnador sobre el llamado “socialismo real” (un botón más: dice que intencionalmente no se publicó en el período inicial soviético las obras de Marx, puesto que de haberlo hecho: “todo el tinglado se venía abajo” [no cabe duda ya, la posición subjetivista especulativa]). Como su trabajo es profundo y extenso, quizá –de ser necesario- haya vida para poner más atención y penetrar a mayor profundad sobre esa producción. Por ahora, se cree que esta recensión basta, en virtud de que hay que alzar la voz, cuando alguien ha observado la actuación cristalizada por un sector de la praxis, que actuó con la palabra y la espada sobre la realidad con el propósito de cambiarla: el socialismo, proceso incluso en el que se puso en vilo la existencia. La “estrategia” deconstructiva de este pensamiento, pasa por revisar su esencia, no por su extensión discursiva, es decir, se ha buscado un atajo, para llegar a su médula, a la axiomática.

Ahora bien, no se duda de lo que es evidente: de la capacidad, de la dedicación, de la profundidad del saber del Sr. Dussel. Su forma de analizar la realidad es propia, aunque su específico enfoque lo imputa a Marx (en similar actitud el Sr. Dussel: la manera errónea, limitada o intencionalmente interesada –desfiguración- suya de ver el marxismo-leninismo, la pone en boca del marxismo-leninismo); por tanto, es difícil someter a crítica su posición sin distorsionarla y hacerlo también con la de quién profesa y ensaya la exégesis. Pero el Sr. Dussel se da el lujo sí, de actuar de manera recusatoria frente al pensamiento y proceder de otras personas; y, aquí no surte efecto la actitud de precisión epistémica frente a la verdad, pues, la moral también es prospectiva, tiene que ver con el “deber ser” particular de cada sujeto social, sin que necesariamente se actúe especulativa o voluntarísticamente.

            Verbi gracia: si habría que anteponer objeciones a la visión dusseliana a partir de la perspectiva marxistaleninista (como lo hace él en sentido inverso), la misma asumiría el siguiente carácter (desde luego, ya que el señor Dussel se manifiesta de modo crítico picante sobre el “socialismo real” –sic-, esa alusión da derecho de palabra, de réplica, a quienes profesan ese modelo; caso contrario, lo sensato sería “hacer mutis por el foro” [ahora bien, la persona que escribe, trabaja sobre otro objeto, no en torno del que lo hace el Sr. Dussel; éste es el teleológico, con apoyo en el pensamiento marxista]). Su enfoque de la economía se inclina a ser formalista institucionalista: empresa, mercado, Estado; deja de lado en sentido político la lucha de clases; se tiene la impresión, que no le se confiere importancia a la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, sino para fundamentar su criterio de “transmodernidad”; considera que instituciones históricamente creadas (dinero, Estado, mercado, empresa), no deben desaparecer, sino sólo transformarse, en la perspectiva de I. Mészarós.

El discurso de este Sr., es más bien posmoderno, pues, algunos de los “conceptos” que usa son: indeterminación, pueblo, enfoque sistémico, ética, cambio pacífico de sistema,… Aparentemente lo que sostiene el Sr., como su doctrina y con lo cual intenta sorprender sobre todo a mentes jóvenes, tiene visos de objetividad; incluso la crítica que enfila contra el marxismo-leninismo, pareciera tener base. De todas maneras, se torna necesario relievar y reconocer uno de los aportes dados por el Sr. Dussel en el socavamiento del pedestal intelectualmente narciso de europeos y gringos, al haber ido a su propia guarida a tratarles a veces mal: hacer notar su deficiencias cognitivas, racistas, machistas y de clase, así como los perjuicios y su prepotencia; a su vez, por haber puesto en alto el nombre de los latinoamericanos. Se ha dicho que incluso si se tratase de pensamiento fundamentado, profundo, contributivo el que emerja de cerebros neocoloniales, dichos sectores (europeos-gringos), no le ponen interés; por tanto: “¡Bien hecho, Sr. Dussel!, en este caso. 

            La posición crítica no conduce a decir, como es usual respecto de los demás, que el Sr. Dussel esté equivocado (esa sería una actitud irresponsable, incluso de irrespeto para con las canas de un venerable personaje); únicamente se desvía por la tangente la incursión reflexiva sobre tales ideas, con la declaración de que el Sr. trabaja con otra perspectiva de significación. La ventaja (esa si superioridad real) del marxismo-leninismo sobre el Sr. Dussel (también sobre el gramscismo y neomarxismo), es la práctica, la experiencia histórica, es decir, la realidad, que por haber sido, puede ser juzgada de diversos modos, incluso por el parecer especulativo. En verdad, si una actuación humana la realidad lo admitió o se impuso sobre ella, es porque tiene poder: la fuerza de la resolución; en cambio, el trabajo prospectivo intelectual del Sr. Dussel no se puede someter a validación, tampoco aplicarlo como “test de coherencia”, como criterio de verdad sobre la práctica.

            El Sr. Dussel, muy suelto de huesos y de modo laxo –se reitera-, se burla del marxismoleninismo: de su praxis (teoría y práctica), la que es la única que tiene un “relato” que contar a las presentes y próximas generaciones: la Revolución de Octubre, el Socialismo de Lenin-Stalin. El Sr. Dussel, a más de insistir sobre ese incidente cuando dice que le pusieron una bomba en su domicilio de joven en la Argentina, razón por la que asevera que tuvo que expatriarse, igual que Lucaks, Gramsci, Benjamín, Echeverría y otros, nada práctico hereda al Mundo. No es obligatorio que un pensador, una Escuela de pensamiento o un partido político dejen su impronta transformadora real de los hechos históricos, puesto que “una golondrina …[o varias de ellas]… no hace verano”, ya que no pueden estar dadas las condiciones para que esa “utopía” cuaje; pero indispone la actitud inmadura insidiosa de criticar, “desde” la pedantería especulativa, a gente que tiene en su curriculum el haberse puesto al frente de la realización de grandes hazañas: como Lenin y la Revolución Socialista de Octubre, y Stalin y el Socialismo de 1923-53, la Segunda Guerra “Mundial”, o el haber colocado a la ex URSS como segunda/primera potencia hemisférica.    

            “No hay proyecto”, sostiene el Sr. Dussel, sino criterios: el “a” se despliega, luego viene el “b” y así se va construyendo el camino (“criterios y brújula”; pero la brújula solamente sirve si se tiene un punto de referencia, de llegada, y es de lo que carece el Sr. Dussel en su magnífica y locuaz peroración). Esta vía, no obstante, no se abre de modo racional o cuasi racional; la misma lo hace el desarrollo material de la humanidad, por tanto, hay que descubrirla (“libertad: conciencia de la necesidad”); es la proyección del movimiento evolutivo natural: de  la materia física a la orgánica (la vida), de la célula procariota a la eucariota, de ésta al tejido, al aparato y al sistema; del animal inferior al homínido, luego al ser humano (la única realidad que no existe en el Universo es su representación; pues bien, esa es la tarea humana: el punto de referencia, la meta [El Sr. Dussel está muy lejos de esta idea, pues, según su enfoque seudo progresista hedónico, dice que el futuro es de “alteridad comunitaria”, de “retorno del secularismo al mito”,…]).

Se entrevé la impresión, de que la historia se la concibe con impronta racional; en realidad, el capitalismo burdo, ignorante, ha sido el encargado de llevar a cuestas a la humanidad (de sacarla de las cavernas, del circo romano, de las catedrales góticas) y, aunque de modo criminógeno, la especie está viva y cerca de su objetivo. La escogencia y fijación de la senda de criterios es efectiva si descubre o coincide con la dirección del desarrollo de las fuerzas productivas; esa ruta va la comunismo, o sea, se trata de una utopía paradójicamente realizable, la que fue fijada de modo terminante por el proletariado, el socialismo de Lenin-Stalin y las luchas populares en la entera extensión del Planeta (por tanto, se está de acuerdo con el libro sobre “La idea del Comunismo” de A. Badiou). En otro lugar, el Sr. Dussel trabaja con algo que no existe: los términos «espacio” y “tiempo”.

            En el Planeta, la lucha política por acceder a los puestos de gobierno, aunque por sí mismo el carácter de esta institucionalidad estuvo siempre determinada (por el capital en negación y subsunción de otros sectores sociales), en el presente ha perdido importancia para la realización de la historia; insustantividad que se va a incrementar, a medida que la vida avance. La pequeña incidencia que la presidencia de la república y el gobierno todo, tienen razón de actuación el ladear la balanza sobre los intereses consumistas burgueses o hacia el cumplimiento a niveles adecuados la atención de las necesidades de reproducción de la vida de las amplias mayorías. Esta inclinación a uno u otro lado, no reenrumba el curso de la historia. 

Según la perspectiva cognitiva del Sr Dussel, “polisemia”: múltiples significados (empero, la historia [la experiencia personal] no “construye” el concepto; éste es el reflejo dinámico de la realidad, es decir, es un hecho objetivo representado); no obstante, la controversia no reside en la analogía o en el esencialismo, sino en el objeto que figuran los términos. La palabra “pueblo” se la constituye como categoría al aplicar el criterio polisémico, pero en verdad lo que hace es (de acuerdo a una perspectiva distinta) negar la concreción de un hecho real, apelándose a una posición simplemente discursiva (se indefine el hecho, no es posible encontrar el eslabón decisivo, la tendencia principal, pues, todo vale; tampoco es posible formular las tareas inmediata y de mediano plazo –I. Wallerstein).

Que la “cultura”, según la forma en cómo la concibe el Sr. Dussel, es la que crea a las personas masculina y la femenina; al respecto se deja de lado el hecho de que el entorno histórico social opera sobre la basa natural y ratifica el origen orgánico de esta dimensión (lo cualifica); de modo que para una persona racional, no hay opción fuera de la realidad óntica. Por ejemplo, los esclavos, los siervos, los obreros nunca (hasta que vinieron Marx: el secreto de la riqueza, la plusvalía, y Lenin: el Partido como pedagogo) por razones subjetivas (de comprensión del hecho) lucharon por el cambio de la situación; lo hicieron, porque el peso real de la explotación y de la dominación les era corporalmente insoportable (aquí el voluntarismo gramsciano y todo subjetivismo, caen por su propio peso [el Sr. Dussel, a lo largo de sus extensas locuacidades, expone en toda su dimensión su posición ideológica: es uno de los clásicos subjetivistas-idealistas {cree que el cambio lo realiza el pensamiento: el mesianismo, según un tinglado sucursalero Gramsci/Benjamín}; no obstante, en la historia, en todo momento la metamorfosis {la acción humana} se produce por presión de la realidad material]).

Para la persona que escribe, no interesa marcar diferencias entre seres humanos: de edad (niños, jóvenes, viejos), de raza (amarillos, colorados, blancos), de género (femenino, masculino,…), de idioma, de lugar (norte, sur, éste, oeste); se da importancia absoluta, más bien, a su condición: humana, a lo que tiene de común: la capacidad de pensar; lo cual implica mirar en perspectiva “temporal” de otro modo el hecho: no del presente hacia atrás (porque en ese caso aparecen esas categorías de raza, etnia, “cultura” [identidad no en relación con la historia, sino con el futuro: con esos seres angelicales, que luego poblarán ya no la Tierra, sino el Universo {las presentes ideas, por tanto, se sitúan de golpe en la forma humana más desarrollada: la “modernidad”, la eurocentralidad, el capitalismo clásico, y de allí se avanza en la reflexión especulativa prospectiva}]), sino hacia adelante, o sea, en función de la tarea fundamental a cumplir por parte del ser humano; por tanto, es la categoría neocórtex la que resalta; y, la inteligencia es la identidad absoluta.

Telos: utopía racional; ésta, debe efectuarse según su determinación, con el trabajo actual, enfilado deliberadamente en esa dirección (“… el progreso es algo objetivamente definible, que al mismo tiempo apunta hacia lo deseable; el libre desarrollo de los seres humanos depende de la justeza del análisis según el cual el desarrollo histórico conduce a la humanidad a esa meta” –Hobsbawm sobre Marx, en Las Formen). Solución, que no va dirigida a ordenar el proceso darwiniano, sino a salir de él (hominización completa): el ser humano deja de pertenecer a la naturaleza (primera naturaleza, naturaleza originaria), pese a que su principio está en ella (Marx: Formen; dixit E. Hobsbawm): compone su propia naturaleza, una vez que ha pertenecido a la “primera naturaleza” (valor de uso), atravesado la “segunda naturaleza” (valor de cambio; “reino animal del espíritu” –F. Hegel), hasta componer, se ha dicho, su reino: la “tercer naturaleza” (“valor” de usufructo).

En efecto, se trata de tres reinos superpuestos: el reino animal y vegetal en operación con sus propias leyes y opcional en su vigencia (Marx dice: la naturaleza es la primera fuente de los valores de uso [se preentiende que estos “elementos naturales”, como los llama la economía convencional, tienen propiedades históricamente útiles cotejadas de cara a las necesidades humanas, las que al ser subsumidas en el proceso de reproducción se convierten en “recursos”, también según la terminología de la teoría económica oficial]), el reino de las máquinas en funcionamiento según la “programación lógica” que llenan la alacena del posthumano, y el reino “celestial”, “Cielo”; “campo de conciencia”, el Olimpo (los griegos domaron, moldearon las fuerzas de la naturaleza en la ficción; el progreso prometeico de la historia realiza efectivamente el sueño). Al hacerlo, todas las potencias de la naturaleza, de la historia y de la mente quedan realizadas, el Universo “ha demostrado” su optimidad, cuando su producto máximo se ha vuelto providencial. En realidad, hay una delgada capa “parte aguas” de la moral y la racionalidad; moral: hedonismo, corazón, hemisferio derecho del cerebro, hormona, y racionalidad: el proceso que corresponde a los hechos, al sistema, a la finalidad inmanente.

En el caso de la progresión artificial, proceso que pone las diferentes formaciones humanas (comunidad, esclavismo, feudalismo, capitalismo, comunismo): de la herramienta a la máquina, después a la automatización, de allí a la robótica inteligente, finalmente al poshumano. La automatización es el tránsito del capitalismo/socialismo al comunismo; mientras que la inteligencia artificial, el robot sapiens es el comunismo: el estadio al que va la humanidad (Marx tiene noción al respecto: “si el molino del viento lleva a la forma feudal, el de vapor lo hace a la burguesa”; por extensión se dice: el molino del conocimiento conduce al comunismo).

Como ya se dijo más adelante, el Sr. Dussel cuestiona la “metáfora del edificio”. Dicho cuerpo de categorías alegóricas no constituyen simple invento de Althusser o del pensamiento marxista francés: Marx, claramente hace referencia a ellas en el Prólogo a la Introducción; al respecto el Sr. Dussel asume que fueron frases que se le escaparon a Marx para alagar a Engels, que jamás volvió a hacerse cargo de ellas, que en su madurez las descartó; cuando, en realidad, son el principio rector de toda su conformación discursiva ulterior (el descubrimiento crucial de Marx [la formulación de la base epistemológica materialista: de los cimientos teórico-metodológicos de su edificio comprensivo-explicativo-predictivo-práxico, esto es, los “principia” científicos, guía de todo el proceso de investigación, es borrado por Dussel de un solo y plumazo).

En Marx se advierte la tendencia a utilizar el “método abreviado” a fin de ir al centro, a la médula, a la esencia de los hechos, frente a la complejidad de la realidad y del abundante material figurado existente (tal como lo dice Zabaleta Mercado: el proceder literario de Marx expuesto en párrafos tan bien sintetizados, con estilo, el brío, aquella extraña fuerza expositiva, orgánica, ordenada, lógica, de su prosa decantada en párrafos, que “amenazan con estallar”). En la perspectiva expuesta, el Sr. Dussel rechaza las categorías de determinación (producción material), dominancia (instancia jurídico-política) y condicionalidad (factores del entorno natural y artificial,  y el resto de esferas del modo de vida: “cultura”, arte, deporte, raza, género,…), como categorías que representan la dinamia de la reproducción social.

            Sobre el norte del pensamiento de Marx se puede hacer especulaciones; con todo derecho, en torno de las mismas se impondrá la objeción legisladora del Sr. Dussel, pues, dirá que el conoce el último aliento perceptivo de Marx. Por acá se tiene la propia (que no es “intuición”, porque dicha “realidad”: no existe). En efecto, del humanismo filosófico ético antropológico de los Escritos del 44, se ve que pasa a la propuesta revolucionarista de El manifiesto, luego se ubica en una posición racional (científica o “cientificista”) en El capital; la que sigue se supone fue (tendía a ser) una de orden prospectivo-teleológica (milenarista) esbozada en Los grundrisse, en la que se supera el enfoque voluntarista para aplicar el carácter predictivo que sí tiene la ciencia (en la perspectiva de Mario Bunge; y, heurística que impugna el Sr. Dussel): el capitalismo es visto como una fase necesaria en el devenir humano, el cual tiene una misión (sin ética) en ella, puesto que el flujo de la especie tiene un sentido y un fin inmanente natural: conocer y dominar a la naturaleza (la vida fue la indeterminación absoluta; cuando se creó el neocórtex, la negación se puso: la determinación).

            El Sr. Dussel y obsecuentes –se dice adentrándose un poco en el marxismo-leninismo- frontalmente niegan la naturaleza regular de la historia: sus leyes objetivas, aquellas normas que presiden la emergencia, funcionamiento, desarrollo y cambio de los hechos. Lo que es insoportable, es que este dislate dusseliano, gramsciano, etc., es imputado a Marx, al Marx que de modo explícito sostiene, que El capital (en cualquiera de sus redacciones) es la figuración del despliegue de la ley económica que rige la sociedad moderna, de las leyes naturales de la producción capitalista (porque en la compresión positiva de las cosas existentes incluye su necesaria decadencia, muerte y sustitución por otras, mi método es revolucionario; precisamente los esquemas de reproducción así como la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, son la conjetura matemática de la tendencia de este cambio natural, que no tienen importancia alguna para los cerebros del Sr. Dussel y áulicos que se dicen ser marxistas, cuando en realidad no lo son, por más que sostengan correctamente, que Marx se metió a científico impelido por la necesidad de contar con respaldo categorial para transformar la realidad. Por otra parte, el Sr. Dussel, con el “relato” sobre Smith de la mano invisible (“… cada uno prospera y sin intención hacen prosperar al conjunto sin conciencia; cumplen leyes sin conciencia… la lógica interna…”), da a entender que la vida de él (del Sr. Dussel) no sigue leyes, que él está exento de las determinaciones de la existencia; que él, por su conocimiento es libre; esa la razón por la que niega el orden preestablecido natural, el social y el de la lógica; pero precisamente las regularidades que mueven su entorno, le facultan decir y hacer, lo que hace y dice.

            Marx de modo claro sostiene, que el capitalismo “es un proceso histórico-natural”. Por tanto, al hacer abstracción de sus determinaciones, los señores de la glosa “exageran el papel del ser humano en la producción de la historia”; para ellos: si los seres humanos no intervienen, la historia no cambia; en ese sentido, su modelo mental está muy próximo a los del capitalista, del religioso y del naturalista antiguo. Como no reconocen la existencia y operación de leyes históricas, para ellos no existen contradicciones en el seno de la sociedad sino “analogías” (“analéctica”). En realidad, el enfoque del Sr. Dussel representa el frente conservador, escatológico de las ciencias naturales traspuesto a la dimensión social. En las primeras ciencias naturales se asumió que la naturaleza había sido creada de una vez y para siempre, que no cambiaba: los gatos se habían creado para que cacen ratones, que estos últimos fueron creados para ser casados por aquellos, en un ciclo eterno: la evolución espontánea quedó liquidada. En la histórica, contrario sensu que en la naturaleza, por cuanto en ella opera la conciencia, su movimiento progresivo se produce por doble vía: natural y humana. Pero la realidad de los hechos obliga al Sr. Dussel a reconocerlos de modo objetivo.

El proceso genético de producción de nuevas especies, esto es, de la evolución (variación genética en la célula germinativa, la cual pasa a los nuevos individuos esa información, proceso que los pone cono diferentes), el Sr. Dussel, que recién se entera por X. Zubiri, lo pone con bombos y platillos como un gran descubrimiento (que lo es para él), cuando en realidad, es una forma de saber muy antiguo en Biología (desconoce el Sr. Dussel el proceso evo-devo, o la expresión de Marx [Sr. que dice ser el rey, el gurú del “marxismo de Marx”], de la coevolución naturaleza- historia). Por lo que debería decírsele que con las Ciencias Naturales “ni se meta”, sobre todo por cuanto recusa al ontologismo (“isla coralífera”, repite), a Engels y al saber físico-biológico natural (deplora al positivismo, a la modernidad, a Occidente, a Europa). La ciencia es el poder (sobre todo su carácter predictivo); el “conocimiento en sí” se justifica frente a la función (sentido) del ser humano en el Cosmos (caso contrario, la ciencia aparece como algo inútil, si no está ligada a las necesidades de reproducción de la vida [pero, el ser humano está al servicio {“respectividad”} de la materia, no al revés]).  

            La manera de proceder usual del Sr. Dussel (incluido Gramsci, Echeverría, Lukács) no le hizo advertir, que la historia –“ahora mismo”- es un proceso cuasi sin sujeto consciente; y, se dice “casi”, por cuanto de 1917 a 1956, dejó de serlo sobre un segmento humano (la ex URSS de los Soviets en el lapso aludido), o sea, precisamente en el período respecto del cual despotrican, tanto el Sr. Dussel como otros. Por consiguiente, la historia sigue sin necesidad del Sr. Dussel y de su planteamiento moral, de Habermas o de de Sousa Santos. Pero ésta: ¿la ha hecho sin Marx, Engels, Lenin o Stalin (también de Mao, de Castro)? No, pues, su obra (mala para unos, buena para otros), está allí para mirarla y calificarla, del modo que se antoje. Sin embargo, lo poco de incidencia de la voluntad sobre la estructura está de lado de quién el Sr. Dussel critica, esto es, de Habermas (la observación del Sr. Dussel sobre el Sr. Habermas, en torno de que de su discurso ha eliminado la base económica, se la coparte [así como el planteamiento de la “comunidad de vida, de trabajo, de producción”, en lugar de la “comunidad de comunicación”]; pero Habermas es pertinente, lo mismo que Gramsci, ahora que se ha producido un mayor nivel de occidentalización -globalización)

El hilo conductor que se opone al enfoque referido, es el postulado sobre la razón, sentido y fin último de la vida humana: producir el retrato hablado del Universo (la racionalidad absoluta); esta premisa pone de cabeza a todo el pensamiento a la mano en el Globo. A ese respecto, el Sr. Dussel anatemiza la posición filosófica teleológica de Kant; pero ese es su punto de vista, el cual es problematizable, por sobre su grado de erudición y versación sobre materias filosóficas e históricas (la fortaleza aparentemente irreductible, que sobaja a todo oponente, es precisamente la nada despreciable abundancia de información en sentido histórico de la que es poseedor y maneja el Sr. Dussel, la cual no se condice con el carácter cualitativo, interpretativo, de dicha datación); en otro sector, en cambio, se piensa que la “intuición” finalística de Kant, es uno de los aciertos de dicha lumbrera clásica. La historia muestra, por tanto, que hay gente brillante en el mundo; que, en todo ser humano reside un cerebro poderoso, dispuesto a realizarse de acuerdo a sus circunstancias.

La hipótesis en torno de que el Universo transita hacia dotarse de su alter ego consciente; que quién lo hace es el producto supremo suyo: en ser humano, cambia todo el panorama del saber en general (incluso por sobre la discusión histórica en torno de edades: antigua, clásica, medieval, moderna, posmoderna, hípermoderna, transmoderna, etc.). Pero, sobre todo, pone verdadero sentido en todos los procesos humanos devenidos y los por hacerlo. Según el supuesto, emerge el capitalismo (la juventud) en tanto etapa fundamental encargada de crear el “seguro de vida” que sostenga la existencia, cuando ésta, liberada del trabajo, se dedique de modo exclusivo a pensar y, el comunismo (la vejez) en cuanto el período último, en el que el ser humano redondea, cumple totalmente su tarea: producir la idea (la vida se objetiva como “valor” de saber, no como “valor de cambio”, tampoco como “valor de uso”).

Por fin adquiere claridad, algo que alguien debe haber “intuido” ya (a excepción del Sr. Dussel y sus adherentes, por supuesto):

el valor agregado, que el ser humano da al mundo, es la conciencia “de sí”: su concepto (conciencia inconsciente, porque la materia no tiene sentidos).

Y, cuando no haya ya, nada más que representar, la presencia de la inteligencia (del ser humano) pierde sentido.

Toda alabanza, reconocimiento, mimos, sobrestima, premios, buenos deseos, felicitaciones, mucha sabiduría (positivismo, dialéctica, “epistemología del Sur”, “filosofía de la liberación”, etc.), etc., sólo tienen sentido: dejan de ser parte de esa nocionalidad “humanista” hedonista zalamera interesada torpe, si el ser humano endereza todos sus actos y consigue cumplir su misión. Sin ella, los “ecólatras” (“ecocidio”) tienen la razón: el ser humano pasa a ser un simple integrante más de la naturaleza. En efecto, el ser humano vale por la realización del sentido superior inmanente de su vida; y, esta es la inquietud filosófica más letal puesta sobre todo lo existente, la que está por encima de las clásicas. El hinduismo trata de dar respuesta a esta tribulación cardinal, con la hipótesis de la reencarnación, el cristianismo con la resurrección del cuerpo o con la inmortalidad del espíritu; la posición materialista marxista, es la arriba expuesta en cursiva, negrilla y subrayada.

Para ubicarse en la dirección de la historia, debe procederse de modo opuesto a la sugerencia del Sr. Dussel, esto es, ubicarse en el “eurocentrismo”, en la “modernidad”, en el “productivismo”. Ahora bien, no se dice que no se deba conocer las otras historias del Mundo: por necesidad del saber, por curiosidad, por simple divertimento o para completar el marco histórico humano se debe hacerlo; lo que no se acepta es la insistente exigencia del Sr. Dussel: de no entrar en contacto con los otros paradigmas, a los que el Sr. considera equivocados, y de quedarse sólo en el suyo, bajo la sugestiva estimulación, de que se debe incorporar al otro, a la exterioridad, a la negatividad, a la colonialidad (pero el precisar el proceso humano en su generalidad, en nada afecta –sus resultados- la comprensión sobre el destino común de la humanidad, implícito en las propias leyes del desarrollo histórico: producir la idea). Los pueblos, para una comprensión, no son “culturas”, sino segmentos humanos, que tienen diferentes modos de vida, efecto de su ubicación en los diversos estadios de desarrollo humano. La cultura es la humanidad, a la que se la incorpora cada vez más la entera naturaleza, al ser ésta topada por las personas.  

            Para la historia, los actos humanos no son éticos (la historia no se pone en el lugar de los pobres [“la lógica del no ser”, según el Sr, Dussel], no le interesa con qué sistema de reproducción humana se realiza, si con el capitalista, con el socialista o con uno mixto; de hecho, en el siglo anterior y en lo que va del presente, su proceso ha sido la trabazón de los dos modos de acumulación: el privado y el social [despectivamente nominado “estatista”]); pero sí pone las condiciones para devolver al último momento el modo de ser primitivo reeditado en el nivel más alto de desarrollo de las fuerzas productivas: el comunismo [instante humano de agregación simple de “unidades pensantes”, dedicadas a producir la idea]); es en la esfera interior del ser humano, en la que se somete al criterio de finalidad a ésta, en la cual opera la moral, como un mecanismo de vigilancia clasísticamente comprometida. Hegel dice al respecto: los actos humanos no son ni buenos ni malos, sólo son, se colige: en el proceso progresivo.

El flujo dado de su historia entrevé, que los procesos de cambio están dados sin el preciosismo director de la conciencia pensante, doctoral; tampoco por razones éticas; sino por los burdos actos, que cumplen el simple deseo de atender requerimientos de la reproducción social cuasi material (no de la “economía”), emparentados con los designios de la necesidad histórica. El capitalismo permanecerá en el mundo hasta cuando lleve el desarrollo de las fuerzas productivas al concreto (la automatización, la robótica, la inteligencia artificial, el poshumano). Por tanto, no habrá poder humano, que sea capaz de arrancarlo totalmente de la faz de la Tierra. Es por eso que frente al de “edades”, la perspectiva marxista trabaja con la categoría de formaciones sociales (humanas); la misma expresa el carácter dinámico progresivo de la realidad, en cuanto sucesión lineal de totalidades intrínsecamente determinadas.

Respecto de los subconjuntos humanos “americanos” precolombinos, según el criterio de periodización histórica cubana, se considera que los mismos a la llegada de los españoles, lusitanos e ingleses, se hallaban en la primera fase del esclavismo: del esclavismo generalizado (la segunda, que se desarrolló en el Viejo Mundo, fue la del esclavismo individualizado): una persona en la cima era dueña y señor de todo y de todos (de las comunidades dispersas en un territorio). Incluso en América el capitalismo mercantil no pudo establecerse como verdadero sistema y tuvo que subsistir con relaciones serviles (las funcionalizó), de modo que la linealidad histórica, en su decurso, es evidente. No obstante, ahora el capital, una vez que ha cubierto al mundo: que se ha desplazado a los “mercados emergentes” (China, Rusia, India [“deslocalización de las fábricas para poder competir”]) no cuenta ya con esferas no capitalista para expandirse (se cierra de modo definitivo el planteamiento de R. Luxemburgo); en realidad, el sistema debe “reproducirse” con base en sus “propios fundamentos”; el mercado mundial ya no tiene un mercado interno (como es obvio, tampoco externo). 

Epistemología del sur, filosofía de la liberación (colosal construcción especulativa), giro descolonizador, proyecto emancipatorio o directamente socialista, son estrategias inocuas frente a la determinación del proceso dado de lo real (o pertinente es “dialéctica de la superación, de la supramodernización”: el ser humano liberado del trabajo usa la automatización [nuevo nivel de desarrollo de las fuerzas productivas dado por vía de ellas mismas, sobre la necesidad humana de conocer], se dedica a formar la idea). Pero si bien como se dice con fundamento en los datos del modo de ser histórico capitalista, que el capitalismo vivirá en el largo plazo de tumbo en tumbo (y también el Sr. Fiori es partícipe de esta idea con su modelo de la expansión, es decir, que la crisis –una vez llegado a una etapa determinada de desarrollo de las fuerzas productivas: la automatización- no es el momento terminal sino siempre el inicio de un nuevo ciclo de recuperación y auge), la extrapolación de la tendencia histórica del desarrollo de las fuerzas productivas, lo que equivale a decir: la realización plena de la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, indica que el sistema está por cumplir su misión en no más allá de 30 años (Moravec, Vinge, Wallerstein).      

En ese caso, el sistema extenderá (¿“Expandirá”? No. El sistema se halla en reversión ya) su plazo de existencia un poco más, debido a la acción de la voluntad de la clase capitalista en ese entonces viva. Llegado a ese momento, mutatis mutandis, el 2050, no habrá fuerza instrumental capitalista, que pueda detener el cambio y el salto tendrá lugar. Para la humanidad, como no puede manipular por hoy la historia (libertad: disponer de conocimiento total de la regularidad y poder incorporar su impronta en su despliegue), tampoco es su sino mantenerse en la reiteración fofa al interior del sórdido capitalismo hasta la consumación de los siglos: producir, vender/comprar hasta la vejez de generación en generación, según una forma de existir a la manera animal.

De Sousa Santos, por ejemplo, se ha encargado de estudiar las variadas formas de reproducción humana paracapitalistas, para seleccionar y afincar la viable como tendencia; sin advertir, que la forma de reproducción humana efectiva, necesaria, aparece sola, se impone por sí misma, y ese es el modo de realización de la historia (y la única audacia práctica de la razón por intervenir de forma modeladora sobre la realidad, ha sido el tan denostado marxismo-leninismo, el socialismo de Lenin-Stalin; la cual: ¿fracasó? [el Sr. Dussel considera que es la falsa conciencia {la ideología marxista-leninista}, la equívoca praxis {el modelo}, quienes hicieron fracasar al sistema soviético {“se vino abajo”}; o sea, expresamente deja completamente de lado las estructuras, la necesidad histórica]; no; la experiencia fue un hecho como tal, que entró en la historia y salió de ella, luego de haber cumplido su papel: coadyuvar en el desarrollo de las fuerzas productivas, pues, vistos bien los hechos, en la historia ningún proceso es fracaso, sino una opción, un modo de ser de ella -metahistoria). Pero, sobre todo, mediante esa realidad, la historia fija su ruta preestablecida, a través, ahora sí: del principio del “intento y error”.

En otro momento, en cambio, el Sr. Dussel dice que: “La URSS cayó, porque no tuvo un Estado de renovación tecnológica”. Mientras que el marxismo leninismo se torna pampoliticista al establecer de modo exclusivo en su explicación a la subjetividad como la responsable de la defección socialista (la descomposición de la dirección socialista de la ex URSS, la emergencia del revisionismo: la traición), el Sr. Dussel se pone en la antípoda, se vuelve economicista, mecanicista, ontologicista, cuando asume como la razón del “fracaso” del “socialismo real”, como él lo llama, a la no renovación técnica (explicación en parte, puesto que dicho mecanismo de debacle no es solamente de orden voluntarista; la falacia estriba en pensar que el capitalismo que se renueva tecnológicamente de modo permanente, conduce a sostener que por dicha razón va a ser eterno, con lo cual se niega la operación de la “ley de la tendencia de la tasa de ganancia a decrecer” –por tanto, esa también es una incoherencia). 

Por tanto, toda esta parafernalia petulante desemboca en la formulación de una propuesta inviable, no factible, no realizable, que no topa, no hace mella sobre la realidad. A Gramsci se lo ha criticado por su deficiente conceptualización económica y su divorcio con la región política; el Sr. Dussel, en cambio, quién domina a la perfección la Economía política marxista, deja de lado el eslabón fundamental, decisivo entre economía y política: la “lucha de clases”, por lo cual cree, como Habermas, que la formulación normativa puede actuar como herramienta de transformación social. En realidad, dicho planteamiento está fuera de la realidad, precisamente por su distanciamiento de Engels, el cual asume correctamente, que el pacifismo es romanticismo ingenuo (oportunismo espantadizo pequeño burgués intelectual), y que para cambiar la realidad debe recurrirse a la violencia. La cita de Engels al respecto tomada del prefacio a su obra: Las pretendidas escisiones en la internacional:

Una revolución es, indudablemente, la cosa más autoritaria que existe, es el acto por medio del cual una parte de la población impone su voluntad a otra por medio de fusiles, bayonetas y cañones, medios autoritarios si los hay; y el partido victorioso, si no quiere haber luchado en vano, tiene que mantener ese dominio por medio del terror que sus armas inspiran a los reaccionarios… Así pues, una de dos: o los autoritarios no saben lo que dicen, y en este caso no hacen más que sembrar la confusión; o bien lo saben, y en este caso traicionan el movimiento del proletariado. En uno y en otro caso, sirven a la reacción.

El Sr. Dussel poco especula en torno de los cambios dramáticos que la automatización (el grado final de desarrollo de las fuerzas productivas, la producción artificial de sí mismo: el robot sapiens) va a tener sobre la humanidad, puesto que deambula por flancos falsos (el preciosismo conceptual filosófico, el eticismo, las filosofías andina, latinoamericana y oriental en general, etc.). Con el autómata, en primer lugar desaparece el trabajo: su división; con él, las clases, los estamentos o cualquier otra forma de diferenciación social (y, lo que no le gusta al Sr. Dussel: pierden funcionalidad el mercado, el Estado, la política, la producción); de modo que el género de reestructura en su entera complexión: se forma como comunidad, desaparece la familia monogámica, el ser humano se vuelve un ser de hielo, se torna un ente plenamente acabado: racional, que sin embargo debe contar con vestigios de la emocionalidad, puesto que la conciencia puede serlo de sí misma, sólo en presencia de esa esfera (el sentir, la sensación).

La vida de la humanidad consiste en ese viaje: en el de la búsqueda del conocimiento; el constante, progresivo, relevo generacional, hacia el conocimiento absoluto (paráfrasis del consejo que le da el profeta ciego del Reino de los Muertos: Tiresias, a Ulises). Debe preferir reposar por un instante en los brazos de la ciencia antes que vivir sin ella, aunque esa decisión implique la renuncia al paraíso eterno, pues, una vez recorrido el telón del capitalismo, el ser humano debe comprender, que sin la ciencia: ¡no es nada!

“Porque en la mucha sabiduría hay demasiada molestia; y quien añade ciencia, añade dolor”.

No obstante, Atenea le dice a Odiseo: “debes hacer ese viaje”; Eolo le disuade facilitándole el retorno a casa; Poseidón le lleva por los procelosos mares en los que encuentra la sabiduría, el periplo lo encamina a casa: al comienzo, pero este retorno a su mundo es también su conciencia del mismo (en Telémaco se produce el reencuentro con la nueva generación: el inicio de la “sublime y constante recapitulación” del saber; la descendencia de Ulises, no hace más que reiterar el viaje en la realidad o en la tradición oral –el reino de la monotonía se ha erigido).

En este trayecto, si la madre y el padre, del futuro supramoderno, se hallan propensos a experimentar sensaciones diferentes a aquellas a las que se encuentra acostumbrado el género hasta la fecha en el episodio de la procreación cuando ésta se haya trocado artificial, esto es, frente a un producto (el crío), que no es el resultado del disfrute en el acto sexual o, directamente: de la pasión, tampoco lo es de la experiencia formadora del sentimiento materno en la maternidad: “desarrollo del sentimiento hacia el hijo” (el malestar del vómito, los mareos, la lentificación de la vida, la obesidad, el sentir los movimientos del nuevo ser en el vientre,…), del influjo espiritual proveniente de la práctica de los ritos inherentes al cuidado del neonato y del púber en el posparto, o del impacto sobre la personalidad del proceso social dado alrededor del evento por el grupo familiar y demás allegados, también el nuevo ser se redefine sentimentalmente de cara a sus padres biológicos para los cuales éste es simplemente un hijo biológico.

La niñez, la juventud: es crecimiento, es maduración (este último constituye no otro, que un proceso de concretización, pues, en el propio cigoto, a modo de información, se encuentran instaladas todas las determinaciones auspiciantes de los complejos componentes de un ser destinado a desarrollarse, a totalizarse: a llegar a ser concreto). La niñez, como la mercancía, contiene todas las contradicciones en estado larvario, en potencia, que tienen que desplegarse; sus juegos son simulacros en la ejercitación respecto de tareas, que le prepararán para la vida adulta, en un entorno que sacude al ser infante (la lúdica) y al joven (el hedonismo), del aburrimiento. Estas etapas, en el ser humano del futuro, con modificaciones significativas, se mantienen como efecto de la aplicación de los nuevos procedimientos de reposición de cerebros en deceso: la fertilización in vitro, la clonación, la “división celular”, la “replicación”,… (incluso impacto sobre la personalidad tendrán los grupos GLBT –el falso hermafroditismo humano-, como la influencia de las máquinas a cuyo cargo estará el cuidado corporal y la formación de la conciencia de la niñez que viene).

Este nuevo ser, de este modo producido, criado y “socializado”, en verdad: procreado en nuevas condiciones tecnológicas y de “cultura” (de “ideología práctica” [En el sentido de “programa mental grabado históricamente, que tiene cada adulto –programa que es homogéneo- y que sirve de referencia para otorgar sentido y significado a los episodios singulares y concretos presentes” -Bartra, Roger]), contiene todas las características asociadas a la instalación de una nueva naturaleza en la personalidad humana (momento de la explosión de la “singularidad”): “psiquis” fría, frugal, racional, seria, posthumana, metahumana, la cual subvierte las otras conductas, razones, intereses y móviles de la vida (al fin y al cabo, en ese instante ya no habrá que deslomarse trabajando para sobrevivir, copulando para reproducir las unidades de inteligencia que generacionalmente sostengan la tarea intelectual, mitoligizando para mantener la cohesión del grupo) ligadas al placer, a la diversión, al proceso colectivo de recuperación de la fuerza de trabajo.

Este ser de hielo, de hierro, insensible (el cual hoy figurase parece monstruoso, detestable, inimaginable), es el que debe dedicarse por entero a la actividad que produce el saber concreto, a viajar por el Cosmos con ese objeto. Los lectores de Borges dicen que el literato argentino tiene en una de sus obras un personaje: “aquel Rey al cual los súbditos le ciegan, dejan sordo, cortan todas sus extremidades y su sexo para que sea Dios”. En efecto, esa debe ser la descripción de Dios, de existir; esa deberá ser la estructura corporal del ser humano, cuando llegue a ser “Dios” (El ser humano no es el “ser” [el “ser” es el Universo; el ser humano va a ser el Señor del “ser”]). El proceso instintivo, sobre todo ligado al comportamiento de la mujer en razón de la maternidad, debe ser sometido al imperio del neocórtex y progresivamente superado.

Debido a que dicha modificación en la conducta, además, también implica cambios en la estructura y funciones del cerebro (en el “cerebro derecho”, en el “límbico”, en el “reptil”,…, aquello que significa, que dichas partes del cerebro o se tornan funcionales o pasan –por manipulación genética- a incrementar el torrente de la inteligencia); lo cual presupone, que la voluntad se desarrolla mucho más (y la voluntad es un software especial de la conciencia, que regula los estados emocionales del cerebro), dado que la estimulación externa, que pone a operar al cerebro de modo químico-eléctrico, es inhibida de respuesta (por ejemplo: escuchar una melodía alegre y cambiar el estado de ánimo). Si el robot libera “tiempo” (vida) humana para ocuparlo en las faenas del conocimiento, la negación de partes o en su totalidad de la esfera afectiva, lo hace en proporciones mucho mayores, con lo cual están dadas las condiciones para que la existencia deje de lado cualquier pretexto baladí, y curse por el sendero que conduce a alcanzar su objetivo superior (este aspecto se relaciona con el incremento de la capacidad de memoria por ruta de la manipulación genética o por incorporación de un chip en el cerebro, puesto que el software operativo ya casi está puesto de una vez y para siempre, al menos en el sector de cerebros marxistas).

   Ahora sí, se falta a la palabra. Con base en la argumentación marxista-leninista, otra “torpeza” (según el Sr. Dussel, por supuesto): la economía se halla en la base de la conducta, de la psicología. ¿De qué relación material, real, es expresión el pensamiento del Sr. Dussel? (claro, la misma “introspección” se debe plantear con respecto de la especulación propia). Esa percepción y esa actitud ante la vida (como se dice en sentido clásico), responde a una posición y a una práctica, que están muy lejos del “trabajo productivo”; si bien se conoce y se describe el proceso, el esclarecimiento, identificación y defensa de la explotación es formal, en el sentido de la testificación, de posición exterior a ella. Es por eso que se deplora la revolución: la violencia organizada para tomar el trono del dominador; por el contrario, se asume la vía oportunista pacífica de transformación social, pues, como no se sufre las secuelas del despojo y en tanto se tiene garantizado el financiamiento de la “vida inmediata” individual e incluso se goza de reconocimiento, la transformación puede esperar a que trabajen las ideas, la persuasión (los postulados), el descubrimiento y la acción de las razones morales.

En este punto (el expuesto en párrafo anterior), los señores Dussel, Habermas o Gramsci, no se diferencian mucho (la posición del pequeño burgués intelectual, que da preeminencia a la racionalidad y a la moral, y no a las leyes de desarrollo material, que modelan primigeniamente la historia). En substancia, en lo tocante con la vía propuesta para realizar la transformación de la realidad, el Sr. Dussel finalmente coincide con la posición de  Gramsci, Habermas, Foucault o Echeverría (personajes que, entre otros, reciben la arremetida infidente del Sr. Dussel); su credo, es que el cambio se debe realizar sin violencia, con la mediación de reformas pequeñas, cuya acumulación (¿dialéctica?) provocará el salto, en su caso: la liberación (del eurocentrismo, de la modernidad, del capitalismo, de la colonialidad). Pero si hay diferencia entre las dos posiciones (la negación de la revolución hecha por parte del Sr. Dussel y la paralela coincidente, que sostiene la persona que escribe). Una es la actitud, que declara asumir e inducir el pacifismo como vía de transformación; y, otra, en cambio, la que expone el fundamento por el cual se “niega” (su imposibilidad) a la revolución (violenta) como el proceso de base, del cambio social, así también de su derivación práctica: el socialismo.

No es posible la revolución, porque está ya fue (en Rusia, en China, en Cuba, en Nicaragua); no es dable el socialismo, porque esta experiencia ya la cursó la especie: en un sitio, para un segmento humano: la ex URSS y su Campo (Cuba resiste), en un momento: 1917-1956, a nombre de la humanidad y de la historia; por tanto, el papel que es permisible a la voluntad se hizo realidad: el marxismo-leninismo se cumplió con éxito en la práctica; quién en lo fundamental, ha cambiado el mundo, mientras que su conclusión corre a cargo del forcejeo reformador de los movimientos ciudadanos (neosocialismo) de modo paralelo a la negación que hace la burguesía del trabajo en la automatización y de ella misma: los contrarios se anulan en conjunto, de manera que el comunismo: la última formación reproductiva humana, es la que está en el horizonte. Frente a la ocurrencia mañosa de la derecha (“plantear la felicidad por decreto”), la historia trabaja, va hacia adelante y su sistema quiérase o  no: envejece; y, en algún momento va a periclitar (frente a este hecho real, cierto sector de la izquierda se mofa: “esperar que el cambio se dé de modo espontáneo”).

Si “cambiar para reconocer el curso actual de la historia”, es lo adecuado; esta renovación subjetiva, no obstante, no consiste en rescatar formas arcaicas, anticientíficas (antipositivistas, antimodernas) de concebir la realidad, mucho peor la ubicación en el bando de los pobres (latinoamericanos), como el Sr. Dussel precisamente intenta conseguir que proceda la intelligentzia contra hegemónica latinoamericana. El proceso de transformación que vive el mundo es de naturaleza neosocialista: capitalismo y socialismo, no obstante de parecer, que el uno se reafirme triunfante y el otro fuera de la historia, trabados entregan lo último de sí, mientras recíprocamente se anulan, con lo cual dan paso al nuevo orden, el cual los supera: recoge lo positivo de los dos y sedimenta lo nuevo; como proceso “sin sujeto consciente”, que en estos precisos momentos ocurre a espaldas de la humanidad.   

   En apretada síntesis, el algoritmo perceptual de principios inscrito en las presentes líneas, a partir del que se mira los hechos históricos y generales, se halla desarrollado en el documento: “La nueva concepción de la historia” (www.nuevaconcepciondelahistoria.com]); el citado trabajo fue realizado antes de conocer y acercarse al pensamiento del Sr. Dussel, pues, luego de elaborado el quinto tomo: el Resumen, se tuvo recién noticias del Sr. Dussel, y como, como parte central de su esfuerzo, según afirma el mismo, era destrozar al marxismo-leninismo, a Althusser, a la Sra. M. Harnecker, a Balivar, a Badiou, a Hauck, entre otros, con el concurso de Marx (sic), al pertenecer a esa tradición se creyó estar obligado a contestar (curiosamente el documento antes referido de autoría personal, sin habérselo propuesto, es ya una respuesta casi deliberada a las acusaciones del Sr. Dussel, a algunos aspectos de su crítica al marxismo-leninismo y al “socialismo real” [Dicho Sr. dice que Althusser y otros marxistas no leyeron Los grundrisse; pero, no es así; precisamente Althusser y Harnecker manifestaron que no era necesario leer a Hegel {su difícil Lógica}, si ya se había leído Los grundrisse, puesto que allí ya estaba aplicado Hegel]).

En efecto, el capitalismo ya no aparece indeseable, sino tan sólo como una etapa requerida, necesaria, dada, en la historia, sin la cual ésta sería imposible; en política suavizaría la idea, en el sentido en que la posición racional –como en Marx- se limitaría a acortar su permanencia sin que se afecte a su función histórica, por una parte; por otra, al margen de la intención de cohonestar el genocidio, los procesos humanos que no entren en el escenario capitalista, aparecen únicamente como la reunión reproductiva de individuos garantes, reserva del genoma humano; finalmente, que el socialismo (la primera madurez) cumplió también un papel (que no fue un accidente, un absurdo que implosionó) en la historia, en cuanto auxiliar en el proceso de desarrollo de las fuerzas productivas y orgulloso intento de renunciar a su papel de simple marioneta (del mercado, de la “mano invisible”, del “se hace camino al andar”, del “intento y error”); y, a ritmo con el desarrollo de las fuerzas productivas hacia la automatización, que son las formas de conducción intermedias al capitalismo y al socialismo, las que cumplen el papel decisivo en la transición hacia la etapa madura (comunista).

Pensamiento helenocéntrico; no se ha producido el “destete”; ¿por qué? La racionalidad, la decisión volitiva, no únicamente es inherente al “estado de la mente” (comprensión, composición y decisión audaz), sino que en ella interviene la condicionalidad real. Guerrilla, revolución, teología de la liberación, ecologismo contrahegemónico, etc., hasta hoy se han dado de bruces contra las estructuras capitalistas (Dicho sea de modo pertinente, el Sr. Dussel construye su discurso liberador, al cual titula: “Filosofía de la liberación” (“Etica de la liberación”), con la aplicación de su posición conceptual particular de Filosofía, a la que se preasume se trata de una noción emparentada con ideología, con política o con ideología-política, esto es, en el sentido de praxis: postulado y acción). A la revolución la historia le dio un período de ejercicio: 1917-1956; al resto les cerró el paso de modo inmisericorde. Ni la verdadera acción cruenta revolucionaria ha tenido apoyo de la historia (ésta tenía que realizarse con uno o con otro sistema, esto es, sea capitalista o socialista, o de modo mixto), mucho peor el voluntarismo especulativo gramsciano, neomarxista o dusseliano. En el último caso, es posible pasarse seis décadas de la vida discurseando, pero no conseguir nada real en el interés del cambio (a no ser que convertirse en objeto de divertimento, de quienes les gusta machacar y machacar, en el preciosismo retórico filosófico abstracto). 

El Sr. Dussel no ha reparado en el hecho de que no puede librarse de la determinación eurocentrista; precisamente a partir de esa matriz es de donde reacciona contra sí mismo; pero lo curioso es que su lucha está perdida, puesto que el paradigma contra el que choca es invulnerable, en virtud de que el mismo ha sido puesto por la historia (o está en su perspectiva), que ha cumplido una tarea, y momento desde el cual sólo puede ajustarse al futuro (los gringos al respecto tienen un principio conductual, que es verdad: “sabe por dónde se dirige la historia y va con ella”). Los idiomas que habla (español, inglés, alemán,…), la religión que profesa (la Cristiana), la formación ideológico-teórica a la que adhiere: el “marxismo”, son modernos, eurocéntricos, capitalistas (si no se hubiese instalado el capitalismo –la modernidad, el eurocentrismo, el productivismo, el “mito” del progreso [sic]- en la historia, el marxismo no tendría lugar).

Al intentar filosofar a partir de las posiciones de los pobres, de los oprimidos, de los colonizados, de los “pueblos originarios” (“exterioridad”), en tanto la historia es implacable: siempre va para adelante, el Sr. Dussel, después de estudiar tanto el marxismo, se coloca en sitiales premarxistas, socialista-democráticos (niega frontalmente la revolución); su trabajo tiene locación en el pasado, representa un retroceso; concretamente, su pensamiento es neosocialista (socialdemócrata), en la medida en que concluye que la humanidad siempre necesita del mercado, del capital y del Estado (regulación), y en cuanto, al incluir la categoría de “exterioridad”, integra en su discurso prefáctico el criterio de la multiculturalidad (también para el caso del Sr. Dussel procede el adagio: “tanto nadar, para venir a morir en la orilla”, esto es, mucha erudición, para terminar en brazos del hedonismo culturalista andino-oriental [en parte del pensamiento político boliviano, puesto que allí no se recusa del todo a la llamada “modernidad”]: en la promoción de la propuesta política de los “pueblos originarios”).

El Sr. Dussel, se recalca también: experto en encontrar fallas en otros y en remarcarlas, no se ha puesto a pensar sobre para qué existe y tiene lugar tanta gente y ajetreo en el Planeta: para qué está dispuesta la historia misma (aquí las preguntas filosóficas claves son: ¿por qué existe tanta gente?, ¿para qué se renuevan e incrementan generaciones e individuos?; estas interrogantes hacen perder importancia a las máximas vitalistas antropológicas y al axioma comienzo del penar, que asume que es la vida inmediata). Por ahí va la palabra mayor, no en precisar sobre la correctísima comprensión e interpretación de Marx; mucho peor en esforzarse por enfilar dardos sobre las ejecutorias del marxismo-leninismo y su intención de actuar sobre un problema coyuntural humano: la explotación/dominación. Muchas personas, como quién escribe (aunque no se cree eurocentrista, no al menos según el criterio del Sr. Dussel), realizan su proceso del pensar sobre base de lo que conocen; no se puede, por tanto, magnificar el concepto de quienes por razones de asar favorable, han podido acceder a otras fuentes y realidades; en muchos casos, el trabajo con el enfoque eurocéntrico, constituye un mérito de por sí.

El máximo salto cualitativo dado en su movimiento progresivo por el Universo, es la producción de la base material de la inteligencia: el neocórtex. Si la representación y grabación (interneuronas; memoria adquirida) fue un avance fundamental en el proceso evolutivo, el mecanismo (software orgánico), que permite el trabajo asociativo, mediatizado por la urgencia de atender necesidades mediante uso de los inputs del entorno, es el logro verdaderamente sorprendente: la capacidad de reflejar, de representar, el proceder mesológico (asociativo contradictorio) de los hechos reales, que es en lo que consiste el modo de ser de la realidad y su desarrollo (despliegue). A partir de entonces, la vida del ser portador de neocórtex: el ser humano (la praxis, la historia, el logos), no es más, que la forma en que la materia se representa, se simboliza, se categoriza: crea su alter ego, se hace dual: hecho y su concepto (el ser y su abstracción).    

La propuesta que el autor de estas líneas, contestarías en cierto modo sobre el proceder del Sr. Dussel (en verdad, se insiste: si el Sr. Dussel no hubiese envestido contra el marxismo-leninismo, no habría habido razón para ocuparse de sus ideas: alzarle la voz, faltarle al respeto), tiene como axioma al capitalismo en cuanto etapa superior del desarrollo de las fuerzas productivas. Se percibe, por tanto, que en la realidad ha aparecido una nueva contradicción, que no es la típica antrópica, esto es, la incidencia negativa del capitalismo sobre la naturaleza, mientras este sistema cumple su misión histórica, sino aquella que se opone a que el flujo de la historia vaya donde debe: hacia producir el máximo desarrollo tecno-científico, nivel de desarrollo material, que le lleve a producir la idea. Este peligro, que debe sortear la historia con el apoyo de un círculo siempre minoritario de personas que han reconocido dicho flujo, puede frenar e incluso impedir que el ser humano cumpla con la tarea propia suya, con lo cual su paso por este Mundo, se reduciría a proceso tonto.

Responsabilidad directa en esta amenaza tienen todos los especuladores anti eurocentristas, anti modernistas, que desconocen el papel de las fuerzas productivas en la formación de la historia, es decir, sus leyes objetivas. Se hace referencia en primer lugar a aquellas lumbreras del pensamiento como el propio Sr. Dussel, Bolívar Echeverría, de Sousa Santos, al neomarxismo y al gramscismo. Por supuesto, el resto de filosofías (la china, la hindú, la árabe, la andina, etc.), con su persistencia, consolidan ese obstáculo epistemológico. En realidad, sólo con el conocimiento universal, se puede alcanzar el sentido de la existencia; ese sentido, logrado por la vía del método filosófico (lógico), es que la realidad toda (Materia, Universo, naturaleza, historia, conciencia) se mueve hacia la producción del concepto (esta representación lo hace el neocórtex, a través de la “lucha de clases”).                    

Para concluir, el “principio material” (el contenido) del discurso desde el cual se ha ensayado la exégesis de la crítica del Sr. Dussel al marxismo-leninismo, es la historia, concebida como la “teoría del desarrollo humano, hasta el saber absoluto” (en realidad, la única manera de lidiar con todo un completo discurso como el del Sr. Dussel, es oponiéndole otra manera de ver la historia, esta es de “adelante [futuro hipotetizado] para atrás”); los elementos de su desarrollo son:

Método: dialéctico prospectivo/dialéctico retrospectivo (ontopraxeologoteleología, teleologopraxeoontología).

Escenario meta de la humidad: el Comunismo.

  • “Economía” (reproducción humana): ley del “valor” de usufructo (automatización).
  • “Política”: democovivencia (cohesión humana por ajuste mutuo; alta racionalidad, ocupación básica: trabajo intelectual para redondear la idea).
  • “Ideología”: saber científico-objetivo.

Procedimiento descencional.  

Formulado el concreto, camino de regreso reflexivo sobre el presente y el pasado; en verdad, revisión histórica, puesto que para el futuro realizado (prospectivamente hipotetizado mediante la extrapolación de las tendencias naturales e históricas), tanto el pasado como el presente son historia.

Directriz de la praxis (“Proyecto de vida” para la humanidad).

Si se conoce el punto de llegada, se hacen todos los arreglos para cumplir de mejor manera el viaje.

Alcanzada la “visión”, cumplida la función, plasmada plenamente la potencia de la mente, no se puede ir más allá, puesto que al llegar al perfecto (“perfecto”: la potencia realizada como acto), tan sólo queda el viaje de regreso: a reproducir lo imperfecto (J. Baudrillard).

La mente únicamente será necesaria (la reproducción vegetativa humana, la inmortalidad), hasta cuando haya algo qué representar. Una vez que termina la utilidad de la inteligencia, el instrumento de la mente no tiene más qué hacer (o viceversa).


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